El castillo de los Diez príncipes | Kaigaku

𝐈𝐈𝐈

Lo observo con atención, al ver su cabello algo en su mente hizo "click". Claro, tenía que ser el chico del cual le habían hablado está mañana.

-¡L-lo siento! -dio un salto reaccionando de su trance, se alejo del cuadro y camino hasta los pies de la escalera.- de verdad lamento mucho haberte hecho esperar.

-¿Esperar? -la observo curioso, su rostro alzado demostraba superioridad y seguridad de simismo.

-Se que dirás qué tienes una eternidad aquí esperando, no tengo excusas por mi retraso. De verdad lo siento.

La analizo de pies a cabeza sin emitir palabras alguna. La observó con atención al oírla carraspear.

-Entonces... ¿Si me enseñarás?

-¿A qué te refieres?

-A bailar, estoy segura que el doctor Iguro te dijo lo mala que era jeje... ¡P-pero intentaré hacerlo de la mejor manera para evitar pisarte!

El pelinegro ladeó la cabeza arrugando la nariz.- ¿Crees que siquiera me importa? Alguien que es incapaz de dominar sus propios pasos no merece entrar al palacio.

Apretó los puños indignada, había logrado cabrearla-Escucha, no quiero sonar grosera pero que comportamiento tan pedante tienes. Te lo pido de la mejor manera, por favor ayúdame, ¿Si?

La decisión en sus ojos le demostraba lo mucho que anhelaba aprender. En estos momentos se maldecía por seguir los estúpidos valores morales que su padre le había inculcado.

-¿Si te enseñó te largaras? -asintió. El varón suspiro rodando los ojos.- solo serán 20 minutos, luego te marchas. -Sonrió victoriosa y asintio nuevamente.

Su vista se posó en el joven, arregló su camisa negra y comenzó a bajar las escaleras, al verle abrió los ojos sorprendida. Su vestimenta era extraña, desfasada de la actualidad.

-"Si que se tomó enserio ésto" -pensó.

El muchacho caminaba con porte y elegancia, sus pasos eran firmes y seguros. Sus hombros se balanceaban levemente hacia adelante con cada pisada que daba, mantenía una increíble postura.
Una vez llegó al final de las escaleras se posó unos pasos delante de la T/C, quien lo observaba con detenimiento.

-Lo primero, el saludo. Como dama debes mantener la gracia en tu postura, no debes sentir nervios. Manchará tu imagen. -asintio.- cuando el hombre extienda su mano será tu señal, levantas levemente la falda de tu vestido al mismo tiempo que inclinas la espalda sin bajar el rostro.

La muchacha lo pensó un momento escuchar aquello le había traído viejos recuerdos de las películas de su infancia, imitó los movimientos indicados y una vez realizados levantó la cabeza.

-Bien. Segundo, acepta la mano y camina con delicadeza al centro del salón.

El joven estiro su mano esperando a que la tomase, T/N retomó la compostura y con cuidado tomo su mano pero al hacerlo la aparto inmediatamente, su palma estaba sumamente fría...

Alzo una ceja-L-lo lamento. -nuevamente la sujeto esta vez sin tener reacción alguna, ¿Porque estaba tan fría su mano? Quizás y era por el clima, pero no tenía sentido la temperatura del palacio estaba climatizada. Agitó su cabeza y levanto el rostro, concentrándose.

Con delicadeza caminaron hasta el centro del salón en dónde el azabache retrocedió unos pasos sin soltar su mano, acercó el cuerpo de la muchacha al suyo colocando una mano en su cintura mientras que ella imitaba su acción con la diferencia de que se mantenía sujeta de su hombro.
El joven comenzó a danzar de manera delicada guiandola, T/N respiro hondo y alzo el rostro por encima del hombro que mantenía sujeto.