C A P I T U L O 4

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—Jean D'Lacos era un cerdo —exclamo hacia mi superior, capitán de la policía y lo más cercano a un amigo que tenía en esta ciudad.

—Eso es... —alcé una ceja en su dirección, retándolo a negarse—. Cierto.

Mike Davis solo me miró por unos segundos, tenso. Se veía afectado, como si le doliera la cabeza. Sabía que estaba preocupado por el repentino asesinato en la ciudad, sobre todo porque las pistas eran escasas.

Nadie vio nada. Nadie sospechó nada. La víctima estuvo al menos tres días secuestrado, siendo sometido a todo tipo de torturas. El cuerpo se encontraba en mal estado, pero no tenía suficientes síntomas de descomposición. No, el asesino lo torturó durante días, sin permitirle morir hasta que su corazón se detuvo, gracias a una serie de drogas desconocidas para nosotros.

Nuestra única sospechosa hasta el momento se encontraba en la sala de interrogatorios, recuperándose después de confesar todo lo que la víctima de asesinato le hizo.

Incluso si ella no era la culpable, tenía motivos más que suficientes para hacerle pagar. Una causa, cero coartadas. Si fuera cualquier otra persona, ya estuviera esposándola y leyendo sus derechos.

Pero, aunque la relación entre Grace y yo era lo suficientemente tensa, sabía que ella no era la culpable.

O al menos de eso quería convencerme.

Solté un suspiro exasperado. Un cuerpo que aparecía en medio de un instituto, desnudo y sin ojos, con claras marcas de golpes y signos de tortura. Se trataba de algo pasional. Un odio incrementado con el paso de los años.

No era un simple robo que salió mal. No, esto era personal.

Alguien quería que Jean D'Lacos pagara por todo el daño que había causado. Porque tenía certeza de que Grace Richards no era la única víctima que dejó en el pasado.

El asesino quería exponerlo. Contarle al mundo que había derrotado a una figura de autoridad. Probablemente sus intenciones eran que los estudiantes encontraran el cuerpo en medio del campus, pero alguien más llegó primero.

¿Cuál enfoque necesitaba darle a este caso? Porque estaba claro que el asesino no sentía ningún tipo de compasión hacia su víctima. Lo torturó de todas las maneras posibles, demostrando un claro resentimiento. Un odio imposible de disimular a través de los años.

Y ahí estaba el verdadero problema. Cuando pregunté a los familiares por quién era claramente hostil con Jean D'Lacos, solo un nombre salió a relucir.

¿Cómo podía probar la inocencia de alguien a quien no podía ni ver a los ojos? ¿Sería capaz de acusarla de un asesinato?

Porque al principio ella y yo éramos muchas cosas, pero no éramos desconocidos.

Y ahora ella me odiaba. Y yo odiaba la idea de que ella fuera la culpable del asesinato más espantoso que había presenciado en mi carrera.

—Dijiste que medio pueblo amaba a Jean.

Recriminé hacia Mike. A primera hora había recibido la llamada de que un cuerpo fue encontrado en el Easter High. Y apenas la forense Michelle Davis, la hermana de Mike, lo identificó, todos comenzaron a murmurar a nuestro alrededor.

Y en ese momento el capitán estaba tan perturbado, que apenas me envió con los familiares de la víctima, con la premisa de que media ciudad adoraba a Jean D'Lacos.

—Y la otra mitad lo odia —asintió, sin mostrarse arrepentido de haber ocultado esa información.

Grace Richards había temblado en la sala de interrogación cuando le pregunté al respecto. Había tenido que aguantar las ganas de consolarla, pues sabía perfectamente que mi afecto no sería bien recibido. Debía admitir que antes de hablar con ella, ni siquiera consideré la posibilidad de que estuviera tratando con la asesina de Jean D'Lacos. Pero luego de interrogarla por unos minutos... De hecho, me sorprendía que no lo fuera.

El asesino de Easter High (+21)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora