Capitulo XXXV

10 0 0
                                    

¡ATENCIÓN!.
¡ESTE CAPÍTULO NO A SIDO REVISADO NI CORREGIDO PUEDE TENER FALLAS DE ORTOGRAFÍA Y DE GRAMÁTICA!.


Song Shi Wang

— ¿Un pequeño sacrificio? — miro a todos divertido —  mate a la mujer que amaba, mate a mi hijo ¡Y solo soy un maldito títere! Ustedes solo se sentaron a esperar, yo fui quien se mancho las manos, solo yo salí perdiendo.

No sé en qué momento pero, mi vista se nubla por mis lágrimas.

Silencio, nadie dice nada, todos guardan silencio.

Camino por los gran pasillos del palacio.

Por dónde paso hay innumerables doncellas que se arrodillan cuando me ven.

— Su majestad — dicen una y otra vez.

Llegó a la corte y realizó mis deberes como emperador o al menos fingir hacerlo antes los ministros. Día y noche es lo mismo.

Ella tenía razón. Tenía que ser feliz con lo que tenía, ser tan ambicioso no es bueno.

Entro en la antigua señoría de la antigua segunda princesa Wang Yu Ran, camino hasta el patio que solía mirar por la ventana de su habitación.

Me arrodilló tres veces ante su placa y la miro con ojos cristalinos.

Si pudiera cambiar algo sería; haberla escogido en vez del trono.
Hubiéramos sido muy felices juntos.

— Yu Ran ¿Me odias? — pregunto cómo si la placa pudiera hablar — el palacio es muy solitario, realmente jamás entendí tu soledad y tu dolor, soy tan egoísta.

Regreso al palacio imperial. Veo a varias doncellas gritar y salir corriendo.

— Majestad — llega Xiao Yu la antigua guardiana de mi hermana — nos atacan.

Tomo mi espada y salgo a dar la cara contra los rebeldes.

Si muero al menos podría ver a Yu Ran en la próxima vida.

Con el sello de los ejercicios despliego a todo el ejército imperial.

— ¡¿Quien se atreve a atacarme?! — grito mientras apunto mi espada.

— ¡Recuperaremos lo que nos pertenece! — grita el que parece ser su líder, que es una mujer con una máscara en su rostro.

Miro y me doy cuenta que su ejercicio es gigantesco pero me quedo helado al mirar a mi hermana alado de su líder.

Debe ser una broma.

La mujer se quita la máscara y las lágrimas salen de mis ojos. Sin poder evitarlo sonrió.

— Yu Ran — susurro.

Yu Ran llevaba consigo un gran ejército, era el ejército que custodiaba la frontera pero también era el ejército de Wei.

Desde lo lejos nuestras miradas conectan. Quiero abrazarla.

Yu Ran levanta el brazo y me mira sin emoción alguna, es claro que está enojada. Camino entre mis guardias y cuando estoy un poco alejado de ellos Yu Ran deja caer su brazo y una lluvia de flechas caen.

Un par me dan en el pecho y otras me dan los brazos.

— ¡Maten! — grita empuñando en alto su espada.

— ¡Protejan a su majestad! — ordena Sun Ho, que rápidamente me toma y me adentra al palacio.



Princesa imperial Donde viven las historias. Descúbrelo ahora