C A P I T U L O 3

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Grace Richards se apresuró para llegar a tiempo al instituto. Su padre solía llevarla todos los días en su auto, pero después de su reciente fallecimiento, Grace se encontraba sola y desamparada.

Apenas había pasado dos semanas de aquello.

Su abuela la obligaba a asistir al instituto. Sabía que ella preferiría quedarse en casa, pasar por su dolor sola. Pero su abuela creía que la responsabilidad iba primero. Y Grace no quería contrariar a la única familia que le quedaba.

Delgada y temblorosa. Esa era la Grace que asistía día tras día a estas terribles paredes. Su dolor era tan claro, tan evidente. No comía, no hablaba. Apenas su fantasma se paseaba por el lugar.

Aún no veía las fotos que colgaban en todas las paredes del instituto, pero pronto las vería, pensé con enojo y una pizca de tristeza. La observé desde el primer segundo en que llegó. Y no era el único. Todos se dieron cuenta de su llegada, observándola, juzgándola, divirtiéndose a su costa.

Todos vieron a Jean D'Lacos colgando las fotografías del cuerpo semi desnudo de Grace, sin embargo, nadie le reclamó por lo que hacía. Y si tan solo se hubiera detenido allí... No, las fotos comenzaron a difundirse en las redes sociales. Pronto toda la ciudad observaría a Grace Richards en ropa interior.

Eran al menos quince fotos. Diferentes ángulos y posiciones. En algunas solo se veía como una chica más, pero las otras... En las otras había una clara intencionalidad. Él quería que se vieran todas y cada una de las marcas que ahora habitaban en su cuerpo.

Después de la muerte de su padre comenzó a adelgazar, su cuerpo convirtiéndose en un esqueleto apenas cubierto de carne. Todos sospechaban de algún problema alimenticio, pues se consumió en tan solo semanas.

Pero para mí, ella era bellísima.

Vi, sin ningún tipo de morbo una de las fotos, porque, aunque amaba a Grace, no tenía esa clase de deseo hacia ella. No, yo la adoraba como a un ángel, no quería mancharla con oscuridad.

Noté los huesos que sobresalían de sus caderas, lo delgada de sus piernas, su plano abdomen y su pecho. Su ropa interior oscura, tan inocente que no tenía ni la más ligera pizca de provocación. Se sacaba la camisa, por lo que sus pechos sobresalían un poco. Incluso podría ser una foto artística. Sí, definitivamente Grace era arte. Casi no se veía su rostro, pero todos sabíamos que se trataba de ella.

Solo que el arte necesitaba consentimiento para ser expuesto. Solo que estas fotos no estaban hechas con el deseo ni la intención de admirar cada centímetro de su cuerpo.

Estaba claro que su única intención era exponerla. Jean D'Lacos se infiltró en el vestidor de chicas solo por ella, para lastimarla a ella. Yo lo sabía, pero no tenía la certeza de que los demás lo supieran.

En sus brazos estaba el centro de mi atención, las rosadas muestras de que había intentado quitarse la vida recientemente, apenas cicatrizándose. Eran toscas, expresando su desesperación. Si su abuela hubiera llegado un minuto más tarde...

Noté el momento exacto en el que percibió que algo no estaba bien. Llevaba puesto un suéter enorme, que parecía tragársela completa, con unos jeans sueltos y desgastados. Su cabello estaba amarrado en una coleta desarreglada y su rostro ojeroso y demacrado. Miró con pánico a su alrededor, su cuerpo expuesto y las risas por doquier. No tardó en notar que algo estaba mal. Todos la veían, se burlaban. Jean D'Lacos la alcanzó cuando intentó huir, tomándola del brazo.

Porque no solo le bastó con exponerla, él quería dejar en claro que era el responsable. Más que eso, parecía querer empujarla hacia todos los estudiantes y desnudarla en medio del instituto.

No iba a detenerse hasta destruirla, acabar con cualquier pizca de vida que quedara dentro de ella.

—¡Suéltame! —suplicó.

Vi una lágrima rodar por su mejilla y apreté el puño. Él la veía con extraño y morboso deseo, como si ella fuera su presa y él fuera el depredador.

Quizás sí lo era.

Jean ya le había hecho daño a Grace anteriormente, justo en el tercer año de la secundaria, cuando apenas era una niña. La hizo creer que estaba enamorado de ella, para luego humillarla y decir que solo fue una apuesta y que ganó treinta dólares gracias a ella. Se encargó de decirle a todos cuán enamorada estaba Grace, como suplicó por un beso y como él fue el primero en probar sus labios.

También procuró que todos vieran como la dejaba plantada, antes de besar a Susan Graves, diciéndole que nunca significó nada para él.

Sin embargo, eso no fue suficiente para Jean.

No.

Le levantó las mangas del suéter, dejando expuestos sus brazos, las cicatrices que Grace tanto se esforzó por esconder. La vi gritar, desesperarse, revolverse. Y aunque no todos parecían felices con la situación, nadie movió un dedo para ayudarla.

Ni siquiera yo.

—¡Basta, Jean! —gritó Grace, revolviéndose, desesperada.

Sus lágrimas corrían por su cara, que se encontraba roja tanto de la vergüenza como por el esfuerzo por intentar zafarse. Pero Jean era mucho más alto y mucho más fuerte. Sin importar cuánto luchó, él no se detuvo hasta verla en el suelo, llorando amargamente y rota.

No podía intervenir. Por más que deseé hacerlo, no podía.

Se encargó de que todos los presentes observaran sus cicatrices. Sus brazos se comenzaron a poner de un preocupante color morado, ahí donde los dedos de Jean la apretaban. Pero eso no lo detuvo. No lo detuvo su llanto ni su dolor.

Ni siquiera los profesores se atrevieron a dar un paso al frente, dejándolo hacer lo que le diera la gana.

Como si el sufrimiento de Grace no importara.

—¡Miren! —exclamó Jean, enseñando sus brazos a todos los que tuviera cerca—. La niña quería llamar la atención, pues entonces vamos a darle nuestra atención.

Rieron y aplaudieron como focas. Aunque se veían incomodos, cuando Jean se echó a reír, todos le siguieron.

Como si fuera una broma.

Como si fuera algo divertido.

Como si la Grace rota y llorando a sus pies fuera el mayor centro de entretenimiento.

Ahí supe que debía hacerlos pagar. A todos y cada uno de ellos.

Comenzando con Jean D'Lacos.





Hello, hello! 

Ya sé lo que están pensando. "¡Este capítulo fue demasiado corto!". Y sí, sí lo fue. Pero este será el formato de la historia. Algunos capítulos largos y bien jugosos, más las intervenciones del asesino. Que miren que pasan cosas muy importantes en este capítulo.

Jean D'Lacos vio algo que no tenía que ver. 

Ya entendemos un poco más al asesino, las piezas comienzan a mostrarse.

¿Crees que puedas descubrirlo primero?

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El asesino de Easter High (+21)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora