Escena extra | Laboratorio

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Sonreí mientras me acercaba a la puerta del laboratorio, el calor corriendo por mis brazos y piernas. Me sentí como si estuviera en el Loop con las mariposas revoloteando en mi estómago. Tate estaba trabajando después de la escuela de nuevo y me dio instrucciones estrictas a retroceder y dejar que estudie.

Pero yo tenía otros planes hoy.

Había pasado casi una semana desde que tuvimos sexo la primera vez, y que ella había estado dándome una palmada en las manos para alejarme desde entonces como si no pudiera leer un libro de texto de Ciencia cuando tenía mi mano en su pierna por el amor de Cristo. Mientras ella prometió que sería todo mía este fin de semana después del Baile de Bienvenida, no pude controlarme. Preferiría que estuviera encima de mí y desnuda, pero en este momento me conformaría con un maldito beso.

Al abrir la puerta del laboratorio, vi Tate través de la habitación, de espaldas a mí y totalmente inmersa en su tarea. Pude distinguir el débil sonido de la música, y la vi meneando su cabeza mientras tomaba un frasco.

Ella tenía sus audífonos puestos. Perfecto. Y maldita sea, se veía linda en su delantal.

Dándome la vuelta, cerré la puerta desde el exterior con una llave que se suponía que no debía tener, la cerré, y me acerqué a mi chica. Me sorprendió la manera en que la verla, sabiendo que iba a tocarla, hacía que mi corazón se acelerara más rápido de lo que hacía cuando estaba en la pista de carreras.

Una gota de sudor corrió por mi espalda, así que tiré de mi sudadera con capucha sobre mi cabeza y la dejé caer al suelo.

Llegando a Tate por detrás, envolví mis brazos alrededor de ella y enterré mis dientes en su cuello, sin saber la mitad del tiempo si quería besarla o comerla. Ella me ponía tan hambriento.

—¡Oh! —gritó ella y me extendió la mano para mantener la suya equilibrada antes de que dejara caer el frasco.

Se sacó los audífonos y la abracé con más fuerza, sintiendo la subida y bajada de su pecho.

—Soy solo yo, nena —le susurré al oído, presionando mi cuerpo contra el de ella.

—HoSeok. —Sacudió la cabeza y se retorció lejos de mí—. No, no, no...

La observé con diversión mientras se escabullía hacia el otro lado de la mesa de laboratorio, poniendo claramente una barrera entre nosotros. Sus ojos azules brillaban con una risa reprimida y sus labios se curvaron con una sonrisa mientras trataba de parecer dura.

Entrecerré los ojos con confusión fingida.

—¿Acabas de huir de mí? —le pregunté, tratando de no reírme. Cruzó los brazos sobre el pecho.

—Sí. Me pongo toda confundida a tu alrededor y te dije que no me beses o pongas tus manos sobre mí hasta después de mi examen de Química mañana. Tienes que parar. Vete.

Me encogí de hombros, sosteniendo mis manos en alto.

—He sido bueno esta semana. No te he presionado. —Caminé alrededor de la mesa, por lo que ella continuaba dando vueltas hacia otro lado para mantener la distancia—. Es solo que no creo que vaya a ser capaz de soportarlo por otros dos días, nena. Tienes que darme algo que me ayude a arreglármelas.

—No tengo que hacer nada. —Ella sacudió la cabeza, a su vez irguiéndola.

¿Quieres apostar?

Me abalancé sobre ella, balanceando mi cuerpo alrededor de la mesa y ella chilló mientras saltaba sobre dos mesas más lejos. Ella se dio la vuelta para mirarme, su dulce rostro, sonrojado y emocionado. Era como si yo fuera el depredador y ella era la presa, pero en este momento, ella era la que me estaba matando. No me importaba que su piel se asomara entre sus jeans y su camiseta o de que su cabello caía en su rostro. Era adicto a esa mirada que llevaba, la que decía: Sí, te deseo, pero sigo diciendo que no.

Hasta Ti {F.A.S; #1.5} ➳ Jung HoSeokDonde viven las historias. Descúbrelo ahora