Se acordó de mí

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Se acordó de mí

Ya era muy tarde y el sol decaia en el horizonte, lo mejor era descansar y salir de mañana de regreso a su casa. Comidos todos agradecieron al Señor y durmieron al calor de una fogata. 

Ana se hallaba lejos de Penina y de sus hijos, Elcana no quería que la sonrisa en el rostro de Ana desapareciera. Esa noche el calor de sus brazos la abrigarian y el frío de la madrugada no tocaria a su amada esposa.

Apenas despuntaba el sol todos sus siervos y sus hijos e hijas y sus mujeres adoraron con Elcana, con  acción de gracias y peticiones de un buen regreso para toda su familia volvieron a su casa en Ramá.

Durante todo el viaje Elcana estuvo cerca de su esposa Ana y Penina su mujer fue enviada con sus hijos e hijas delante de ellos en compañía de sus siervos.

-- Me alegra verte feliz Ana, mi corazón se regocija  al verte sonreír, es como si el sol hubiera salido en tu rostro otra vez, como cuando te conocí y esa dulce mirada iluminaba tu cara  y me hacía feliz

-- ¡Te amo Ana! y mi deseo es no verte sufrir ya mas -- Acariciando a su esposa Elcana sonreía aliviado de volver con Ana a Ramá con un ánimo tan alegre.

Al llegar todos los niños se hallaban cansados y Penina también, así que se fueron a descansar, más Ana deseaba un baño y perfumarse para su señor y esa invitación alegro sobremanera  a su esposo Elcana quien felizmente entró en la habitación  de Ana y la amó como nunca lo había hecho.

Ana sonreía cada día un poco más era como si una carga muy pesada se hubiera quitado de sus hombros y ya no iba al Enebro a quejarse o llorar, iba a él a adorar y a agradecer al  Señor por la vida.  Algo en su corazón le hacía sentirse muy viva.

Elcana se había llegado a ella varias veces y cada vez sentía amarla más. 

-- ¿Que pretendes Ana? -- Sin importar cuanto lo intentes ¡no conseguirás nada!  -- ¡Eres y serás siempre estéril! -- Mi marido lo sabe y por eso tiene lástima de ti, por eso te anima para que no le estorbes si te entristeces y te enfermas -- ¡Eres una tonta Ana si esperas que algo cambie!

-- Penina trataba de desanimar a Ana continuamente, pero Ana había sido revestida de fortaleza y eso la hacía resistir los embates de Penina para desalentarla.

Y para fortalecerse el Enebro se había vuelto su refugio de adoración al Señor.  Su esposo sabía dónde encontrarla y se alegraba de hallarla tranquila y en paz.

Una tarde Elcana no halló a su esposa Ana en la casa y supuso dónde estaría  y se marchó contento en su búsqueda dejando enojada a su mujer Penina que veía a su marido más enamorado de Ana que antes.

Al llegar la halló llorando y se entristecio su corazón  -- ¿Ana que te sucede? -- Le preguntó angustiado 

-- El Señor se acordó de mí  -- ¡El Señor se acordó de mí! -- Repetía Ana llorando, sus palabras y su llanto confundian a Elcana quién no podía entender de qué hablaba Ana, hasta que ella le aclaró

-- Ore a mi Señor por un milagro y su misericordia me alcanzó, fui a ver a la matrona y me confirmo lo que mi corazón sentía y estoy aquí para adorar al Señor por responder a mi clamor  -- Amado esposo ¡Te daré un hijo! ¡nacido de mi vientre!

Al oírla Elcana gritó de alegría: ¡Gloria al Señor que oyó tus súplicas y las mías mi amada Ana! -- Adoremos juntos y agradezcamosle tanta misericordia.

Después de arrodillarse y adorar al Señor y de agradecerle por poner vida en el vientre de Ana, Elcana se llevo a su esposa en sus brazos de regreso a su casa.  Al llegar Penina espero escuchar que Ana estaba enferma y en su interior deseaba que fuera así y que de una vez por todas esa mujer desapareciera de su vida y de la de su esposo.

Pero al llegar a la entrada de la casa, aprovechando que sus siervos y siervas estaban también allí Elcana anuncio: De la mujer estéril el Señor se ha acordado y de su vientre nacerá mi hijo.

Al oírlo sus siervos y sus siervas  alabaron al Señor, mientras Penina sintió recibir un golpe en su corazón.

Ana la esposa jovenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora