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Seis meses y dos semanas atrás.

—No sé qué hice mal, Tae —suspiró con pesar.

Una semana había pasado desde aquello. Se habían besado, su primer beso había sido con un chico, y no con cualquier chico. Había sido con el capitán de baloncesto, aquel que parecía ser un completo imbécil, pero aún así lo proclamaron como el más caliente de toda la universidad.

—Él fue quien inició todo —puchereó.

Taehyung era un buen amigo, lo había conocido el segundo día en la universidad, había estado suspendido por pelearse con su hermano, Kim Seokjin y Kim Taehyung no parecían tener una buena relación de hermanos, quizá aquel hecho era lo que los había unido como dos almas gemelas.

Le consideraba ya su amigo, era su primer amigo y estaba feliz por ello, Taehyung le escuchaba con atención, aunque seguía sin creerse del todo que el capitán se haya besado con su amigo.

—Bueno, él siempre ha sido un idiota, Mimi —admitió—, seguro se siente abrumado, es decir, siempre nos ha molestado a mí y a Jungkookie por ser pareja, en realidad es extraño que te haya besado.

—También es extraño para mí, ¿crees que el que no haya besado a nadie antes tenga que ver con que me haya gustado?

Taehyung frunció el ceño sin entender. —¿Por qué tendría que ver?

—Ya sabes, como era mi primera vez, quizás por eso es que me gustó, porque no sé lo que es besar a alguien y... —detuvo sus palabras y miró a Taehyung con asombro por lo que iba a decir, él solo había mencionado el beso.

—¿Y? ¿Hicieron algo más? —inquirió, con sus ojos abiertos y su ceño fruncido.

Mordió sus labios hasta el punto de que un poco de sangre brotó por ellos, apartó la mirada y cerró sus puños con la tela de su camisa en ellos. No quería hablar, no quería contar aquello, no era por falta de confianza, era por vergüenza.

Taehyung se encontraba expectante, sin apartar la mirada sobre su amigo, sin perderse ni un solo detalle del rostro que evidenciaba los nerviosos que este intentaba ocultar, pareciéndole tan tierno que resultaba gracioso.

Carcajeó fuerte, rompiendo el silencio que se había formado entre ellos e incomodaba a Jimin.

—¡No puedo creerlo! —sostuvo su estomago mientras reía— ¿Follaron acaso? Digo, estás muy nervioso.

—¡Taehyung! —regañó, mirando a todos lados con sus mejillas sonrojadas, se abalanzó sobre su amigo y con su pequeña mano tapó su boca— No digas esas cosas, o al menos sé más discreto.

Y el capitán de baloncesto no se consideraba celoso ni mucho menos controlador, pero justo en ese momento, apretaba sus puños con fuerza en un vago intento de retener sus impulsivos deseos de ir y apartar a Kim Taehyung de su pequeño pollito.

—¿Podrías, por favor, dejar de gruñir como perro rabioso? —pidió Jennie con burla— Sé que no te bajas a mí hermano, pero acaba de volver de su expulsión, no te ha hecho nada.

 Sentados en aquella banca que consideraban de su propiedad, Jennie, Seokjin, Hoseok, Namjoon y Yoongi, se encontraban comiendo su almuerzo, aprovechando la sombra que el gran árbol a sus espaldas les brindaba en tan caluroso día. 

Jimin vestía un jeans mezclilla clara, ajustado únicamente en su pequeña cintura y grandes aperturas que dejaban ver sus muslos y rodillas, y aquella camisa blanca tipo crop top, que de vez en cuando dejaba a la vista la suave y blanquecina piel de su abdomen. Perfecto, era la palabra más acertada que el capitán había encontrado para describirlo. 

Como toda la semana, Yoongi lo veía desde lejos, saboreando con la vista cada curva de aquel delicado cuerpo, aquel que había tenido sobre él y deseaba tener de nuevo. Pero lo jodía, porque él no era homosexual. 

Le repugnaba ser consiente de sus asquerosos deseos de tomar aquel cuerpecito en sus manos y tocarlo a su antojo, pero era una realidad, una que por más que quiso no pudo negar. Y podría ser valiente, levantarse de aquella jodida banca y plantarle un beso en esos gruesos labios a Park Jimin, pero también era una realidad que era un cobarde y lo admitía.

Él era el capitán, observado y juzgado por unos y deseado por otros. Todas las vistas estaban sobre él, su padre, el director, lo asechaba como si su hijo se tratara de una maldita presa, esperando cualquier pequeño error que lo hiciera entrar en su trampa y acabar con él de una vez por todas. Yoongi podía ser un cobarde, pero no un idiota como para correr directo en la trampa que su padre había puesto para él.

Lo quería lejos, pero Yoongi no se lo iba a dejar tan fácil.

Además, Park Jimin estaba en boca de todos, proclamado como el rarito de la universidad por Kwon Jiyong, un estudiante de composición musical, popular por su estilo, talento y carácter fuerte; la verdad era que Kwon se mostraba como el amo con sus letras al rapear, pero varias veces el capitán lo había puesto en su lugar y lo hubiera hecho de nuevo, pero no podría defender a Jimin frente a toda la universidad.

Hacía cuatro días, exactamente, que Jimin había entrado en el campo de visión de Jiyong, para su mala suerte. El rapero era abiertamente gay y había considerado al castañito, como le había apodado, como su tipo ideal. Estaba encantado, había halagado frente a todos al chico de hebras cafés, pero aquella tarde, Jimin había sido claro y directo, "no me llamas la atención", había dicho. Fue un golpe directo y fuerte al jodido ego del rapero, quién se prometió castigar al castaño por su osado accionar. 

Desde entonces, Kwon se encargada de fastidiar a Jimin, razón por la que Park Jimin era conocido como el castañito, desteñido o como el rarito. 

Era simple, el capitán no podía ser visto con el rarito y mucho menos, mantener una relación romántica, ni siquiera una meramente carnal; así que Yoongi huyó, escondiendo a su asqueroso ser que le rogaba por buscar al rarito Park.

—No es por tu hermano, Jen, es por el desteñido que Yoongi gruñe como un sarnoso —sonrió ladino Namjoon— la cuestión aquí es el porqué.

—¿Eh? ¿Serán celos? Yoongi, ¿acaso tienes miedito de que mi hermano te robe el mandado? —se burló Jennie nuevamente, llamando la atención de unos cuantos estudiantes cerca.

—¡A la mierda! —se levantó enfadado Yoongi en dirección a donde Jimin y Taehyung se encontraban, empujando a algunos que se cruzaban en su camino.


Maniac ; yoonminDonde viven las historias. Descúbrelo ahora