彼の降伏 - su rendición

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Su aroma era algo que no había pensado que extrañaría. Esa tintura de colonia familiar, entretejida a la perfección con su cigarrillo del la tarde y  ese último sorbo de bourbon. Estos olores eran una molestia para la mayoría de personas, algo a lo que arrugarían la nariz sin pensarlo dos veces, pero para mí eran restos de hogar. 

Pero el hogar no era un lugar sano en ese momento.

Y ahora, con su rostro enterrado profundamente en los mechones de mi cabello (c/p), con sus brazos tan fuertemente envueltos alrededor de mi cintura como marañas de algas marinas en una costa implacable, no sentí más que un dolor, un eco, una culpa por todo el daño que le había causado al hombre que se aferraba a mí tanto. Con sus dedos que se clavaron en la piel de mi estomago tan profundamente que estaba segura de que se formarían huellas, con sus piernas que se enganchaban a las mías como si siempre hubiéramos sido uno, en su jaula de cariño, hundiéndonos lentamente, más profundo en el pozo que era nuestra cama, sofocados por su tibieza titilante. No quería nada más que abrazar el amor que me compartía, no hundirme sino descender voluntariamente, pero era culpable.

Y esa culpa tenía una forma de pesarme, como cadenas que se apretaban alrededor de mis tobillos.

"Te amo." Susurró, sus labios rozaron la punta de mi oreja mientras hablaba, su cálido aliento recorriendo mi cuello.

¿Podrías amarme si supieras todo lo que hice estando muerta?

"Te extrañé." Shota nunca lanzaba esas palabras sin cuidado, creo que soy la única que escucha su voz temblar mientras decía palabras secretas de pasión destinadas sólo para mis oídos, soy la guardiana de esta versión de él.

Fruncí el ceño, mirando por la ventana hacia la noche, tratando de distanciarme del pensamiento. Aunque no se lo dije a Shota en ese momento, yo también lo amaba, posiblemente más de lo que él a mí. Al menos, eso es lo que me gustaría pensar.

"¿Qué tienes en mente?" Preguntó cuidadosamente. Podía sentir su cuerpo tensarse mientras estaba presionado contra el mío, sus músculos endurecidos, pero sus dedos perdían el agarre. Era dolor lo que él sentía. Tenía miedo de que me escapara de nuevo si presionaba demasiado, pero no quería mantenerme encerrada en su jaula de afecto porque Shota Aizawa no era así. Así no era el amor para él.

Apreté los labios, cerrando los ojos suavemente mientras trataba de elegir las palabras para decir porque sinceramente, había muchas cosas que me asaltaban la mente, pero no todas eran para que Shota las escuchara.

"He hecho cosas, Sho." Me decidí, casi como plantar una semilla, permitiendo que nuestra conversación se ramificara de varias maneras. "Y hay algunas cosas que tengo que seguir haciendo para mantener, no solo a ti, sino a otros a salvo." El silencio con el que me respondió no fue tan desgarrador como pensé que sería, más que nada porque podía sentir que su respiración soplaba con facilidad mechones de mi cabello, o tal vez porque su cuerpo pareció relajarse cuando supo adónde había ido la conversación. Estaba pensando, no me estaba ignorando.

"¿Es sobre Clover?" Murmuró, la somnolencia en su voz se volvió clara para mí, "Ya te lo dije, no voy a dejar que hagas eso sola." Estaba molesto.

"No puedo arruinar tu vida también, Sho."

"Tu eres mi vida, (t/n)." Fue tan rápido al hablar, sus dedos reanudaron la misma presión anterior, sus brazos tirando de mí más cerca, sus labios descansando en la parte posterior de mi cabeza, "No me importa quién elijas ser-, adónde elijas ir-, nunca me alejaré de tu lado." Palabras melosas.

"No entiendes..." Dije por lo bajo, "No me permitiré destruirte." Podía sentir que me apretaba más fuerte por mi tono, "No te arrastraré conmigo, Sho." Había tomado esa decisión recientemente, la elección de no condenar a Eraserhead más de lo que ya lo hice. Sentí su frente golpear suavemente mi cabeza, dejando escapar un suspiro de sus labios.

"No me dejes." Su voz era baja, carente de confianza y nada como el Shota Aizawa que el mundo había llegado a conocer, "No me dejes otra vez." Yo también era la guardiana de esta versión de él.

