XII.- Percy

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Capítulo XII

Percy.

Katherine Black, 12 años, estatura media-baja, ojos tan violetas como alguna piedra preciosa de la que Annabeth podría saber el nombre. Su cabello castaño iba recogido en una coleta, como solía llevarlo Sadie Kane cuando la vimos algunas veces después de haber recuperado esa estúpida corona con forma de pino. Un pino de bolos, claro. No un pino estilo Thalia, con hojas y ramas. 

Estaba física y mentalmente agotado, y no quería probar una gota más de Néctar, porque sentía que iba a prenderme en llamas.

Primero Annabeth y Waffle, luego el chico oscuro, Nico y ahora los egipcios. 

Sólo me faltaba que mágicamente apareciera una cultura más, quizá los Mesopotámicos quieran despertar... Espera, ¿Los Mesopotámicos tenían dioses? Creo que oí a hablar a Annie una vez de... 

Sacudí la cabeza, tenía que concentrarme. 

Leo, Calipso y yo escoltamos a Katherine hasta la Casa Grande, donde Quirón y el Sr. D jugaban una partida de póker en el porche de la casa Grande. Claramente Quirón llevaba la delantera.

—Pensé que estaba prohibído apostar, sr. D. —dije, jugando un poco. Me gustaba provocarlo, hacía que su cara se pusiera roja y sus peludas cejas se juntaran. 

—Silencio, Peter Johnson, esto es importante... —Quirón mostró sus cartas, lo que causó que el Sr. D tirara las suyas y golpeara la mesa, claramente enojado.

Escuché la risa de Leo detrás de mi. El sr. D ya no causaba tanto miedo en mi, es decir, claro que aún me impresionaba un poco, y bueno, al ser un dios siempre debes tener cuidado con él, pero aparte de eso, ya no temblaba cuando me hablaba o me llamaban a la Casa Grande.  

Quirón se encontraba en la silla de ruedas, lo que agradecí mentalmente por la compañía que teníamos. Se veía justo igual que hace doce años, cuando lo conocí. Doce. Nostalgia me invadió por un momento, pero no podía permitirme rememorar las clases de latín del sr. Brunner... Ya saben, cuando las cosas eran más fáciles. 

Quirón guardó las cartas y el sr. D hizo aparecer una Coca Cola Light en su mano. Katherine tosió ligeramente, buscando atención. 

El sr. D la miró, y luego sus ojos se convirtieron en los ojos más grandes del mundo. Pensé que podrían salirse de sus cuencas. Quirón palideció. 

Debía ser algo muy malo, entonces. 

El sr. D se atoró con su Coca Cola, y tosió. 

—¿Qué hace ella aquí, Perry? —me encogí de hombros. Era la verdad, no sabía qué estaba pasando—. ¿Lelio, tienes alguna idea? —Leo me imitó, lo que hizo que el sr. D se desesperara, mientras Quirón salía de su silla. Su... umm, pelaje color plata no había cambiado en absoluto. 

—Ella no es griega, Percy. Ni romana. —soltó Quirón—. ¿La conoces de algo?

—Katherine es alumna de unos viejos amigos míos... —contesté—. Es egipcia. Ya sabes, pirámides, jeroglíficos, bailes raros, Cleopatra, esas cosas.

Ella me fulminó con la mirada, y pensé que iba a matarme, pero luego de unos segundos suspiró, rodó los ojos y volvió a la conversación. 

—Algo grande está pasando; Sadie y Carter, mis mentores, han desaparecido. —Más malas noticias. No me imaginaba qué podría ser peor que este día. 

—¿Hace cuánto y dónde fue la última vez que los vieron? —dijo Annabeth, a unos metros de distancia. Me miró, diciendo "relájate" con la mirada. No ayudaba mucho. 

¿Qué piensas hacer? [II Parte]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora