Noche de llanto

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Noche de llanto

El padre de Elcana concreto  el compromiso de su hijo con la hija de Naasón llamada  Penina, una muchacha de bello semblante y más alta y de mayor edad que Ana.

Esa noche mientras Elcana y su esposa Ana cenaban él no sabía como decirle a Ana que tomaría otra mujer y que tendría que  compartir su tiempo con ella también.

Ana, tú sabes que te amo y que sin importar lo que pase te seguiré amando cada día más -- Las palabras de Elcana ponían nerviosa a Ana, algo había en ellas que le hacía presagiar algo malo -- Tomando su mano Elcana le dijo: En un par de semanas tomaré a Penina hija de Naasón el mercader por esposa.

Al oírlo Ana retiró su mano de las de  su esposo y le preguntó: ¿Fue tu padre o tú quién la eligió? -- Eso no importa ahora Ana, ella vendrá a vivir bajo el mismo techo y te pido que te lleves bien con ella.

Ana bajo su cabeza y tristemente contestó: Haré lo que me pide mi señor -- Y levantándose se fue a dormir sin terminar su cena. Elcana se sentía triste porque no quería que Ana se sintiera mal, pero debía tener hijos para mantener su nombre en esta tierra, se repetía a sí mismo: Bendición del Señor son los hijos  -- Con cada palabra que repetía buscaba encontrar fuerzas para alejarse de Ana ya que durante un año habían sido muy unidos y ahora ella  tenía que  dormir en otra habitación mientras él como varón debía prepararlo todo para la llegada de Penina su segunda mujer.

Ana le andaba distante y parecía ausente y con cada día y con cada preparativo Elcana sentía perderla.

Ana, no me seas distante, que mi corazón sufre lejos de ti, mirame a los ojos y dime que entiendes -- ¡Es nuestra cultura! ¡Lo sabes! -- Pero quiero que nunca olvides que yo te amo y que mi corazón te eligió a ti y siempre te elegira a ti -- Las palabras de su esposo rompían su corazón, sabía que debía ser así, pero en sus adentros sentía haberle fallado y su esterilidad  pesaba en su corazón como cadenas muy pesadas.

Esa noche Elcana se unió a su mujer y la amo con ternura protegiendo su alma, sabiendo que al dia siguiente debía responder a su nueva mujer.

La fiesta de la boda con Penina se dió y Naasón padre de Penina quiso emular la boda de Elcana con la joven Ana y su boda tardaría tres semanas y  los augurios de muchos hijos e hijas sonaban entre los invitados.  Ana se escondió entre la gente y ya muy tarde se fue a su casa sin que nadie la notara, o al menos eso creyó.

Elcana la miraba cada  vez que podía y la vio irse entristeciendo mucho su corazón, pero sin importar lo que sintiera él debía cumplir con lo pactado.

Esa noche el festejo aún seguía y la gente alegre cantaba y bailaba al calor del fuego y era hora para Penina de ser mujer y de Elcana de consumar su matrimonio.

Elcana llevo a su mujer Penina a su habitación y cumpliendo como hombre la tomó.  Una vez dormida Penina se levantó de su cama y salió de la habitación para ir a buscar a Ana, al llegar a su habitación se asomó para ver si dormía y la vio de rodillas llorando desconsolada ante el Señor.

Su corazón se dolió al comprender que podía estar pidiéndole al Señor su esposa Ana. Esa noche Elcana sentía su corazón dividido, debía volver con Penina, pero deseaba estar con Ana.

Tal como se espero unas semanas después Penina concibió. Todos lo celebraron incluyendo Elcana.  Por fin su descendencia venía en camino, un hijo suyo vendría a este mundo.

Mientras todos alababan a Elcana, una mujer se reía a sus espaldas de su primera esposa.  La miraba y tocaba su vientre y le decía por lo bajo: Ahora me amara  a mí y no a ti.

Elcana era inocente de la batalla que se armaba dentro de su casa y en el corazón de Penina quién aún sabiendose embarazada de su esposo no sentía amor de parte de él para ella.

Por petición de Penina esa noche Elcana durmió con ella mientras en su cama Ana mojaba su almohada con su llanto.

Ana la esposa jovenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora