El infierno se desató poco después. En un segundo estaba en el piso, sin poder moverme, herida y confusa. Y al siguiente mi casa estaba llena de policías por doquier. Escuchaba y veía todo desde la distancia, en la ambulancia que Alex llamó en contra de mi voluntad.
Fue un poco sorprendente ver cómo movilizó básicamente a toda la ciudad con una llamada.
Mi cabeza daba vueltas, mientras todavía intentaba procesar lo que había ocurrido. Sentía un molesto pitido en mi oído, todo se veía borroso y las personas a mi alrededor se movían extrañamente lento.
Por supuesto, era yo quien estaba en estado de shock. Sabía reconocer las señales, por eso respiraba lentamente, intentando volver en mí. Nadie me estaba prestando atención en este momento, pero yo sí podía verlos a ellos desde donde me encontraba. Dos paramédicos conversaban sobre algo que no entendía, informándole a Alex de mi condición, probablemente.
Me había herido con un trozo de jarrón roto, pero no era algo grave. Apenas estaba cubierta con una bata que Alex tomó rápidamente antes de sacarme de la casa, solo para que me atendieran. Los paramédicos desinfectaron la herida en mi rodilla y me dieron algunos calmantes para los nervios. Aunque tuvieron que tomar algunos puntos, ni siquiera percibía el dolor, como si estuviera desconectada de mi cuerpo.
Aunque eso duró poco.
Al cabo de los minutos, comencé a sentirme abrumada. Podía ver a los vecinos intentando ver por encima de la línea policial. Los teléfonos no paraban de sonar, mientras veía el resplandor de los flashes. Incluso pude ver a un par de adolescente transmitiendo en vivo, jugando a los reporteros.
El caos a mi alrededor me hizo doler la cabeza, pues pronto todos estuvieron ahí, rodeando mi casa y la ambulancia, deseosos por saber, por enterarse del nuevo chisme de la ciudad.
Alguien le sacó los ojos a Jean D'Lacos, los colocó en una caja de regalo y lo dejó en mi casa, en mi cama, sin que nadie lo viera.
Policías entrando y saliendo de mi hogar. Buscando algo. ¿Pruebas de que había asesinado a Jean? ¿O pruebas para demostrar mi inocencia? Porque era claro que estaba siendo señalada como la culpable, aunque no entendía las razones.
¿Por qué dejaría los ojos de Jean sobre mi cama? No tenía ningún sentido. Yo lo sabía y Alex también, pero los demás parecían extasiados por ser quienes resolvieron el crimen.
Como si hubiera sentido mi mirada sobre él, terminó por acercarse un poco, inclinándose hacia mí ligeramente. La camilla era incomoda, mis piernas no llegaban a tocar el piso de la ambulancia y no tenía espacio suficiente para estar cómoda.
—¿Cómo te encuentras? —preguntó con suavidad.
Ah, no era el detective quien se acercó. Fue Alex. Aquel hombre cuidadoso que disfrutaba del boxeo, pero que también podía apreciar el teatro. El hombre amable que me invitó a salir y llegó tarde a la primera cita. Aquel que me hizo suspirar en su cama y me abrazó justo después del orgasmo.
—He estado mejor —respondí—. Espera. ¿Cómo es que llegaste a mi casa? Recuerdo ver tu auto en la distancia.
Estaba segura de haberlo visto marcharse, por lo que no entendía como llegó hasta mi habitación en tan poco tiempo. Minutos después me di cuenta de que rompió la puerta de entrada, pero se lo agradecí internamente. Me hubiera vuelto loca si pasaba un minuto más con los ojos de Jean tan cerca.
—Había decidido patrullar un momento por la zona. No quería decírtelo antes, para no alarmarte, así que fingí irme y luego manejé de vuelta a tu casa —se mostró un poco incomodo, quizás hasta avergonzado—. El asesino ya había intentado contactarte, así que pensé que podría pasar de nuevo.
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El asesino de Easter High (+21)
Mystery / ThrillerEl primer cuerpo apareció sin ojos. El segundo apenas se podía llamar un cuerpo. Al tercero le faltaban todas las extremidades. Al cuarto sólo encontraron su cabeza. El quinto sigue desaparecido. ¿Qué tienen en común? Todos ellos eran alumnos del E...