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Seis meses y tres semanas atrás.

Había aceptado, por supuesto que lo hizo. A pesar de que aprender a tocar piano era lo ultimo que podría interesarle, pero cuando aquellos orbes oscuros miraron los suyos, esperando por una positiva, él la dio sin dudar ni un poco.

Min Yoongi era bueno, tanto que en tan solo una semana ya le había mostrado y enseñado bastantes cosas al respecto, sin embargo, el rubio insistía en su mala postura.

—¿Cómo es que tienes tan mala postura si dices ser bailarín? —se burló.

El sábado Jimin pidió tener clases, normalmente esos días no estaba disponible, Yoongi salía cada viernes con sus amigos y compañeros de equipo, bebía tanto que al día siguiente se sentía como un saco de mierda y no salía de su cama en todo el día, pero, por alguna razón que no quería averiguar en realidad, ante el pedido de Jimin no pudo hacer más que aceptar, aunque Jimin había sido suave al pedirlo, sin siquiera darle tiempo de insistir, él aceptó en cuando lo pidió.

Era exactamente el séptimo día, lunes por la tarde. El sol comenzaba a esconderse y la gran ventana, situada al oeste, permitía una vista hermosa, y el paso de los rayos lo hacían sentir embelesado, era eso o que Jimin era tan precioso como para ponerlo en aquella situación.

Había pasado tantas tardes ahí, en aquel espacio que tomó como suyo, donde siempre iba y tocaba en compañía de la soledad. Sin embargo, era diferente ahora, y no le molestaba ni un poco.

Sonrió por el puchero que Jimin formó con sus gruesos labios, había notado aquellos pequeños detalles del castaño, como el morder sus labios al estar nervioso, su puchero al sentirse inconforme y sus pequeños ojos desapareciendo por culpa de sus comisuras levantadas en una bonita sonrisa.

Levantó su mano y la llevo al rostro de Jimin, sintiéndose complacido por el sonrojo de este y el como mordía su labio inferior como reflejo del nerviosismo que lo abarcaba. Y finalmente hizo lo que tanto había querido hacer desde aquel primer día que el chico invadió su espacio; con su pulgar acarició el grueso labio inferior del castaño mientras con sus otros dedos acariciaba su mejilla y parte de su cuello.

Destensó su rostro, Jimin se dejó acariciar por los gélidos dedos del contrario, suspirando pesado mientras cerraba los ojos y soltaba la mordedura en su labio.

Yoongi contemplaba con deleite cada gesto del rubio, dejándose absorber por cada minúsculo detalle de su rostro, acercándose más mientras lamía sus labios para suprimir aquel deseo al que su ser le rogaba por ceder. 

Subió la mirada a aquel par de ojos azules que le observaban, sus ojos entrecerrados, como si sus parpados le pesaban y suspiró al momento de bajar nuevamente la mirada a aquellos exquisitos labios, moviendo más su pulgar por sobre ellos.

Jimin no sabía como actuar, nunca había tenido tanta cercanía con nadie y no entendía el porqué de aquel revoltijo que empezaba a crecer en su estomago cada que Yoongi le miraba, le sonreía o, incluso, estaba cerca. 

Sintió la necesidad de lamer sus labios e involuntariamente lo hizo. Lamiendo, sin querer, el pulgar de Yoongi sobre ellos. Y eso fue todo para Yoongi, no pudo detenerse, no cuando Jimin había lamido su dedo y cuando metió su dedo un poco a la boca de este, y, cuando vio los rechonchos labios de Jimin levantarse sutilmente por el intruso y su sonrojo aumentar, supo que no había marcha atrás.

Respiró pesado mientras se dedicada a ingresar el dedo con lentitud sin apartar su mirada ni un solo segundo, sin querer perderse ningún movimiento.

No supo cómo ni por qué, pero Jimin sintió el impulso de succionar, y así lo hizo, ahuecando sus mejillas para luego sacar el aquel largo dedo de su boca y lamerlo con descaro, justo como lo había visto en alguna porno de bajo presupuesto.

