Capítulo 41

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Red Velvet 

SKY

Se suponía que debía dirigirme al departamento de camuflaje para que me cambiaran, maquillaran y transformaran en Dasha Fedorova, el papel que adoptaré para el Operativo Rojo en un par de horas; pero mi cabeza no deja de bullir pensando en lo que acaba de pasar en la sala de juntas y en cómo Taylor tomó del brazo a Hunter y se lo llevó para hablar a solas con él. Por lo tanto, acabo ecaminándome al departamento de telecomunicaciones en su búsqueda.

«¿Qué le habrá dicho? ¿Por qué tuvo que llevárselo ella y no uno de sus amigos? ¿Qué tanto tiene que decirle a solas? ¿Desde cuándo son tan cercanos? ¿Qué tiene que hablar con mi hombre?», son algunas de las preguntas que palpitan con violencia en mi mente y hacen crecer la ira y los celos descomunales mientras apresuro el paso.

—Taylor —la llamo tan pronto entro el departamento de telecomunicaciones. Alza la vista desde su laptop y sus ojos color miel se encuentran con los míos. Mantiene una expresión neutral mientras me acerco a su escritorio y baja la pantalla de la computadora para prestarme atención—. ¿Qué pasó con Hunter? —pregunto antes incluso de sentarme, temblando internamente por la ansiedad.

—¿A qué te refieres? —inquiere, haciéndose la tonta.

—¿Por qué te lo llevaste de la sala de juntas? —la cuestiono, intentando controlar los celos enfermizos que me gritan que sea una perra.

—Sky... ¿no es obvio? —empieza y cierra brevemente los ojos, suspirando—. Detecté el peligro de inmediato; Hunter iba a partirle la cara a tu amigo allí mismo si no...

—¿Por qué no se lo llevó Robin, Luke o Carter? —la interrumpo, moviendo el pie rápidamente con el tic nervioso que me atraviesa la pierna—. ¿Por qué tú?

—Sky, no vas a decirme que estás celosa, ¿verdad? —se sorprende. Lleva una mano al abdomen abultado, aumentando los celos que siento hacia ella, pero otros muy distintos en donde Taylor es capaz de disfrutar de su embarazo con su pareja y a nosotros no se nos permitió tener ese privilegio. ¿Estará Hunter prendado de ella porque quizá puede darle lo que yo no? La capitana y él no tendrían tantos impedimentos para estar juntos como los tenemos él y yo—. Llevo en el vientre a los hijos de Luke, que te recuerdo es el primo del comandante, y por si necesitas más seguridad, amo a Luke Frost más de lo que puedo explicar —continúa, con tono suave y sonriéndole levemente a su barriga—. No me malinterpretes, Hunter es uno de los hombres más atractivos que he visto, eso no lo niego, pero para mí no existe nadie más que Luke.

—¿Qué le dijiste? —insisto, juntando las manos bajo la mesa y apretándolas.

—Le dije: "no arruines el día" —contesta, encogiéndose de hombros.

—¿Qué? —Mi cerebro se olvida de todo por unos segundos, desesperado por descifrar lo acaba de decir.

—"No arruines el día" —repite—. Eso fue lo que le dije y bastó para que se enfriara como si le hubiese echado una cubeta de agua congelada en la cabeza.

—¿Qué día? —No entiendo de qué está hablando y los celos se detienen, dándole paso a la curiosidad, que lo nubla todo.

—No soy quién para revelar esa información —declara, y vuelve a levantar la pantalla de la laptop—, pregúntale a Hunter. Y deja de preocuparte y ponerte celosa por cosas sin sentido.

—Fosforitos Radiactivos... —suelta Robin, de forma audible, mientras pasa por detrás de mí en dirección a su escritorio.

—¡Y tú deberías estar en el departamento de camuflaje! —exclamo nerviosa, en dirección al inglés.

Punto de InflexiónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora