Extra

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Eijirou podría mirar hacía atrás y no se arrepentía de nada.

Había recuerdos tristes y otros bastante alegres.

En los felices había demasiados, pero los que más se le hacían memorables era el día que por fin Katsuki y él había decidido afirmar su lazo con la mordida, no hubo nada sexual de por medio como es en la mayoría de los casos, un día simplemente salieron a caminar y Eijirou le pidió que lo marcará, pues ya no había dudas al querer pasar su vida juntos.

El segundo recuerdo feliz fue cuando después de año y medio para pelear por Niki les dieron los papeles donde legalmente decía que Niki ya era su hijo, aunque para ser jóvenes y padres primeros habían recibido mucho ayuda de su familia con consejos, uno que otro libro y a base de experiencias de conocidos, logrando así hacer un trabajo decente como padres.

El tercer momento feliz fue cuando Eijirou se atrevió a dar el primer paso por segunda vez en su relación con Katsuki, y fue cuando el mismo Omega con compañía de los ánimos de sus amigos y Shoto —porque el bicolor había sido el único atrevido que cortejo a su alfa en lugar de que el alfa lo hiciera al Omega —, le pidió matrimonio a Katsuki, lo gracioso fue que Katsuki le regaño por adelantarsele por segunda vez cuando el claramente hasta tenía un plan hecho para pedirle matrimonio pero al día siguiente.

El cuarto momento fue cuando después de semanas con náuseas y cambios de humor horribles, Eijirou asistió al médico y resultó que su diagnóstico era un embarazo. Claro que la principió le sorprendió pues con Katsuki se cuidaban mucho para evitar un embarazo, cuando se lo contó a su alfa soltó feromonas de alegría pero antes le pregunto a Eijirou si lo quería, pues aún seguían como heroes y no sabrían si podrían distribuir del todo su tiempo, pues con Niki igual les había costado un poco. Eijirou pidió tenerlo y que lograrían encontrar una forma se dividir mejor su tiempo, pues en aquel entonces con Niki se las habían arreglado y eso que recién estaban empezando, ahora quizás fuese más sencillo.

El quinto había sido cuando Yeji apareció en su puerta. Niki al principio estaba reacio con el hecho de ver a su hermana, pues aún le dolía su repentina forma de irse. Le tomo unas semanas y en ese tiempo Yeji no fue dejada de lado por la pareja pues estaban felices de que haya cumplido su promesa, aunque le hubiese tomado tiempo.  Tras platicas sobre como le había ido a Yeji en Estados Unidos con su familia resultó que estos habían recapacitado después de ver a Yeji decaída, pero cuando regresaron por él, Niki ya había sido adoptado por la pareja, claro que eso no lo supo hasta que tiempo después ella misma regreso al orfanato y pregunto por su hermano, donde muy amablemente la directora le había dicho que ambos habían adoptado a Niki.

El último pero no por eso menos importante, había sido la llegada de su primer a hija, su pequeña cachorra que llevaba por nombre Lia, una preciosa beta con un aura de líder similar a la de un alfa. Era su orgullo, resuelto ser bastante lista y estaba siendo criada con mucho amor no solo por sus padres y hermano sino por todos sus conocidos.

Escuchó las aves cantar yendo hacía sus nidos, se asomo por la ventana y vio el sol casi ocultándose. Su puerta se abrió y de ahí entro Katsuki terminando de acomodarse la corbata de su traje.

—Es hora.

—¿Estás nervioso?— Le sonrió Eijirou, se acercó para terminar el nudo en la corbata de su esposo.

—No, simplemente quiero sacar a Niki de aquí.

—Por dios, Kai ya hasta te hizo juramento de sangre ¿Qué más quieres?

—¿Qué me devuelva a mi hijo?

Eijirou le beso la mejilla, dejo liberar un poco de feromonas para tranquilizar a su esposo.

Niki estaba a minutos de casarse y Katsuki simplemente aún no procesaba que su hijo estaba por abandonar el nido.

—Aun tenemos a Lia.

—La hice prometer que nunca se iba a casar.

—¡Katsuki!

El alfa gruño, el Omega ofendido le dio un golpe en el hombro.

—No me gruñas. Y ahora vamos, que nuestro hijo nos está esperando para ir al altar.

Antes de que el Omega saliera Katsuki lo tomo de la cintura para rodearlo y robarle un par de besos.

—Te amo.

Eijirou sonrió en medio de los besos que recibía, amaba mucho que Katsuki solo fuese expresivo y romántico cuando se encontraban a solas, lo hacía aún más íntimo para ambos.

—Tambien te amo.

Salieron de la habitación tomados de la mano y llevar al altar a su hijo. Y ellos caminaron dirigiéndose hacía un futuro más glorioso donde ambos aún seguían juntos.








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