—Señorita Grace Richards. ¿Cierto?
La sorpresa me dejó muda por un largo rato. Parpadeé, intentando descifrar si estaba soñando o si se trataba de una mala broma. Él me devolvió la mirada, un poco avergonzado. Fingía no conocerme, pero eso no fue lo que llamó mi atención. No, había un algo en ese tono serio, como si el propietario solo viniera con malas noticias.
El golpeteo de la puerta de entrada me había sorprendido, apenas un minuto antes. El sonido fue firme, sin titubeos. La manera de llamar fue lo que me puso los nervios de punta, dejándome en alerta mucho antes de siquiera abrir la puerta.
Así que dejé las flores en la mesa, sin mucha precaución. La floristería apenas y se podía llamar un negocio estable, pero era lo que tenía para sobrevivir, mientras estudiaba online para convertirme en asistente legal.
Apenas y pude echar un vistazo rápido a mi ropa. El delantal blanco estaba lleno de manchas, mientras mis vaqueros desgastados pedían un grito de auxilio. La camisa amarilla en su momento fue favorecedora, sin embargo, conforme el tiempo pasó, se convirtió en una tela sin color ni brillo.
Los dos golpes que sonaron unos segundos después me hicieron fruncir el ceño. Alguien no tenía paciencia. ¿Quién en el pueblo llamaría así? Nadie necesitaba con urgencia de mis servicios con las flores, por lo que no tenía idea de quién se tratase.
Solo abrí la puerta, un poco dudosa, después de notar a través de la mirilla que se trataba de un oficial de la policía. El nuevo detective, para ser exacta. Recién promovido y luciendo mortalmente serio. Su ropa estaba pulcramente limpia, sin marcas de arrugas. No usaba uniforme, pero eso no le quitaba la seriedad a su vestimenta. Chaqueta negra, camisa blanca y unos pantalones que se ajustaban perfectamente. Sus ojos azules me escanearon por completo, provocando que un ligero rubor de vergüenza me atacara.
Era tan alto que tenía que subir la mirada. Por un segundo, solo me dediqué a observarlo. Su mirada era tan seria, tan abrumadora. Sus labios se encontraban en una fina línea y llevaba el rastro de una barba en su mandíbula. Musculoso y fuerte, como si pudiera cargar con el peso del mundo sobre sus hombros.
Y yo sabía que podía.
Sacudí la cabeza, como si estuviera intentando sacudirme esos pensamientos.
—Grace Richards —Repitió. Su voz fue ronca, tan seria.
Había fantaseado un par de veces con este momento, pero algo me dijo que esto no saldría como en mis sueños.
Él no había venido aquí porque me amara y no pudiera vivir sin mí. Al contrario, su presencia aquí solo pronosticaba malas noticias.
—Detective Johnson —saludé, tragando saliva.
Decidí seguirle con su extraño y morboso juego. ¿Por qué fingía no conocerme? ¿Acaso era que se había olvidado por completo de mí? ¿O quizás estaba intentando disimular, por si alguien nos escuchaba? No lo sabía y no lograba entenderlo.
—¿Puedo pasar?
Miré por encima de su hombro, encontrándome con las miradas curiosas de los vecinos. Y aunque no era una calle muy concurrida, bastaba con tener a un detective en la puerta de la casa para llamar la atención. No era común que un detective, uno de los pocos en la ciudad, fuera de visita.
No era una visita de cortesía, claro estaba. Sequé el sudor de mis manos con el pantalón, arrepintiéndome de no haber limpiado la casa desde hacía más de una semana.
Dudé por un segundo, titubeando. Me apremió con un simple movimiento de sus cejas, tan impaciente como recordaba.
—Por supuesto —asentí, haciéndome a un lado para permitirle pasar.
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El asesino de Easter High (+21)
Mystery / ThrillerEl primer cuerpo apareció sin ojos. El segundo apenas se podía llamar un cuerpo. Al tercero le faltaban todas las extremidades. Al cuarto sólo encontraron su cabeza. El quinto sigue desaparecido. ¿Qué tienen en común? Todos ellos eran alumnos del E...