Capítulo 10-Aborto

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-Como ordene mi señora-respondió el guardia.
Entramos en las mazmorras y allí estaban Tormund, Jon, Sansa y Lord Baelish,entre otros salvajes, mirándome con odio.
Estuve pensando durante varios minutos en a quién elegir primero cuando un salvaje me escupió en la cara.
-¡¡¡Traidora!!!-gritó.
Abrí la celda enfadada y le acuchillé salvajemente hasta que pude notar que estaba muerto. No debía haberme dejado llevar por la furia, debería haberle hecho más daño. Pero yo era muy impulsiva, mientras que Ramsay era calculador y prudente.
Me levanté y me giré hacia los demás con una mirada determinada en el rostro.
-Si me faltáis el respeto, vosotros seréis los próximos.
Tormund comentó en voz baja algo, tan bajo que no lo logré escuchar.
-Tormund-el mencionado se giró al escucharme-¿Qué habeis dicho?
-He dicho que prefiero faltarte el respeto a obedecerte—dijo con
La ira llenó mi cuerpo y me dirigí hacia él para clavarle el puñal cuando un brazo me sujetó y me impidió moverme.
-Deberías controlar tus impulsos, Rhoslyn-me aconsejó Ramsay.
-Lo intentaré.
Me marché de allí enfadada y Ramsay me siguió preocupado.
-¿Qué pasa?
-No me toman en serio por ser una mujer. ¡Estoy harta!-dije gritando.
Él me abrazó y, por una vez, sentí paz con mi cabeza apoyada en su pecho.
-Pronto lo harán-me aseguró.
-Te necesito, Ramsay. Estos días sin ti me han hecho darme cuenta de eso.

-Ahora que podemos hablar tranquilamente, quiero preguntarte algo.

-¿El qué?

-¿Qué tal el bebé?-preguntó situando su mano sobre mi barriga, que ya comenzaba a notarse un poco.

-Bien-contesté resignadamente.

Él me miró confundido.

-¿Es que no lo quieres tener? Sabes que somos señores de Invernalia y debemos tener un sucesor—me explicó.

