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Los latidos de su corazón creaban un molesto eco que resonaba en cada rincón de su ser. Su cabeza daba miles de vueltas, con cada segundo que pasaba las ganas de vomitar se intensificaban aún más.
Jadeaba constantemente intentando que el aire llegará a sus pulmones, lágrimas mezcladas con viscosidad de sus fosas nasales caían sin parar al suelo, creando un pequeño charco blancusco.

Un rayo iluminó por completo la sala, había comenzado a llover.

Abrió los ojos sorprendida y ejerciendo fuerza sobre su rodilla se levantó. Dejó caer la daga el suelo, comenzando a rebuscar por toda la habitación el aparato.- ¡Mierda! -chillo adolorida al golpearse el pie contra la mesa.

Tomo su celular, tecleando diferentes palabras apresuradamente, sus manos temblaban con tanta intensidad que sin querer, escribía mal las palabras.
Un suspiro lleno de incredulidad escapó de sus labios cuando la página web arrojo la respuesta que tanto había buscado.

-No... N-no puede ser... -nego con la cabeza reiteradas veces.

Hoy era luna llena...

"Kai..."

Aquella voz se hizo presente una vez más, provocándole un gran dolor.-¡Agh! -apretó el lado izquierdo de su pecho.

Comenzó a tener un ataque de taquicardia, el dolor era tan agudo que podía jurar que miles de espinas se habían clavado de golpe en su corazón, desgarrando cada una de sus cavidades.

Jadeaba intentado calmar el dolor, pero aquel amargo sentimiento no disminuía, aumentaba.
Su llanto se intensificó al pensar que quizás, esté era su castigo por tener en su posesión aquella daga.

"Salvalo..."

-Q-que... -murmuró débilmente. Sus ojos se abrieron de golpe al caer en cuenta de algo.

¿Y si... Ella tenía en su poder esa daga, porque estaba destinada a hacer lo que sus antepasados no fueron capaces?

Aún adolorida limpio sus lágrimas. Caminó hacía la daga y la tomó en sus manos, examinandolá. Algo en su interior gritaba que debía ayudarlo, debía hacer lo correcto. Dejándose guiar por sus instintos, corrió hacia la salida.

Al abrir la puerta se topo con sus amigos, parecía que la lluvia los había atrapado cerca de su hogar. Los pobres dieron un salto del susto al verla.

-¡¿Pero que te paso?! -gritó horrorizado Inosuke.

-¡T-tengo que irme! -pasó por en medio, ignorandolós.

-¡¿A dónde vas?! -Zenitsu la observó totalmente alarmado.

Preocupado al notar que ni siquiera llevaba consigo un paraguas Tanjiro corrió hasta ella para tomar su muñeca, impidiendo que continuará.

-¡Por favor, suéltame! -pidió mirandole.- ¡Tengo que irme!

-¡¿T/N que sucede!? ¡¿Porque estás actuando de ese modo?! -fijó la vista en la daga, inmediatamente sus ojos se engrandecieron.- ¡¿Porque tienes eso?!

-¡Tengo que salvarlo! -gritó desperada.- ¡Déjame ir!

-¡NO! ¡¿Que es lo que te ocurre, T/N?! ¡¿Porque no nos los cuentas?!

-Tanjiro.... Por favor... -rogó con la voz quebradiza.

Apesar de estar bajo la lluvia, Tanjiro veía a la perfección las lágrimas descender por su mejilla. La muñeca de su amiga temblaba ligeramente, algo que le preocupo aún más.
La observó con atención, jamás le había visto de ese modo. Tragó grueso, se arrepentíria de esto luego pero sabía que no podía ser un obstáculo para ella.

El castillo de los Diez príncipes | KaigakuDonde viven las historias. Descúbrelo ahora