La saliva mojó su dedo y lo único que pudo sentir fue el tirón que su miembro dio por ello. No era momento de titubear, no era momento de detenerse a pensar por qué necesitaba besar al castaño, no, era momento de saciar su necesidad.

Apartó su dedo con determinación, provocando un delicioso y vulgar chasquido que lo hizo temblar en su lugar.

Y lo hizo, unió sus labios a los de Jimin con hambre, creando un vaivén veloz y hambriento, sintiéndose desfallecer ante la inexperiencia del castaño al intentar seguir el ritmo; existiendo la posibilidad de que él era el primero en probar tan delicioso manjar.

Pero Yoongi necesitaba más y no iba a detenerse, porque aquella inexperiencia aumentaba su ego y hambre. Se separó del contacto y se levantó de la banca, tomando de su mano a Jimin para llevarlo consigo hasta el estudio de grabación, donde un enorme sillón negro de cuero le esperaba.

Abrió la puerta y entró, cerrándola a su detrás, tomando asiento en el sofá y tirando de Jimin encima suyo.

Agarró con fuerza al castaño, tomándolo de la cintura mientras lo miraba con curiosidad. —¿Puedo tocarte, Jimin?

Su voz ya era ronca, pero justo en ese momento, Jimin se sintió más que deleitado al escuchar aquella gruesa voz más ronca y pasada. Asintió con timidez y cerró los ojos mientras sentía las caricias de Yoongi sobre su piel, colándose entre su camisa, recorriendo con sus dedos toda su columna, acariciando tan lento que se sentía desesperado.

—Hyung —susurró, con su voz suave y agitada. Cerró sus ojos y dejó caer su cabeza al frente, quedando en el hombro de Yoongi.

—¿Mm? ¿Te gusta? —susurró de la misma forma.

Pasó sus acaricias al frente, tocando el plano abdomen del castaño y sonriendo cuando sus dedos pasaron por los duros pezones de este. Pellizcó la zona y Jimin arqueó la espalda, moviéndose un poco sobre él.

—¡Mgh! —gimió ante el movimiento de Jimin sobre su erecto miembro, siendo consiente de este estado hasta el movimiento del castaño.

Se separó un poco, solo lo suficiente como para desabotonar la camisa blanca que Jimin vestía, aquella le había estado tentado todo el tiempo, por aquella transparencia que le permitía ver los marrones pezones del castaño y su pequeña cintura. Se deshizo de ella y no esperó a ver la reacción del castaño, y él solo atinó a atrapar el botón en sus labios.

—¡Ah! —gimió, removiéndose sobre el pálido al momento de sentir su pezón ser atrapado en la humedad de aquella boca.

Yoongi succionó y lamió con vehemencia, mientras gruñía de vez en cuando por el ligero movimiento que Jimin hacía sobre él. Sus manos viajaron de la espalda a la cintura del castaño y atreviéndose a ir más abajó. 

Casi con timidez, el rubio amansó los voluptuosos glúteos de Jimin.

—¡Mhm, Jimin! —gruñó, cuando el castaño se levantó un poco para posteriormente dejarse caer, sin llegar a lastimarlo.

Apretó su agarre y pasó sus besos al cuello de Jimin, mientras este creaba una deliciosa fricción sobre su pene. Sin atreverse a ir más allá, el rubio tomó las caderas de Jimin, aumentando la velocidad del vaivén mientras también levantaba las suyas en busca de más contacto.

Se sentía caliente, su corazón latiendo con velocidad, sus manos picando por tocar más, su piel cubierta en su sudor y su miembro aún duro, a pesar de que acababa de correrse. Además, se sintió estúpido también, estúpido por haberse venido por un simple roce. Pero otro sentimiento ganó, se sentía sucio, enfermo y asqueroso.

Frunció el ceño y apartó a Jimin con enfado, saliendo de ahí sin siquiera mirarlo ni despedirse.

Maniac ; yoonminDonde viven las historias. Descúbrelo ahora