La belleza de su alma

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La belleza de su alma

Una calurosa tarde en las afueras de su casa una linda jovencita daba de comer a los camellos de su padre mientras lo hacía cantaba un cántico tan hermoso que su dulce voz llegó a los oídos de un hombre muy rico que pasaba por ahí.

No vio a la muchacha sólo escuchó su voz pero su corazón quedó prendado de la forma en como ella alababa a Dios. El hombre se llamaba Elcana y era  un hombre de más de treinta  años, sus posesiones eran muchas y ya gozaba de buena posición como para tomar esposa.

Saludo al llegar a aquella casa con un: El Señor te de paz y prosperidad -- Vengo ante ti para pedir la mano de la doncella que canta mientras alimenta a tus camellos  -- El padre de la muchacha se sorprendió al oir que aquel hombre pidiera la mano de su hija, pero Elcana tenía muchas posesiones y gozaba de buena reputación, así que sin dudar accedió a darle la mano de su hija sin saber si se refería a su hija mayor o la más joven, ya que había enviado a ambas a alimentar a sus camellos.

-- Entra y siéntate buen hombre, iré por mis hijas y tú me dirás a cuál de ellas escuchaste cantar -- El padre de las muchachas llamó a ambas y las dos se presentaron ante él.

La mayor tenía hermosos ojos y semblante tierno, la segunda tímida se escondía tras su hermana cuando su padre le pidió: ¡Presentate niña! -- Tímida salió detrás de su hermana y dijo: La paz sea contigo y el Señor te bendiga. Mi nombre es Ana.

Al oírla Elcana su corazón saltó en su pecho y al contemplar su belleza dijo sin dudar: Deseo tomar a tu hija Ana por esposa.

Ana lo miro y sus bellos ojos sonrieron al escuchar que él la prefería sobre su hermana, ya que aquel hombre también puso a latir su corazón.

El compriso se dió y la bella jovencita de diecisiete años muy pronto sería la esposa de aquel hombre. Los días pasaban y la fecha de la boda se acercaba cada vez más  y Elcana quien estaba prendado de Ana solía visitarla y llevarle regalos.

Ana, tú eres  tan suave como la brisa y cuando cantas siento que me elevas a las nubes con tu voz, tu belleza Ana no sólo es física, tu alma me enamora más de ti cada día.

El amor de Elcana por Ana aumentaba cada vez que compartía con ella y el de Ana crecía por su dulce prometido.

El gran día llegó y Ana y Elcana se casaron en una mañana de  brillante sol, la fiesta que duro dos semanas derrochaba dicha y prosperidad.  Todos les deseaban muchos hijos y larga vida y felicidad.

Los meses pasaban y Elcana amaba más a su joven esposa, la valoraba como a su tesoro y aún que los días pasaban y los meses también y no habían hijos su amor por ella no menguaba.

Ana era feliz al calor del amor de su esposo, pero el padre de Elcana no veía con bien que la esposa de su hijo no le diera hijos.

-- He hablado con Naasón, su hija mayor es joven y hermosa, quiero que la tomes por esposa y me des nietos -- La bendición del Altísimo para un hombre está en su descendencia y tu esposa Ana no te da hijos  ¡despidela! Y toma mujer fértil  -- Le pidió su padre.

Elcana miró a su padre y sabiendo que no podía luchar contra su ley y razocinio le respondió: Haré lo que me pides y honrare a mi familia con hijos e hijas, pero  Ana seguirá siendo mi esposa hasta que muera.

Las palabras de Elcana no satisfacieron del todo a su padre, pero Elcana no iba a renunciar al amor de Ana.

Ana la esposa jovenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora