Parte 2

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Llegó el día del viaje a Mónaco. Estaba muy emocionada, iba a pasar el mejor verano de mi vida junto a mi mejor amiga. Lo único que no me gustaba eran las 4 horas en coche que había desde Milán hasta Mónaco pero los padres de Natalie siempre iban por una ruta en las que había unas vistas preciosas al mar durante todo el trayecto así que eso hacía que el viaje fuera más ameno.

Ibamos en dos coches. En uno iban los padres de Natalie y su hermano mayor Enzo y en otro íbamos Natalie, su hermana mayor Gabriela y yo. Los dos coches eran Ferraris. El nuestro era rojo cereza descapotable y el de los padres de Natalie era un familiar blanco. Gabriela, Natalie y yo pasamos todo el viaje escuchando música de Dua Lipa, Taylor Swift, Harry styles, etc y cantando las canciones a todo pulmón. Aunque entre nosotras y Gabriela había una diferencia de siete años, siempre nos hemos llevado genial las tres y nos reímos mucho juntas. Somos como hermanas pero de distinta madre.

Después de esas cuatro horas de viaje llegamos a Montecarlo, el barrio de Mónaco donde quedaba nuestra casa. Nos quedábamos todo el verano en la casa de vacaciones que compartimos mi familia y la de Natalie, que más que una casa de verano parecía una mansión. Desde chica siempre me gustó mucho esta casa porque había miles de rincones en los que de vez en cuando podía quedarme sin que nadie me molestase para tomar un rato de paz y tranquilidad para mi misma.

-Nat: Dios por fin hemos llegado. Necesitaba estirar mis piernas.

-Mara: De verdad, que gloria bajarme del coche. Ahora necesito descansar del largo viaje.- Voy a dirigirme a mi cuarto a tomar una siesta cuando de repente Natalie me coge del brazo

-Nat: ¿A dónde te crees que vas? ¿A echarte una siesta? Ni lo pienses. Tengo planeado ir a dar una vuelta por todo Mónaco.

-Mara: Acabamos de salir del coche para volver a meternos otra vez y encima estoy cansada. ¿Me quieres matar del cansancio?

-Nat: Lo siento pero no lo siento. Venga Mara aprovechemos este verano al máximo porque después empezaremos la universidad y a saber cuanto tiempo libre tendremos.

-Mara: Esta bien, tienes razón. Aprovechemos este verano al máximo. ¿Primera parada?

Nat y yo salimos corriendo de la casa dejando todas nuestras maletas en nuestra habitación por ahí tiradas en el suelo. Paseamos por todo Mónaco con el coche descapotable eligiendo a que restaurantes iríamos, cafeterías, tiendas e incluso algún que otro casino por si se daba la noche de querer apostar un poco o simplemente pasarla bien un rato.

De repente me acuerdo de que teníamos que acudir a una de las carreras de Fórmula 1 para apoyar a la escudería Ferrari y que sería en en unos pocos días. No me apasionaba la idea de ver como veinte cochecitos daban vueltas y vueltas y más vueltas y a lo mejor algún que otro choque. ¿Enserio esto entretenía a la gente? En fin para gustos los colores.

-Mara: ¿Que día era la carrera de Formula 1?

-Nat: Es verdad, se me olvidó que estaba el plan de la carrera. Es el 17 de junio. Osea, en unos siete días.

-Mara: No tengo ganas de asistir a una carrera de esas.

-Nat: Lo sé, yo tampoco pero dicen que la carrera de Mónaco es muy importante para los pilotos y de las que más les gusta a la gente así que algo de interesante tendrá

Volvimos a casa después de unas tres horas dando vueltas por Mónaco. Subimos a la habitación que Nat y yo compartíamos y encontramos a Sira ordenando nuestra ropa. Sira era la mamá de Nat. Ella era como otra madre para mí pero como no le podía decir segunda mamá siempre la llamo tita o tita Sira según el momento. Nos estaba colocando todo lo que trajimos Nat y yo en nuestras maletas. La ropa bien colgada en las perchas, el maquillaje bien ordenado encima de un precioso tocador grande y blanco. Y además, nos había puesto bonito el balcón que teníamos en la habitación que daba a unas vistas preciosas del Mar Mediterráneo donde siempre podíamos ver precioso amaneceres y atardeceres.

A la noche, todos nos arreglamos para salir a cenar a un restaurante muy lujoso que tanto nos gusta a todos. El servicio de ese lugar siempre era maravilloso y la comida era exquisita. Además íbamos a cenar fuera porque los padres de Natalie habían quedado con el directo de la escudería Ferrari, Mattia Binotto. Era un señor muy agradable. Lo conozco desde hace unos años por todo este tema de que la familia de Nat sean los propietarios de Ferrari y todo eso así que Binotto me tenía como alguien más de la familia Ferrari.

Para la cena Nat y yo decidimos vestirnos de Prada para llevar algo en honor a mi familia. Era algo que nos gustaba hacer a Nat y a mi desde que éramos pequeñas. Siempre que íbamos a algo de Ferrari teníamos que llevar algo de Prada y lo mismo ocurría al revés. Lo hacíamos para llevar a nuestras familias siempre juntas. Algo raro pero que a las dos nos encantaba. Yo llevaba un mono largo y ancho en la parte de las piernas, blanco y de cuadros. Y Nat llevaba un traje de pantalón y americana de color verde claro con una camisa blanca. Estos conjuntos siempre lo acompañamos con lo que nos gusta llamar "La Joya De Los Outfits". Era una cadena dorada con nuestras iniciales y una pequeña mariposa con un pequeño diamante en el medio de ella.

La cena fue larga pero entretenida. Mientras que los padres de Nat hablaban con Binotto. Nat, sus hermanos y yo pasamos la noche hablando entre nosotros y riéndonos con cada una de nuestras tonterías. De vez en cuando si nos metíamos a la conversación de los adultos y sobre todo nos metimos cuando empezaron a hablar de los extraordinarios pilotos de la escudería: Los Carlos, como me gusta llamarlos. Uno era Carlos Sainz, un español cuyo padre también era piloto y muy reconocido y tenía el mismo nombre que su hijo. Y Charles Leclerc, un monegasco que según lo pintaba Binotto era bastante bueno y por como nos lo describía, bastante guapo. También hablaron del resto de escuderías y cuando hablaron de McLaren pude fijarme que Natalie se encontraba muy atenta y más cuando Binotto mencionó el nombre del joven Lando Norris.

Cuando volvimos a casa lo único que pensaba era en poder quitarme los tacones que me mataban los pies y dormir hasta tarde pero Natalie no paraba de hablarme del tal Lando diciéndome que lo había buscado en redes sociales y que era muy guapo. A mi ni si quiera se me pasó por la cabeza buscar al monegasco que tan bien había descrito Binotto en la cena. Yo solo quería dormir y eso fue lo que hice.

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