"Lo intenté, pero no pude." Bufé, inclinándome hacia atrás en su abrazo, "Simplemente no pude." Eso era verdad. Ya no tengo las agallas para alejarme de Shota. Tantas veces me llamó la atención mi maleta en la esquina derecha de nuestra habitación, tantas veces pensé en desaparecer mientras comía pancakes de arándanos y revolvía café. Pero cada vez que miraba fijamente la esquina durante un minuto de más, o cuando mis palabras se arrastraban en circulos con el sonido de mi cuchara al golpear el interior de mi taza de cerámica, Shota ya se daba cuenta. Llenándome con miradas preocupadas y preguntas indirectas, tanto que me sentía mal solo sabiendo que el pensamiento había cruzado por mi mente. Tanto que me sentiría gravemente culpable. "Necesito que me dejes hacer esto por mi cuenta."

La petición que hice fue más una demanda y Shota lo sabía. Sabía que en el momento en que protestó, en el segundo en que no estuvo de acuerdo, me contemplaría correr una vez más. No quería negar que era verdad, probablemente nunca lo diría en voz alta, pero la horrible sensación en mi estomago decía suficiente.

"¿Qué si te acercas demasiado?" Shota preguntó, alejandose de mi ultimátum y entrando en otra serie de preguntas, "Como Azaziel. ¿Qué si te mata?" Un resultado que siempre supe que era posible. Sentí que se me helaba la sangre ante la mención de mi muerte, recordando el trauma y el dolor que causé la primera vez que 'morí'. No podía hacer pasar a la gente que amo por lo mismo otra vez. Mi mente volvió a ver a Shota con la cabeza baja en silencio mientras escuchaba a Mirio prometer su amor eterno a la par que me enterraban seis pies bajo tierra.

"Esto es algo que tengo que hacer, Sho."

"Pero te necesito."

"Y yo necesito que tu estés a salvo." Dije con severidad, levantando la voz, obligándome a recordar por qué estaba luchando. Me aparté de su agarre, sentándome en la cama, haciendo que nuestras sabanas se deslizaran por mi cuerpo. "No soy la misma chica patética que estaba postrada en esa silla de ruedas." Podía sentir mi corazón latir con fuerza contra mi pecho, mi piel calentándose y picando con ira. Una furia latente finalmente se había desatado y ahora estaba arremetiendo contra Shota. No estaba directamente enojada con él, estaba frustrada conmigo misma por estar en esta situación, por mentir. Porque aunque dije que no era la misma de antes, que me había hecho más fuerte, era toda una mentira. Nada había cambiado. Todavía estaba indefensa, todavía era débil y todo lo que bastó fue un villano para exponerme por lo que soy. Una maldita cobarde.

"Y que conste," Su voz sonaba menos somnolienta ahora, con un tinte de dolor al final de sus palabras, "Nunca pensé que la chica en silla de ruedas fuera patética." Escuché la cama crujir y las sabanas se movieron cuando se sentó a mi lado, "Pensé que era la heroína más fuerte que había conocido." Sentí su toque en mi espalda, el ligero roce de sus dedos subiendo hasta mi hombro. Arrugué la nariz, escuchando lo que decía pero no creía ni una palabra, "(T/n)."

"Necesito mantenerte a salvo." Repetí, apretando los dientes mientras apretaba las sábanas de nuestra cama en mi puño, "Si no a mí, si no a todos los que amo, al menos a ti." El resto del mundo puede arder. "Nunca me podría perdonar..." Comencé, volteándome hacia él por primera vez a lo largo de nuestra conversación, "si algo te llegara a pasar, Sho." Su cabello negro y desordenado caía de su lazo, hebras oscuras se cruzaban en su rostro. Estaba pálido, con círculos oscuros colgando de sus ojos, la sombra de su bello facial desprolijo sobresalía de una manera descortés. Sus ojos estaban muy abiertos por la sorpresa, esos orbes opacos sobre mí indefensos mientras tristemente apretaba los labios. "Así que, por favor..." supliqué, moviéndome sobre mis rodillas, arrastrándome más cerca, "Déjame hacer esto por mi cuenta." Ahuequé su rostro entre mis manos desesperadamente, mis dedos deslizándose en su cabello enredado. "Te contaré todo, te mantendré informado, haré cualquier cosa para evitar que te preocupes." Ofrecí, acercándome, "Pero no puedo dejar que me sigas hasta la oscuridad." Shota frunció el ceño, esos ojos muy abiertos volviendo a una mirada medio entrecerrada mientras suspiraba profundamente. Mis demandas debían cumplirse, y por mucho que Shota Aizawa lo odiara, no tenía otra opción. Extendió la mano, su tacto encontrando mi cintura mientras me arrastraba perezosamente a su regazo, enterrando su rostro en mi pecho sin decir una palabra.

Esta fue su rendición.

Parpadeé, acariciando con cautela su cabello, escuchándolo respirar profundamente.

"Está bien."

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⏰ Última actualización: Mar 08, 2022 ⏰

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Erased消された (Español)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora