XV.- Will

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A penas pude me dirigí a la cabaña 13. La noche era oscura y fría, y sentía mis labios resecos, igual que mi garganta. Se me dificultaba el respirar. 

La cabaña de Hades se sentía solitaria, como si nunca nadie hubiese vivido allí. Era irónico, puesto que hace menos de 24 horas esa cabaña había estado llena de risas y besos. Una presión en el pecho se mantenía constante, haciendo que cada cierto tiempo mis ojos escocieran y algunas lagrimas escaparan. Ahora entendía lo que había sentido Annabeth años atrás... Aquella desesperación que te carcomía el pecho. La diferencia era que Annabeth tenía esperanza de verlo con vida. Él había visto cómo Nico se desvanecía entre sus brazos.

Tomé un largo respiro mientras abría la puerta, que rechinó, quejándose. Muchas veces le había repetido a Nico que buscara a alguien que la arreglase, tanto como le había dicho que recogiera la ropa que se encontraba regada en el piso de la cabaña y que sólo hacía que su aroma estuviera impregnado entre sus paredes. 

Recogió una camisa gris que se encontraba cerca de la cama; gris era lo más claro que lo había visto usar. Aún lo estaba intentando. Su meta era que él usara rojo, porque a todos los chicos les va bien el rojo. Un estremecimiento le recorrió la espalda al tocar la prenda; de un momento a otro se sentía muy cansado.

Tal vez era el hecho de que tenía un gran peso sobre los hombros, o todo lo que había sucedido en este tiempo lo que hizo que Will cayera en un profundo sueño.

Will estaba rodeado de selva; hojas verdes y animales desconocidos llamaron su atención por los primeros minutos. Luego, vio a dos personas correr hacia su dirección. Ya se había cubierto la cara con los brazos y cerrado los ojos cuando sintió cómo si algo lo atravesara... Literalmente. Los dos cuerpos pasaron a través de él, y Will pensó que esto era lo más cercano a ser espuma de mar. Oía gritar a una de las dos personas; un hombre, probablemente de unos 20 años o más, daba instrucciones para salir de allí y llevaba un arma rara en las manos. Una chica rubia lo seguía, probablemente de 20 años también y que, sorprendentemente, se parecía mucho a Annabeth. Esta llevaba un gran bastón blanco de su altura, y se notaba que los dos estaban agotados. Will tuvo que seguir su paso para no perderlos. 

Llegaron a una cueva, húmeda y oscura. Sea lo que sea que los había estado persiguiendo, ya no se encontraba más. Will sospechó que se trataba de mestizos; había algo en ellos que gritaba que no eran normales. Bueno, eso y el hecho de que un mortal cualquiera no estaría corriendo en medio de la jungla con un bastón blanco y armas dobladas. 

"Estoy cansada, Carter. Quiero volver. Llevamos buscando a Walt por demasiado tiempo... ¿Qué se supone que debo pensar?" Dijo la chica rubia con puntas rojas como el fuego. 

"Sadie, ni siquiera sé dónde estamos. Parece la Selva Amazónica pero... No se siente como el mundo humano." Respondió. 

Ellos eran los hermanos perdidos. Los maestros de aquella chica tan extraña que había llegado al campamento el día de todas sus desgracias. 

"Tal vez es alguna dimensión de la Duat..." La imagen empezaba a ponerse borrosa. "Esto no nos conviene. No es nuestra guerra." 

Lo último que Will escuchó fueron las palabras del chico: "No es nuestra elección; nunca lo ha sido". 


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¡POR FIN! Luego de tanto tiempo, omgs. 

Sé que han de odiarme, pero ya sé cómo seguir con esto y prometo ser más constante.


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⏰ Última actualización: Oct 28, 2015 ⏰

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