Capítulo 13

445 63 52
                                    

Cuatro

HUNTER

Quiero decir algo.

Quiero disculparme por comportarme como un idiota hijo de puta con ella.

Sky conduce en silencio por el camino hacia el cuartel. Veo la expresión de tristeza en su rostro y las lágrimas que está intentado contener. Unas ganas desesperadas de borrar todo eso con besos mientras me entierro en su interior y le susurro palabras suaves al oído me invaden con tanta fuerza que necesito cerrar los puños.

Pero no puedo disculparme. Porque ella sigue comprometida con ese hijo de perra y yo sigo solo y con el corazón roto.

El tiempo que pasé en la prisión del CAI me hizo reflexionar y entenderla. Ella creyó que yo estaba muerto, le mostraron fotografías de mi cadáver y lloró por mí en un funeral. Me enterró y siguió adelante como me hubiera gustado que hiciera si yo realmente hubiese muerto, como estuvo a punto de suceder cuatro años atrás, cuando acepté ser ejecutado por el CAI por negarme a entregar a mis amigos.

No puedo culparla por salir de la oscuridad y tratar de vivir su vida lo mejor posible. Nunca lo haría. Lo entiendo, lo acepto y la perdono desde el centro mismo de mi corazón.

Mi amor por ella es infinitamente más grande que el enfado que tuve como primera reacción cuando me enteré sobre su compromiso. El problema es que soy un hijo de puta impulsivo y no estoy acostumbrado a la clase de cosas que ella me hace sentir.

Quiero a mis amigos, a Roan, a Megan... Pero a ella la amo con una fuerza descomunal que me desestabiliza a niveles peligrosos y daría y haría lo que sea por pasar el resto de mi existencia a su lado.

Te amo jodidamente demasiado.

Palabras que solo ella ha sido digna de recibir por parte de un hombre tan jodido como yo. Sé con certeza que ninguna otra mujer será merecedora de escucharlas salir de mis labios.

Solo ella. Siempre ella.

«Solo yo puedo ser tu cielo, ¿entendido?

Tú eres mi único cielo. Hoy, mañana y por el resto de mi existencia».

Trago saliva con las insoportables ganas de abrazarla que me azotan el pecho. He esperado tanto tiempo para volver a contemplarla y que el calor de su tacto elimine el frío doloroso que he sufrido todos estos años, que el hecho de que no se me permita hacerlo cuando quiero me asfixia.

Está comprometida y no me importa. Sé que siente cosas por mí porque no fue capaz de negármelo cuando le exigí que me dijera la verdad. No quiso liberarme y por eso sigo siendo el esclavo eterno de lo que siento por ella.

Lucharé y volveré a tenerla a mi lado cueste lo que cueste. Porque no he pasado todo este infierno para rendirme ahora ante la minúscula piedra que se ha atrevido a cruzarse en mi camino.

Nuestro camino.

—¡Capitana Rider, espere! —la voz de una mujer me saca de la ensoñación en la que estaba inmerso y me percato de que ya estamos dentro del complejo.

La capitana detiene el vehículo y una uniformada se acerca a nosotros. Sky baja la ventanilla y recibe una bolsa.

—El capitán West dice que el comandante O'Connor olvidó esas cosas en el juzgado —informa y luego desvía sus ojos hacia mí y sus mejillas se tiñen de rojo—. Su coche está aparcado en el estacionamiento cubierto, comandante —medio tartamudea avergonzada y Sky aprieta los dientes mientras me tiende la bolsa.

—Gracias —contesta con sequedad y avanza por el camino hacia el estacionamiento.

Sentir sus celos me pone de buen humor mientras abro la bolsa y saco el reloj y la cadena de plata con el dije cilíndrico que me regaló por navidad, feliz de que ahora pueda grabarlo con los nombres de mis hijos como había planeado.

Punto de InflexiónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora