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– Despierta - Adelheid me sacudió en mi sueño

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– Despierta - Adelheid me sacudió en mi sueño. Abrí los ojos levemente por unos segundos y la vi sonriéndome.

– Ero...sss - Dije susurrando al despertarme y de inmediato abrí los ojos con estupor. Ambos nos miramos por segundos eternos. Yo aterrado y ella llena de desprecio. Su actitud cambió de inmediato.

– ¿Eros? - Ella repitió sin entender, lo primero que hice fue verla usando mi camiseta, arropada igual que yo hasta la cintura.

– Eh... puedo explicarlo - Le aseguré pero ella me interrumpió.

– No necesitas explicarme nada - Orgullosa como una diosa de verdad ella negó y aunque me sentí en paz, la zozobra me invadió en seguida. Si no necesitaba explicarle nada era porque a ella no le importaba. Me sentí usado.

Continué observándola, estiraba los brazos para despertarse completamente. La observé molesto por un momento, con su cabello negro perfectamente cortado que estaba levemente despeinado por acabarse de despertar. Cuando se puso de pie, hizo los movimientos de un lanzamiento de baseball y no pude evitar pensar en lo sensual que era.

– ¿Sabes jugar baseball? - Le pregunté.

– Varsity softball - Ella dijo. A veces olvidaba que su familia tenía dinero. En ese instante estuve celoso de ella, con su vida de niña rica superdotada con todos los talentos, su casa debía estar llena de trofeos de arpa, de premios académicos, de medallas de su maldito varsity softball, de diplomas de equitación.

– ¿Por que haces eso? - Le pregunté refiriéndome a lo que acababa de hacer.

– Es lo que hago para estirarme en las mañanas - Dijo viéndome con ínfulas de superioridad. Con mucha dignidad se fue agachando por mi cuarto, recogiendo su ropa y poniéndosela de vuelta. Me quedé viendo que hacía y me pregunté si se iba a ir cuando salió de mi cuarto. Vi su celular sobre mi mesa de noche y me aterré cuando vi que la pantalla se iluminaba a cada rato. Miré la pantalla y baje por las notificaciones, que se extendían tanto que no pude verlas todas.

Cuando la escuché volviendo al cuarto, deje el teléfono exactamente como lo había encontrado. Solo había ido a lavarse la cara.

– ¿Quien te escribe? - Le pregunté y ella me miró de inmediato.

LOVE OF THE DESIRED | arminDonde viven las historias. Descúbrelo ahora