Capítulo XVII: Apaixonar

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Sebastian regresaba a su apartamento después de una larga jornada de trabajo, se dejó caer en el sofá, quitándose los zapatos y aflojándose la corbata en el proceso, se sentía asfixiado, cansado y enojado al mismo tiempo, haber hablado con Vincent le dejó un mal sabor de boca, al igual que el encuentro que tuvo con Ciel, en un principio se había alegrado de encontrarlo en la cafetería del hospital, pero al ver la indiferencia del menor, supo que todo seguía mal, le dolió el trato, también el devolverle el collar de la estrella Moravia, el cual había portado todo ese tiempo con cariño, solo para recordar a quien una vez había sido su compañero de apartamento, al menos ambos fueron sinceros al confesar que no habían querido separarse el uno del otro, pero era demasiado tarde para querer arreglar las cosas, Ciel se lo dejó muy claro, así que decidió no volver a insistirle y se retiró a trabajar de nuevo.

—Ciel —susurró apoyando su cabeza en el respaldo del sofá— solo quería que me perdonaras.

Por supuesto iba a extrañar su convivencia juntos, el ver al azulino sonreír o regañarle por cualquier cosa, mientras fruncía el entrecejo pensando que era adorable, poder besar su frente de vez en cuando, al igual que le encantaba abrazarlo o pellizcarle las mejillas mientras el otro protestaba que lo dejara en paz, incluso se atrevería a decir que ha soñado con él con poca frecuencia. Sin embargo esos momentos ya no sucederán, debía concentrarse en seguir con su vida como lo ha estado tratando de hacer en estos meses.

A la mañana siguiente, Sebastian recibía una llamada de su hermana Mally, simplemente para molestarlo y avisarle que iría de visita ese mismo día, sin embargo al parecer ella no era la única que planeaba arruinarle su día de descanso, recibió una llamada de un número desconocido, grande fue su sorpresa al escuchar la voz de el supuesto abogado que los había metido a él y a Ciel en todo este lío.

—Señor Abberline, que agradable escucharlo de nuevo —claramente Sebastian lo decía con ironía.

—Se-señor Michaelis lamento interrumpir su día, pero el joven Arthur me brindó su número telefónico, una vez más me disculpo por todo lo sucedido, pe-pero tengo buenas noticias para usted.

—Sin rodeos señor Abberline —dijo el azabache sobándose el puente de la nariz.

—E-el caso es que su matrimonio puede llegar a su fin más pronto de lo que esperábamos, solo necesito que me indique una fecha y lugar para que hagamos los tramites.

Sebastian quedo sin habla al escuchar esa buena noticia, finalmente podría anular ese compromiso, es como si una carga en sus hombros se liberara.

—¿Qué le parece este fin de semana?

—Me parece perfecto, me encargaré de llevar todos los papeles que necesitan firmar y serán absueltos de todo.

Hablaron sobre cuanto costaría tramitar el divorcio pero el abogado le dijo que no se preocupara de eso ya que lo tenía resuelto, por último Sebastian se encargó de darle la dirección de su apartamento quedando de verse a las 2 de la tarde el día sábado.

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—Así que, ¿todo se resolverá este fin de  semana? —inquirió Mally tomando un sorbo de su té, el azabache asintió— me alegro por ti, pero no te ves tan alegre ¿qué sucede?

—Hace un tiempo, tuve una pelea con Ciel.

—La pelea fue por Matilda —afirmó Mally sin voltear a verlo, conocía muy bien a su hermano— Sebastian estás cometiendo el mismo error que sucedió con nuestros padres— ¿qué te dijo, como para que te pusieras a la defensiva?

—Él... dijo que necesitaba ver a un psicólogo y lo que siento por Matilda no es normal, le dije que no volviera a meterse en mis asuntos, así que se molestó y se fue.

Forelsket [SebaCiel]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora