Al volver a "casa" Choi Beomgyu se sintió solo, muy solo. Se sintió tan solo como nunca antes se había sentido. Entonces desesó con intensidad tener a alguien con quien compartir, cosa que en su vida nunca tuvo ¿por qué tenía que ser así? Ser diferente solo le había traído desgracias: su familia lo odiaba, no tenía un empleo decente y mucho menos un apartamento decente. Ese día cayó dormido acurrucado en una esquina de su cuarto, mientras tiritaba y sentía sus mejillas húmedas por las lágrimas que había derramado.
Al día siguiente volvió al parque, se sentó en la misma banca y esperó a Choi YeonJun pacientemente. No llegó. Un día más, el mismo parque, la misma banca, la misma hora. Así una semana entera. ¿Qué fallaba en la ecuación?
A la semana siguiente volvió. Mismo día, misma ropa, misma rutina, mismo parque y misma banca. Aún nada. Entonces al caer la noche, repitió la misma rutina, a la hora exacta emprendió su camino hacia el restaurante, esperaba encontrarlo allí. Aún nada. Tomó la misma sopa, esperando ahogar su desespero por verlo de nuevo en ella. Pasaron los días, las semanas y pronto se volvieron meses. No había rastro de Choi YeonJun. BeomGyu se sumió en la más cruel depresión de su vida. Era estúpido, pero ese día se había vuelto el pilar para su vida, y este ahora se desvanecía entre las yemas de sus dedos.