Capitulo XXXIV

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¡ATENCIÓN!.
¡ESTE CAPÍTULO NO A SIDO REVISADO NI CORREGIDO PUEDE TENER FALLAS DE ORTOGRAFÍA Y DE GRAMÁTICA!.

Song Shi Wang

— ¿Un pequeño sacrificio? — miro a todos divertido —  mate a la mujer que amaba, mate a mi hijo ¡Y solo soy un maldito títere! Ustedes solo se sentaron a esperar, yo fui quien se mancho las manos, ¡Solo yo salí perdiendo!.

No sé en qué momento pero, mi vista se nublo por mis lágrimas.
Silencio, nadie dice nada, todos guardan silencio.

Camino por los grandes pasillos del palacio.

Por dónde paso hay innumerables doncellas que se arrodillan cuando me ven.

— Su majestad — dicen una y otra vez.

Llegó a la corte y realizó mis deberes como emperador o al menos finjo hacerlo ante los ministros. Día y noche es lo mismo.

Ella tenía razón. Tenía que ser feliz con lo que tenía, ser tan ambicioso no es bueno.

Entro en la antigua señoría de la antigua segunda princesa Wang Yu Ran y camino hasta el patio que solía mirar por la ventana de su habitación.

Me arrodilló tres veces ante su placa y la miro con ojos cristalinos.

Si pudiera cambiar algo sería; haberla escogido en vez del trono.
Hubiéramos sido muy felices juntos.

— Yu Ran ¿Me odias? — pregunto cómo si la placa pudiera hablar — el palacio es muy solitario, realmente jamás entendí tu soledad y tu dolor, soy tan egoísta. — sirvo una copa de licor y la derramó en el suelo — el palacio es muy solitario, si estuvieras a mi lado podría soportarlo, podría ser feliz. — miro el cielo y las lágrimas se deslizan hasta mi cuello — te extraño tanto. Quisiera regresar al tiempo en dónde éramos felices. El tiempo en el que estuvimos bajo arrestó fueron tan perfectos, no había preocupaciones. — con mis dedos recorro la placa — nuestro hijo y tú me odian ¿Verdad?. Lo único que me tranquiliza es pensar que ahora estás con tu madre y tu tío Cheng, que Ki Jin te hace compañía y que Hu Fong está fiel a tu lado protegiendo a mi hijo y a ti.

Mi vos cedió ante el nudo en mi garganta. Las lágrimas salieron hasta que me dolió la cabeza y el simple hecho de respirar me dolía también.

Salgo de la mansión y regreso al palacio imperial. Veo a varias doncellas gritar y salir corriendo.

— Majestad — llega Xiao Yu la antigua guardiana de mi hermana — nos atacan.

Tomo mi espada y salgo a dar la cara contra los rebeldes.

Si muero al menos podría ver a Yu Ran en la próxima vida.

Con el sello de los ejercicios despliego a todo el ejército imperial.
— ¡¿Quien se atreve a atacarme?! — grito mientras apunto mi espada.

— ¡Recuperaremos lo que nos pertenece! — grita el que parece ser su líder que es una mujer con una máscara en su rostro.

Miro y me doy cuenta que su ejercicio es gigantesco pero me quedo helado al mirar a mi hermana alado de su líder.

Debe ser una broma.

La mujer se quita la máscara y las lágrimas salen de mis ojos. Sin poder evitarlo sonrió.

— Yu Ran — susurro.

Yu Ran llevaba consigo un gran ejército, era el ejército que custodiaba la frontera que misteriosamente desapareció hace un par de meses pero también era el ejército de Wei.

Desde lo lejos nuestras miradas conectan. Quiero abrazarla.

Yu Ran levanta el brazo y me mira sin emoción alguna, es claro que está enojada. Camino entre mis guardias y cuando estoy un poco alejado de ellos Yu Ran deja caer su brazo y una lluvia de flechas caen.

Un par me dan en el pecho y otras me dan los brazos.

— ¡Maten! — grita empuñando en alto su espada.

— ¡Protejan a su majestad! — ordena Sun Ho, que rápidamente me toma y me adentra al palacio.



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