—¡Vayamos al parque del centro, Gyu!
—No lo sé. Tu cama es muy cómoda, no me quiero levantar.
—Deja de ser tan perezoso, tengo que ir a conseguir materiales, no quiero ir sólo. ¡Si vas te compro un pastel!
—¿A dónde dijiste que iríamos?— Contraatacó BeomGyu mientras se paraba de un salto de la cama, organizando su ropa.
—Eres el peor amigo del mundo. Te odio.
—Yo también te amo, Junnie.
Y así, entre risa y risa partieron del apartamento de YeonJun. Este tampoco era el lugar más lujoso y cómodo del mundo, pero ciertamente era mejor que el apartamento ruinoso de BeomGyu, eso lo convertía perfecto para las visitas largas donde bebían algo y hablaban hasta ver el amanecer colgarse por la ventana, mientras el viento jugueteaba con las cortinas, con sus cabellos y los estremecía hasta el alma. A medida que pasaba el tiempo, BeomGyu iba presentando los síntomas de algo extraño, pero él solo decidía ignorarlos, quizá por no arruinar la poca felicidad que había conseguido en su vida, o porque quizá no comprendía los síntomas, por ende no notaba su decaimiento.
—Quiero el hojaldre de pollo, acá tienen los mejores.
YeonJun suspiró con pesadez. —Está bien.— Vio con admiración la sonrisa emocionada de su amigo, parecía un pequeño niño. Pagó el pedido y salieron del lugar, preferían comer en las bancas del parque, había más viento y más que observar.
—No puedo creer que tenga que pagar por tu compañía. Soy tu amigo, deberías venir conmigo sin pretextos.
—Deja de ser quejumbroso, Junnie. Se ve que también disfrutas de aquel pastel.— Rieron nuevamente. Tenían un mundo propio lleno de belleza y melancolía.