—¿Theon? ¿Eres tú?
—No... No me llamo así, me ll- llamo Hediondo—dijo temblando y mirando detrás de mí.
—Así es—dijo Ramsay, que seguramente me había seguido hasta allí—Se llama Hediondo, no Theon.
Me dirigió una mirada fría como el hielo. Miré a Theon, no, Hediondo y pude ver múltiples heridas en su cara.
—¿Por qué lo has hecho?—pregunté.
—Por vos, mi señora. Sé que deseáis tanto como yo que Theon sufra.
Eso era cierto, se lo merecía, había matado a Bran y Rickon, pero una parte de mí sintió lástima por él. A pesar de todo, pensé, habíamos compartido un momento íntimo. La nostalgia y los recuerdos llenaron mi mente. Mirándole a los ojos supe que él también lo recordaba.
Flashback:
Theon me tumbó en la cama de espaldas a él. Me penetró rápidamente y gemí de dolor y placer al mismo tiempo. Después de unos minutos, acabamos y nos tumbamos en la cama acariciándonos el uno al otro.
—Vámonos—me ordenó Ramsay y Theon empezó de nuevo a temblar.
—¿A dónde?
—A dormir. Tienes que descansar para nuestra boda.
—De acuerdo.
—Conmigo—añadió con una sonrisa que me erizó la piel.
—Está bien—dije indiferente.
Nos dirigimos a su habitación y cuando entramos, él me dio un camisón.
—Es para que puedas dormir cómoda, Rhoslyn—dijo con un tono cariñoso.
Aquello me extrañó aunque imaginé que debía de ser una trampa. Elegí con cuidado mis palabras:
—Gracias por este detalle, te lo agradezco.
—De nada.
Le miré a los ojos y por unos segundos vi algo de sentimiento en ellos. Pareció darse cuenta y cambió su expresión.
—Puedes tumbarte en la cama, yo dormiré en el suelo—dijo fríamente.
—El suelo es muy incómodo, os haréis daño—repliqué al instante.
No respondió y se tumbó en el suelo.
Me cambié de ropa incómoda pensando que él me estaría mirando pero al girarme para comprobarlo, estaba dormido. Me quedé mirando su rostro por unos minutos. Con los ojos cerrados parecía alguien muy tranquilo y pacífico, a pesar del monstruo que realmente era.
Decidí tumbarme en el suelo junto a él, así me sentía menos sola en el mundo de lo que ya lo estaba.
Por la mañana, me desperté y vi que mientras había estado durmiendo, en algún momento le había abrazado. Intenté moverme pero su cuerpo aplastaba mis brazos.
—Ramsay, despierta—sus ojos se abrieron lentamente.
—¿Qué pasa?
—No puedo sacar los brazos.
Él se giró y me dirigió una mirada extrañada.
—¿Por qué te has dormido en el suelo? Te dije que no lo hicieras.
—Porque en la cama me sentía sola y no podría haber dormido—le expliqué.
—Vamos a desayunar, tengo hambre.
Le agarré del brazo y nos dirigimos al comedor principal. Roose y Walda ya estaban allí, esperándonos. Nos sentamos y empezamos a comer en silencio. Nadie habló por varios minutos. Ramsay me dijo que debíamos prepararnos para nuestra boda. No quería casarme con él pero accedí.
Martha me preparó la bañera y me lavó el cabello. Me hizo un peinado algo sencillo y me puso una corona de flores que hacía contraste con el vestido negro como el carbón. Pasaban los minutos y cada vez me sentía más nerviosa. No quería hacerlo. No quería casarme con él y pensar en la noche de bodas fue la gota que colmó el vaso. Empecé a llorar y a gritar. Martha me oyó y preocupada entró corriendo.
—Mi señora, ¿qué le sucede? ¿Se encuentra mal?
—No quiero... Es un monstruo—balbuceé.
—Tiene que hacerlo, es su-
—Mi obligación, ¿verdad?
Ella me miró asustada y dijo:
—Debe hacerle siempre caso. No sabéis lo que hace en caso contrario.
—No lo sé, pero me lo contarás.
—Yo... No puedo—trató de irse pero la agarré del brazo y la pegué en la cara.
—Cuentémelo.
—Está bien, Ramsay desolla, mata, tortura y hace cacerías.
—¿Qué tipo de-
Unos golpes en la puerta me interrumpieron.
—Pase.
Hediondo entró con la cabeza agachada.
—Mi señor Ramsay me ha ordenado que la acompañe hasta el bosque.
—Está bien—dije intentando respirar hondo y agarrando su brazo.
Caminamos hasta el bosque y cuando llegamos, ahí estaba Ramsay junto con un grupo de norteños. Después de la boda, Ramsay me dio la mano y me acompañó al comedor. Allí comimos y rechacé el encamamiento. Cuando un norteño le dijo a Ramsay que no me hiciera caso, el respondió:
—Se hará lo que ella ordene.
Le sonreí agradeciéndole su apoyo. Terminamos de comer el postre y él anunció que nos iríamos a consumar el matrimonio. Nerviosa y con náuseas, le seguí. Cuando llegamos a la habitación no pude más y vomité en el suelo. Ramsay se acercó a mí preocupado.
—¿Estás bien?
—Me encuentro mal—dije mareada.
Me tumbó en la cama y me arropó con una manta. Se situó a mi lado y me acarició el pelo.
—¿Has vomitado porque te sentías presionada?
—¿Qué?
—Si no quieres consumar el matrimonio solo tenías que decírmelo.
Nunca pensé que él me diría eso.
—No sabía que fueras comprensivo.
—Y es que no lo soy pero tú me haces ser diferente.
No supe qué decir ni cómo reaccionar solo sé que me dio un beso en la mejilla, se marchó y no pude decirle que se quedara conmigo.
Pasaron los días y le evité a toda costa. Su padre había tomado Invernalia y nos teníamos que instalar allí.
El viaje fue a caballo y cuando llegamos a Invernalia reviví mis momentos con Robb. Le seguía extrañando mucho, nuestra historia de amor no debió terminar así. Ramsay se percató de mi expresión y nostálgica e intentó distraerme.
—Aquí podríamos practicar con el arco y la espada, si quieres—sugirió.
Le ignoré y me dirigí hasta donde estaba Theon. Supe que él también estaba recordando cosas.
—Recuerdo cuándo tú y yo... Ya sabes, hicimos el amor—dije con voz temblorosa.
—Yo recuerdo c-cuando me enteré de que te ibas a casar con Robb, lloré mucho esa noche.
—¿El antiguo Theon, llorando?—alcé una ceja.
—Parece d-difícil de creer pero es v-verdad.
—Mírate ahora, has cambiado, Theon.
—Me llamo H-Hediondo, Lady Bo-Bolton.
El solo hecho de recordar que estaba casada con él me revolvió el estómago.
Después de que Theon se alejase, Ramsay se acercó a mí.
—¿Por qué me evitas?
—No lo hago.
Gracias a los dioses, un norteño nos interrumpió y Ramsay fue a hablar con él. Fui a dar un paseo por el castillo, anduve durante un rato y me encontré yendo a las mazmorras. Decidí entrar y lo primero que vi me dejó helada sin poder moverme.
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Se acerca el invierno
Ficção HistóricaRhoslyn Stark es hija de unos de los hombres más reconocidos del Norte, Wyman Manderly. Su vida era sencilla con su marido, Robb Stark, pero el destino le tenía otros planes al presenciar la muerte de su esposo y tener que casarse con el hijo bastar...