Me alejé de él y me dirigí a la habitación. Ramsay me siguió hasta que entré en el cuarto y cerré la puerta impidiendo que pudiese entrar.
-Rhoslyn, déjame pasar. Quiero hablar contigo.
Abrí la puerta a regañadientes después de unos minutos y bajé la mirada.
-Sé que debo tener un hijo pero desde que era pequeña siempre he querido ser un caballero.
Me miró con una mirada triste.
—Lo sé y si pudiera, haría todo lo que fuese necesario para que lo consiguieras.
Se acercó a mí y me abrazó.
—Te quiero y jamás dejaré de hacerlo.
Nos besamos apasionadamente y él me tumbó en la cama. Me arrancó la ropa y el frío erizó mi piel desnuda. Me contempló durante unos segundos y, después, posó su cara en el hueco de mi cuello y lo mordió salvajemente, haciéndome gemir. Bajó y se detuvo en mis pechos y también los mordió. Se apartó y se desvistió, dejándome contemplar su miembro. Me acerqué decidida a él y empecé a tocárselo suavemente. Ramsay soltó un gemido y me miró sorprendido de que supiese hacer eso.
Después de unos minutos, se corrió en mi mano y me chupé los dedos. Era un sabor extraño, algo salado pero mientras estaba saboreando su semen, él me hizo sentarme en la cama, dejando mi intimidad a la vista. Se arrodilló y me dio suaves besos en mis muslos. Se acercó a mi intimidad y la exploró con su boca. Me corrí enseguida y, en cuanto esto paso, me tumbó en la cama de espaldas y me penetró salvajemente, apretando mi cabeza con su mano. Después de terminar, me vestí con ropa nueva y Ramsay y yo nos dirigimos a las mazmorras para hablar con Jon Nieve ya que decía que necesitaba proponernos algo. En cuanto nos vio, Jon empezó a proponer una unión entre los prisioneros y nosotros dos.
—Debemos aliarnos porque si el Norte no está unido, los caminantes blancos terminarán con todos nosotros—explicó.
Ramsay frunció el ceño.
—Lo siento, me he perdido. ¿Qué son los caminantes blancos?
Yo respondí en vez de Jon.
—Son gente muerta pero que puede andar y transformar a la gente en uno de ellos.
Ramsay me miró, extrañado.
—¿Cómo lo sabéis?
—Leí muchas leyendas de ellos cuando era pequeña, pero jamás pensé que existiesen.
—Debemos aliarnos aunque sólo sea para que dentro de unos meses, no estemos en el ejército de los muertos. Marcharán hacia el sur después de eso y todo el mundo se convertirá en uno de ellos. Debemos impedirlo.
Ramsay le miró y le dijo que necesitaba pensárselo más. Se marchó de ahí y, cuando yo le iba a seguir, Jon me llamó.
—Rhoslyn.
—¿Si?
—Por favor, convéncele.
Asentí con la cabeza y me dirigí al comedor. Allí Ramsay y yo comimos mientras hablábamos del asunto.
—¿Deberíamos creerle?—preguntó dubitativo.
—Yo ya le creo. Deberíamos liberarlos y enviar a Jon a traer al Norte alguien con la capacidad de ayudarnos. También aliarnos con todas las casas norteñas, aunque eso ya está casi logrado.
—¿A quién debería traer Jon al Norte?
—He pensado en alguien que antes estaba al otro lado del mar Angosto, pero que desea con todas sus fuerzas gobernar los siete reinos. Si nos ayudara, le ayudaríamos a conseguir el Trono de Hierro.
—¿Y de quién estamos hablando?
—De Daenerys Targaryen, hija de Aerys Targaryen y hermana de Rhaegar y Viserys Targaryen.
—¿Cómo nos podría ayudar ella?
—Los rumores dicen que tiene tres grandes dragones y eso sería más que suficiente para acabar con el ejército. Además dicen que en Roca dragón, donde se reside ella, hay mucho vidriagón.
Asintió con la cabeza y me sonrió.
—Es una buena idea, mandaremos a Jon a pactar con ella y traeremos a todos sus aliados.
Le comunicamos a Jon nuestra oferta y él la aprobó, diciéndome que yo era una buena negociadora. Le dimos varios caballos para que pudiera viajar bien y se marchó. A los demás, les dejamos estar en unas habitaciones pequeñas y cómodas hasta el regreso de Jon.
Después de unos meses de paz en los que lo único que hacíamos Ramsay y yo era hacer el amor, Jon volvió con Daenerys Targaryen y mucho vidriagón.
—Bienvenida, Daenerys de la casa Targaryen, la que no arde, Rompedora de Cadenas y Madre de Dragones. ¿Era así tu larga lista de títulos?—dije avergonzada.
Ella se rio mientras yo hacía una reverencia.
—Hay muchos más, pero eso no es lo importante. Aquí están el vidriagón y mis aliados.
Al verle frente a mí, mi corazón empezó a latir fuertemente.
—¿Theon?
Ramsay nos miró a él y a mí, sucesivamente con el ceño fruncido. Theon se percató de su presencia y empezó a temblar. Su hermana Yara apareció y se situó a su lado.
— Por todo el daño que le habéis causado a Theon Greyjoy, Ramsay Bolton, lo pagaréis. Estaréis encerrado  unos meses—sentenció Daenerys.
Yo me indigné mientras lo llevaban a las mazmorras.
—No puedes, él gobierna el Norte.
—Tú lo harás. Es preferible que lo gobierne una mujer y podamos ser buenas aliadas—me dirigió una sonrisa cálida.
—Lo seremos—le aseguré— pero te pido que no encierres a mi marido.
—Respecto a eso, sabemos que fuiste obligada a casarte con él, así que romperemos el matrimonio.
—¡No puedes!—exclamé.
—¿Por qué no? —preguntó con el ceño fruncido.
—Porque no es lo mejor para el Norte. Nuestro matrimonio mantenía aliado a casi todas las casas norteñas, romperlo sería poco beneficioso.
—Ya, pero tendríamos a todos los norteños si alguien justo y leal gobernase junto a ti.
—¿A quién me sugieres?
—Tienes dos opciones. Jon Nieve o Theon Greyjoy. Con Theon podríamos aliar las Islas del Hierro con el Norte.

