𝐈𝐕

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La música parecía mezclarse con las risas y voces de las personas, el sonido de flautas, arpas y tambores resonaban en su cabeza tal era el ruido que sentía una leve jaqueca. Levantó el rostro fijando la mirada en la luz amarilla que el candelabro emitía, las leves inscrustaciones de cristales que el mismo poseía permitía que pequeños arcoiris se formarán en el techo y suelo.

-Buenas noches. -Saludo una pareja que caminaba a uno de sus costados. Con una inexistente sonrisa asintio con la cabeza.

Cuando estuvieron lo suficientemente lejos dejó escapar un suspiró, no se sentía acostumbrado a tanta atención. Hizo una mueca con cierto desagrado el pensar que está sería su vida de ahora en adelante no le emocionaba del todo. Sabía que no estaba completamente capacitado y por el mismo motivo creía que lo mejor era entregarle el mando a otro de sus hermanos.

Un apretón en su hombro derecho le hizo girar el rostro en la misma dirección, Kair le sonreía felizmente con una copa de vino en mano.

-¿No te parece espléndido, hermano? Tantos rostros felices, y todos son por tí. Claro está que serás un rey muy amado.

-¿Eso crees? -preguntó con inocencia logrando que una risita se escapara de los labios del mayor.

-Por supuesto, ¿Que te hace pensar lo contrario? ¿Hay incertidumbre en tu corazón?

-Es una posibilidad.

Kair pestañó confundido, su hermano era tan directo y sincero que oírle admitir sus sentimientos le causaba cierto asombro, él jamás sería capaz de ser tan claro con respeto a sus emociones.

-Jamás dejas de sorprenderme, Kai. -sacudió con fuerza su cabello azabache.

Kaigaku jalonéo hasta zafarse de su agarré, peino rápidamente su cabello y lo fulminó con la mirada.- Ya te he dicho que dejes de llamarme de esa manera. -sentenció molesto.

-¡Oh, por favor! ¿Acaso no puedo demostrarle mi amor a mi hermanito menor?

-¿Porque mejor no vas con Kaled o Karim?

-¿Hablas enserio? Tan solo míralos. -sujeto sus hombros para girar su cuerpo en la dirección en donde se encontraban sus otros dos hermanos mayores. Ambos rubios con sonrisas coquetas charlaban con unas hermosas y risueñas jovencitas.

-Pobres. -murmuró, sabía que sus hermanos no tenían la mejor de las reputaciones en cuanto a chicas se trataba.

Ambos cruzaron miradas con cierta incomodidad. El mayor sonrió pícaro y alzó ambas cejas.- ¿Sabes? Desde hace rato hay unas preciosas doncellas observandote. -hizo un ademán con la cabeza señalando uno de sus costados.

Algo descolocado miró la dirección a la cual apuntaba e inmediatamente logró enfocar a un grupo de tres jóvenes murmurando cosas sin dejar de mirarle, apenas notaron que las observaban sonrieron avergonzadas, una en específico le saludo con una sonrisa de picardía.
Kaigaku arrugó la nariz sutilmente avergonzado y apartó la mirada rápidamente, al verle Kair explotó en carcajadas.

-¿Pero que ha sido eso? ¡No pierdas tu oportunidad con semejantes bellezas!

Hizo una mueca dejando en evidencia la incomodidad que sentía. -No lo sé, no estoy muy interesado en eso...

Kair suspiro.- Ay, estos jóvenes de hoy en día... De igual manera aún sobra el tiempo para eso. Hablando de todo un poco, ¿Dónde está Kaoris? No lo he visto en todo lo que va de noche.

-Quizás está tomando vino con nuestros padres. -respondió sin preocupaciones.

-Ire a ver, espérame un momento. -asintio. De manera rápida se alejó y comenzó a buscar con la mirada todo el salón, pero simplemente no lo encontraba.

No muy lejos de donde se encontraba el mayor de los principes, Kaoris veía sin interés una bandeja de bocadillos arrugó el entrecejo cuando notó un pedazo de metal brillar gracias al reflejo de la luz, tomo el objeto y al hacerlo no pudo disimular su asombro, era una daga de plata. ¿Que hacía una daga ahí? Normalmente estaban resguardadas en la habitación real.

Observó con atención el frío metal, levantó el rostro y miró a su alrededor buscando alguna persona a la que perteneciera, su vista se enfoco en su hermano estaba de espaldas caminando tranquilamente hacia la salida del salón. Abrió los ojos cuando un oscuro impulso le hizo idear una manera de vengarse, miró la daga antes de levantar la vista para asegurarse que nadie le viese.

Dió media vuelta y con pasos tranquilos comenzó a seguir a su hermano, una vez salió del salón le vió de espaldas con su rostro alzado hacia la luna apenas faltaba un cuarto para la media noche pero extrañamente ya estaba en su punto más alto.

Miró hacía el salón una última vez, las personas riendo y charlando era un paisaje entretenido. Apretó la mandíbula, era consiente que arruinaría toda esa dicha, pero poco le importaba. Sin que el azabache lo notará camino hacia él y al estar a sus espaldas alzó la daga, clavandola en sus costillas sin piedad alguna.

-¡Ahg! -giró su cuerpo con brusquedad miró con sorpresa al rubio, su respiración agitada demostraba cuánto dolor sentía.- ¡¿Pero que demonios te pasa, Kaoris?!

Al verle descolocado y adolorido nuevamente clavó el metal en su costado con aún más fuerza, logrando que sangre escapara de sus labios.-Muere. -exclamó sin emoción alguna, apuñalandolo una y otra vez.

Lo último que sus ojos lograron enfocar, fue la siniestra sonrisa de su hermano menor con sus manos cubiertas de sangre.

La reina preocupada al notar la ausencia de sus hijos menores camino hasta el jardín para buscarles, pero al hacerlo un grito de terror escapó de sus labios, tan desgarrador había sido que la música instantáneamente se detuvo. Kair preocupado corrió hacia ella, estaba arrodillada en el suelo llorando y gritando mientras se sujetaba de las barras de metal, alzó el rostro para ver qué era lo que había causado tal revuelo en su madre y en menos de un segundo logro distinguir la silueta de su querido hermano tirado en el suelo sobre un enorme charco de sangre sin ningún signo vital, mientras que enfrente de él Kaoris veía sin remordimiento el atroz crimen que acababa de cometer.

Agitado y preocupado corrió hacia él, empujándolo bruscamente.-¡¿QUE HICISTE?! ¡¿QUE FUE LO QUE HICISTE KAORIS?!

Sin siquiera esperar una respuesta, se arrodilló a un costado del cuerpo de su hermano y al tomárlo entre sus brazos comprobó lo que tanto temía. Estaba muerto.

Lágrimas de dolor rodaron por sus mejillas al ver hilos de sangre rodar por sus labios, levantó su cuerpo y lo abrazó, sintiendo el calor de su sangre manchar su traje de gala.

-¡NO, HERMANO NO! ¡POR FAVOR NO ME HAGAS ESTO KAIGAKU! -gritaba desconsolado llamando la atención de los invitados quienes al salir para saber que estaba ocurriendo quedaban preplejos y horrorizados por la macabra escena.- ¡DESPIERTA! ¡POR FAVOR, DESPIERTA!

El castillo de los Diez príncipes | KaigakuDonde viven las historias. Descúbrelo ahora