𝐕𝐈𝐈

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Con una sonrisa cómplice la muchacha tomo su mano, entrelazando sus dedos. Sus miradas se conectaron una vez más y con millones de sentimientos a flote comenzaron a caminar por un angosto pasadizo hacía la parte exterior del castillo.

La música no parecía tener fin, a pesar de encontarse en un lugar algo alejado del salón podía oírse a la perfección la melodía de los violines, flautas, tambores, arpas y demás instrumentos. Con la dulce melodía de fondo podría jurar que se sentía en una tonta película romántica.

Luego de unos minutos por fin habían llegado al final, la luz la cegó por unos segundos, pestañó varias veces hasta que logro acostumbrarse, era un pequeño vergel con una camineria de piedras que conducía a un laberinto de arbustos.

-Sigueme. -habló con una sonrisa, antes de comenzar a correr hacía el laberinto.

-¡Oye, espérame! -sujetó su vestido y comenzó a correr tras el, lo menos que quería era perderse en medio de la noche.

El muchacho miró por encima de su hombro sin parar de correr, con una sonrisa divertida grito;-¡No seas lenta! ¡Corre!

-¡E-eso hago genio! -respondió como pudo, apenas habían corrido un poco y ya estaba completamente agotada.

El varón soltó una carcajada, sus mejillas estaban levemente sonrojadas quizás por lo que había estado corriendo. T/N le observo incrédula ¿Porque no sonreía más a menudo? A su parecer se veía realmente lindo.
Contagiandose de su alegría, sonrió emocionada soltando una risita.

Una vez llegaron al final del recorrido, una enorme sonrisa de emoción se instaló en el rostro de la muchacha, habían llegado a un jardín secreto

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Una vez llegaron al final del recorrido, una enorme sonrisa de emoción se instaló en el rostro de la muchacha, habían llegado a un jardín secreto. Tenían una perfecta vista del salón, además las luces eran tan opacas en el lugar que otorgaba una increíble sensación.

Rosedales de diversos colores, arbustos y flores eran tan solo una pequeña parte de la vegetación con la que contaba.

El azabache la observaba de reojo, con una sonrisita de lado, se veía tan feliz que inconsciente se contagio con su entusiasmo. Ella se veía muy bonita.

Con cuidado tocó su mano, instantáneamente dirigió su mirada hacia él. -Mira al frente.

Asintió e hizo caso a su petición. Entre abrió los labios incrédula con lo que yacía entre las flores y árboles.

-Que precioso... -murmuró fascinada.

Era una pequeña capilla de color blanco cubierta con unas cuantas enredaderas en sus barrotes y techo. Gracias a los arbustos y flores que la rodeaban, pequeñas luciérnagas podían distinguirse volando pacíficamente, creando una atmósfera de ensueño.

El muchacho jaló delicadamente de su muñeca y caminaron hacía el lugar, de cerca era aún más linda. Al llegar T/N se situó en el medio, girando sobre sus talones para apreciar la increíble pintura que estaba plasmada en el techo; un hermoso paisaje de un valle con dos canarios revoloteando en un claro y despejado cielo azul, mientras que en un pequeño riachuelo dos jóvenes sonreian sujetando sus manos.

El castillo de los Diez príncipes | KaigakuDonde viven las historias. Descúbrelo ahora