Esa opción de gobernar junto a Theon me hizo planteármelo pero recordé dos cosas, yo amaba a Ramsay y segundo, estaba embarazada.

—Yo siempre gobernaré el Norte junto a Ramsay.
—Pensaba que eráis más inteligente y que aceptaríais.
—No he terminado la frase. Yo siempre gobernaré él Norte junto a Ramsay porque estoy embarazada de él.
—Podrás decir que es de Theon cuando os caséis, ya que con Theon no podrás tener hijos.
—Yo siempre amaré a Ramsay.
—Pero también sientes algo por Theon, ¿no? Le has besado varias veces.
—Créeme, conozco el Norte mejor que tú y sé que está mejor con Ramsay y yo gobernándolo.
—Si tú lo dices, no romperemos el matrimonio pero estará encerrado varios meses. Les diremos a los norteños que ha tenido que irse a negociar con alguien, eso es todo.
Acepté la oferta y me dirigí a las mazmorras a hablar con Ramsay.
—Hola—dijo él con un tono de aburrimiento en su voz.
—No he podido sacarte de aquí, pero he logrado que Daenerys no rompiese el matrimonio. Quería que me casara con alguien más.
—¿Con quién?—se extrañó.
—Con Jon Nieve o con... Con Theon.
—Quiero que seas sincera conmigo: ¿hubieras aceptado casarte con Theon  si no estuvieras embarazada?
La verdad era que no tenía la más mínima idea, así que se lo dije.
—No lo sé, pero yo te quiero más a ti. Te lo prometo.
Me miró furioso y me preguntó:
—¿Alguna vez has hecho algo con él?
—¿A qué te refieres? —pregunté algo nerviosa.
—¿Alguna vez te has besado con él?
No tenía sentido mentir ya, así que le miré con las lágrimas cayendo por mi rostros.
—Sí.
Él soltó una carcajada.
—Mi padre siempre me advirtió de ti y me aseguraba que eras una bruja capaz de matar con la mente. No le creía y él atribuía eso a tu brujería. Debí hacerle caso. Me habías engañado. Solo querías gobernar el Norte, sin importante a quién tuvieras a tu lado. Tiene sentido: primero Robb y luego yo.
Me quedé boquiabierta, sin poder articular palabra.
—Yo no elegí casarme contigo. Si hubiese tenido elección, no lo habría hecho pero tu padre me obligó a hacerlo. Si realmente te hubiera embrujado, ¿no crees que hubiera querido consumar el matrimonio contigo después de la boda?
Él negó con la cabeza ante mi razonamiento.
—Fuera de aquí, no quiero verte más. Ya no eres nada para mí.
Esas palabras, esas seis palabras me hicieron añicos él corazón. Me alejé de allí mientras sentía un dolor intenso y fuerte en el vientre. Logré llegar a la habitación de alguna manera. Sentí un líquido bajar por mis muslos y lloré cayéndome al suelo y temblando. Alguien me abrazó y me limpió las lágrimas que recorrían mi rostro.
—¿Estás bien? Llamaré a un maestre.
—Theon, no... Mi hijo... —murmuré sollozando y temblando.
Se alejó de allí para avisar va un maestre y, de repente, me sentí mareada. Mis ojos se cerraron y fui perdiendo el conocimiento lentamente






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⏰ Última actualización: Apr 04, 2022 ⏰

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