C A P I T U L O 7

704 175 59
                                    

El estridente sonido de las sirenas policiales se escuchaba incluso a varias calles de distancia. Las luces parpadeantes en rojo y azul, ambulancias, patrullas, las personas arremolinadas, la curiosidad y desesperación me dieron la bienvenida.

Todos los vecinos se reunieron allí, sus ojos fijos en la casa de Grace Richards. Nadie sabía exactamente lo que estaba pasando, pero después de las fotos filtradas del cuerpo de Jean D'Lacos, todos estaban alertas y un poco sensibles.

Apenas la primera patrulla se estacionó, vi como uno a uno salían de sus casas, intentando acercarse cada vez más. Los agentes de policía rodearon el lugar con rapidez, controlando a la gente que no paraba de llegar.

Pasé entre varias personas después de un rato, intentando acercarme un poco más. El caos me resultaba tan satisfactorio, que no pude evitar sonreír.

Pero luego recordé que me encontraba rodeado de policías, por lo que volví a colocar una expresión un poco más neutral. Por suerte para mí, la capucha negra cubría gran parte de mi rostro.

Me veía como alguien que simplemente estaba trotando por la zona, hasta que el bullicio llamó mi atención. Quizás por eso nadie me dio una segunda mirada.

O quizás también fuera porque lo que sea que estuviera pasando en casa de Grace era más interesante que un simple corredor.

—¿Qué ocurrió? —pregunté, fingiendo preocupación.

No fue a nadie en particular, pero quería saber de qué hablaban. ¿Sería de las fotos de Jean, en pleno Easter High? ¿O quizás estarían hablando de aquellos ojos grises que tanto esfuerzo me costaron conseguir? ¿Estarían asqueados por el asesinato? ¿O lo celebraban aunque no pudieran admitirlo?

—Grace está herida —informó alguien, sin verme a la cara—. La ambulancia es para ella.

¿Qué? Me había imaginado al menos mil respuestas diferentes, pero no esa.

—¿Herida? —fruncí el ceño.

Eso no era lo que tenía en mis planes. Nunca imaginé que ella podría herirse. ¿Cómo había ocurrido?

Grace no era alguien particularmente torpe. Pero su casa estaba tan desordenada, que tampoco me sorprendería que algo le hubiera terminado cayendo encima.

—Sí, dicen que se cayó y se cortó con uno de los jarrones de su abuela —contestó otro—. Yo creo que solo se asustó porque todos saben que mató a Jean.

—¿Y qué hace la policía? —preguntó alguien a mi lado.

Era de una conversación completamente diferente. Todos hablaban de forma simultánea, apenas siendo capaz de seguirles el hilo, decidí escuchar a los dos adolescentes que estaban a solo unos centímetros de mí.

Su conversación era al menos más interesante que el imbécil que solo culpó a Grace sin siquiera pensarlo demasiado.

—Al parecer encontraron una pista sobre el caso de Jean D'Lacos.

—Dicen que son sus ojos.

—¿Sus ojos? —el horror tiñó los rostros de todos los presentes que escuchaban.

—Dicen que ella lo mató.

—No —negué, pero nadie me escuchó.

Los rumores corrían más rápido de lo que esperaba. Pronto de lo que hablaban era sobre como Grace Richards asesinó a Jean D'Lacos y de cómo Alex Johnson encontró a la culpable en tiempo récord. Fruncí el ceño, no siendo capaz de ocultar mi expresión de hastío.

Mi regalo no era con intención de culpar a Grace. No, todo lo contrario. Era un regalo amistoso, amoroso. Lo había hecho por ella, después de todo.

Sabía que a ella le gustaría. Las fotos del Easter High, allí donde Jean la humilló. Y el regalo final, aquellos ojos que tanto dolor le causaron.

Era un buen gesto.

¿Por qué los demás creían que ella era la culpable? Grace solo era una víctima de Jean. Y yo le había cobrado, asesinándolo a sangre fría. Era una venganza más que bien merecida.

—No fue ella —dije de nuevo.

Pero nadie me prestó atención.

Apreté el puño, intentando contener mi enojo. Ninguno de esos idiotas sabía de lo que hablaban. No, solo decían lo primero que se les pasaba por la mente.

La única neurona que les quedaba en la cabeza no les daba para nada más.

Me obligué a relajarme. No importaba si la acusaban en este momento. Sería absurdo culparla solo por esto. La fiscalía no podría armar un juicio con tantas fallas. Incluso el peor abogado podría sacarla de este embrollo.

Nah, quizás fuera mejor. Estaría en observación y yo seguiría con mi misión. Pronto todos sabrían que ella era inocente. Y yo me encargaría de dejarle un mejor regalo la próxima vez.

Y aunque quería ver su rostro, me contuve. Pronto volveríamos a vernos.

Así, dándole la espalda al menos media docena de policías, me alejé del lugar. Mi sonrisa no dudó en aflorar, mientras pensaba en la próxima vez que estaría frente a frente con Grace.

Estaría esperando nuestro nuevo encuentro.

Pero mientras tanto, el próximo nombre en la lista ya estaba esperando por mí. 


¡Hola, hola cómplices! 

Lo sé, el capítulo es corto. Pero me gusta la idea de que el asesino cuente un poco lo que pasa, entrar en su mente y entender un poco más su forma de pensar.

¿Les gustó? Ya hay alguien más esperando por el asesino. ¿Cómo aparecerá el segundo cuerpo? 

Lo averiguaremos en los siguientes capítulos de El asesino de Easter High.

¡Nos leemos el sábado!


¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
El asesino de Easter High (+21)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora