CAPITULO V

46 4 0
                                    

NUESTROS DOMINGOS

Me abrazó y pasó su brazo sobre mi espalda para llevarme sobre su pecho.

-Necesito tenerte así por el resto del tiempo que esté junto a ti, me atraes mucho y soy muy feliz así contigo.

-Estaba muy nerviosa, pero tus caricias me dan confianza, me siento segura a tu lado mi amor- dije mientras le acariciaba su barbilla.

Me sostuvo con más fuerza abrazándome y dijo con lágrimas en sus ojos.

-No quiero perderte, quiero que lo que sea que pase entre nosotros perdure y sea lindo, te amo y si me asusta estar lejos de ti, haré lo posible por ver que esto funcione. Te quiero conmigo.

No podía creerlo Martín lloraba al decir lo que sentía por mí, mi debilidad es ver a un hombre llorar... no me gusta verlos así porque sé que les duele muchísimo en el fondo lo que sea que digan o piensen.

Verlo frente a mí, frágil y expuesto me impulso a plasmarlo entre letras, me tomé el tiempo para describir cada mínima parte de su ser al llegar a casa, convirtiéndolo en algo exclusivo para mí.

Un recuerdo que prevalecerá entre el pasar de los años, mi manera de gritarle al mundo que me pertenece justo así, real, sin sonrisas torcidas o comentarios sarcásticos, sin murallas o egoísmo, sólo él.

Y aquel día sin saberlo hicimos un pacto silencioso, él me prometía ser la única que podrá verlo más allá de su duro escudo y yo le juraba que sin importar el lugar o el tiempo vivirá por siempre en mi memoria.

Hace unos meses me desperté queriendo cambiar mi vida; me levante del lado opuesto de la cama, me puse la camisa que más odio, desayune con tiempo, me subí en un transporte distinto , compre un té en lugar de un café, comí en un lugar diferente. Y aquí estoy en este instante, escribiéndole, conociéndolo, dejándome llevar entre la corriente de su sonrisa y dejándome perder en ella. Refugiándome en él, dejándole pistas de mi paradero y captando lo mejor de él día con día, si alguna de esas cosas no hubiese pasado... tal vez no estaría aquí diciéndole lo mucho que lo quiero y lo afortunada que soy porque está en mi vida, amor platónico, amor real, amor verdadero, creíble y sin afán, dejando la tinta en las palabras y el papel en las fragancias, deseando ser uno cada día en la sutileza del silencio, en el encuentro profundo de nuestras almas en el anhelo incontable de las miradas.

Agradecía a la vida por haberme permitido coincidir con él, quisiera tenerlo aquí siempre pero existen 200 kilómetros que destruyen ese sueño.

La genuina sensatez de su piel y la mía rozándose cual danza enriquecida del amor que prevalecía provocaba en mi la inquietud de querer verlo cada domingo, no me gusta esperar una semana o dos para tener sólo dos horas con él. Es bastante flébil, lo sé, pero es mi realidad, es con lo que tengo que lidiar para poder llamarlo mío.

Después de aquel día no podía estar sin él y buscaba siempre la forma de hablarle en mis tiempos libres, cuando estaba triste, cuando estaba feliz, cuando me sentía sola, empecé a tener dependencia emocional, mi felicidad dependía de lo que él dijera y está mal lo sé porque nadie debe decirnos cómo actuar o que decir, somos dueños de nuestros propios sentimientos y necesitamos poder auto controlarlos, recuerda que no hay peor enemigo que tu mente, tu mente sabe tus miedos, conoce tus peores momentos, te puede bajonear en un instante y solamente si tú la dejas hacerlo, debes de armarte de valor y enfrentarla.

Una vez alguien me dijo "el enamorarnos no es algo que podemos controlar, solo sucede" Pero al final del día, cupido no es tan hijo de puta como parece, el amor no es el problema, sino la personas, unas se dejan querer y otras no buscan lo que tú, entonces no te precipites, relájate y piensa en cómo poder saber si es lo que tú crees que parece.

COMO SI NO DOLIERA © [✓]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora