Capítulo 3

227 17 1
                                    

—Disculpe, ¿puedo ayudarle en algo? —preguntó una enfermera detrás de mí cuando me metí a través de las puertas dobles batientes. Estaba seguro de que tenía que chequear primero con ella, pero bien podría meterse su portapapeles por el culo. Tenía que encontrar a mi hermano.

Mis palmas se encontraban sudorosas, y no tenía ni idea de lo que había sucedido. Había colgado después de decirme dónde encontrarlo.

Lo había dejado solo, y herido, otra vez. Pero nunca más.

—Cálmate, hombre —dijo JiMin detrás de mí—. Esto va a ser mucho más rápido si le preguntamos a alguien dónde está. —Ni siquiera me había dado cuenta de que él me había seguido dentro.

Mis zapatos chirriaban sobre el linóleo mientras iba de aquí para allá por los pasillos, echando hacia atrás cortina tras cortina hasta que finalmente encontré a mi hermano.

Se sentaba en una cama con sus piernas largas colgando por un lado y la mano en la frente. Cogí su cola de caballo y tiré su cabeza hacia atrás para mirarlo a la cara.

—¡Ay, mierda! —gruñó.

Podría haber sido más amable, supongo.

Miró hacia la iluminación fluorescente cuando noté los puntos de sutura en su ceja.

—¡Sr. Jung! —gritó la voz de una mujer detrás de mí, pero no estaba seguro de si era por mí o por Kook, ya que ambos compartíamos el apellido de nuestro padre.

—¿Qué demonios le ha pasado? —No le preguntaría a Kook. Otros eran los culpables. Mi hermano era un niño y aunque era solo poco más de un año más pequeño que yo, todavía era joven.

Y había tenido una vida de mierda.

Tenía el cabello negro, probablemente, pero parecía un tono más claro y caía hasta la mitad de su espalda. Algunas partes se encontraban trenzadas y lo demás había sido reunido en una cola de caballo a mitad del cráneo. Su piel era un par de tonos más oscura que la mía y todo eso era eclipsado por su brillante sonrisa.

Una mujer detrás de mí se aclaró la garganta.

—No sabemos lo que pasó con él —espetó—. No quiere decírnoslo.

No le daría la espalda a Kook para ver quién estaba hablando. Podría haber sido un médico o un trabajador social. O la policía. No importaba. Todos miraban hacia mí de la misma manera. Como si mereciera una paliza o algo así.

—He estado llamándote durante horas —susurró Kook, y contuve el aliento cuando noté su labio hinchado, también. Sus ojos estaban rogando—. Pensé que estarías aquí antes de que los médicos los llamaran.

Y entonces supe que era un trabajador social, me sentí como un idiota. Él me había necesitado hoy y lo había jodido de nuevo.

Entonces me encontraba entre él y la mujer, o tal vez él se había escondido de su vista. No lo sabía.

Pero sí sabía que Kook no quería ir con ella. Mi garganta se apretó y el nudo en su interior se hinchó tan condenadamente que quería hacerle daño a alguien.

Tate.

Ella siempre había sido mi víctima a elección, pero también estaba en toda buena memoria que tenía. Mi cerebro brilló con el único lugar que no había sido tocado por el odio y la desesperación. Nuestro árbol. De Tate y mío.

Me pregunté si había algún lugar en el que Kook se sintiera seguro, cálido, inocente.

Lo dudaba. ¿Alguna vez había experimentado un lugar como ese? ¿Alguna vez?

Hasta Ti {F.A.S; #1.5} ➳ Jung HoSeokDonde viven las historias. Descúbrelo ahora