BeomGyu siguió escribiendo éxitos para el periódico, aunque para su desgracia, cada una de las letras que plasmaba, cada palabra, cada frase, cada párrafo e incluso el papel o el sonido de su escritura le recordaba a YeonJun. Todo le recordaba a él con amargura y sin piedad. Oh Dios, el pobre BeomGyu estaba tan enfermo. Tan enfermo de YeonJun y todo lo que lo constituía. Estaba tan deprimido que prefería ser quemado vivo por ser un loco inservible que seguir alejado del único pilar de su vida. Pero si YeonJun se enteraba de la verdad... de seguro lo odiaría. Estaba tan confundido, no sabía qué era lo correcto o no, parecía que ambos lados se habían mezclado y eran lo mismo.
—Mira BeomGyu, no sé que es lo que te pasa, ni me incumbe. Pero por favor soluciónalo pronto, creo que ya no soportaré verte un día más con esa expresión tan lívida. Pareces un muerto viviente, ya me das miedo.— Dijo el mesero y su amigo mientras ponía el plato de comida en su mesa y se sentó, así como solía hacerlo cuando había pocos clientes en la cafetería. A pesar de que parecía ser una conversación normal, BeomGyu se la tomó bastante a pecho, era momento de hacer algo por la miserable vida que estaba llevando.