III. Festival de verano

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— Algo me tiene muy inquieto últimamente, Kokushibo, y eres el único a quien puedo confiarle esto.


Muzan Kibutsuji se encontraba viviendo como un hombre acomodado en las altas esferas de Kansai. Logró conquistar su última posición tras enamorar a una viuda quien heredó la compañía textil de su esposo el cual había sido devorado por Muzan algunos meses atrás. La viuda tenía dos hijos pequeños quienes heredarían los bienes de su padre, claro si Kibutsuji les dejaba algo.


El padre de los demonios vestía un elegante kimono azul marino con haori gris. Su cabello negro era largo y rizado y lo llevaba atado con un moño blanco en una coleta baja. En público mostraba ojos azul oscuro, pero cuando se encontraba a solas reflejaba sus verdaderos iris color sangre de pupilas felinas.


— ¿Mi señor Muzan? ¿Qué es lo que lo tiene inquieto? — a su lado, sentado de rodillas y con la espalda bien recta, la Primera Luna Creciente miraba al frente con sus seis ojos atentos en todo momento.


— Siempre ha existido un vacío de poder entre las Seis Crecientes y la situación sólo empeora.


— ¿Vacío, mi señor? — preguntó educadamente el espadachín de kimono violeta.


— Kokushibo, nunca ha aparecido un demonio digno de tomar el lugar de la Tercera Creciente de modo incuestionable y eso sólo ha generado caos en los rangos inferiores a Douma. Tres es el número de la estabilidad perfecta y carecemos de esa tríada; por ello todas las Lunas dudan, titubean, codician. Mis células se encuentran en cada demonio que respira. Conozco sus emociones más ocultas que hasta las que ellos mismos desconocen.


— ¿Qué hará para resolverlo?


— Buscar a la Tercera Creciente.


— ¿Entre los demonios?


Muzan negó con la cabeza y miró hacia el horizonte.


— ¿Sabes cuál es el único talento que nos ha sido negado a los demonios?


— ¿Existe algo que no sea nuestro, mi señor? — lanzó la cuestión retórica Kokushibo.


— Premonición. Nunca ha nacido un demonio con el poder de la premonición y sólo por eso no hemos sido capaces de aniquilar a los cazadores. En cambio ellos viven de la premonición.


— ¿Cómo es eso, mi señor?


— La familia Ubuyashiki tiene el don de la premonición y su poder es tal que toda la riqueza que poseen los cazadores proviene de las valiosas premoniciones que es capaz de revelar el líder de los Ubuyashiki quien tiene a sus pies a políticos y magnates de todo el país que pagan fortunas por acceder a este don aunque sólo sean dos o tres palabras lo que consigan a su favor.


— Disculpe mi grosería, Muzan-sama, pero qué tiene que ver todo esto con la Tercera Creciente que busca.


Muzan miró penetrantemente a su más poderoso y leal servidor.


Cuando la nieve se derrite [Akaza x Kyojuro]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora