Capítulo 1. Ella

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Estoy ante el ventanal de mi imponente edificio, Grey Enterprises Holdings Inc., Grey House. Debería sentirme contento; acabo de firmar un contrato que asegura un próspero y millonario negocio, dejando a Warren Edward Buffett mordiendo el polvo. Devoré ese pez, como dicen todos, pero estoy hastiado.

Una suntuosa reunión se celebra varios pisos abajo en conmemoración a todo esto, y todos aguardan para escuchar mi discurso. El mismo mensaje de siempre, a lo largo de los años: "Hagamos lo que sabemos, demostremos que somos los mejores".

¿Qué demonios me pasa? Siento que no puedo respirar. Este edificio siempre ha sido mi fortaleza, mi refugio, el resguardo de mis sombras, el lugar donde me siento más seguro, pero ahora me ahoga. Estoy harto de este lugar, de los números, del dinero, de las reuniones, y de mí mismo.

- "Señor" - dice mi guardaespaldas solicitando permiso para entrar. Asiento y se aproxima.
- Todos lo esperan, señor.
- Ya voy - le respondo sin mirarlo, con la vista al frente, perdida en la nada.
- ¿Todo bien, señor?
- Acabo de cerrar un trato millonario, ¿podría no estar bien?
- Sería prudente que tomara unas vacaciones, señor; es un momento oportuno.
- Nos vemos abajo, Taylor. Prepara la camioneta; nos iremos después del discurso.
- Señor, todos aguardan su presencia en la llegada de Warren. Es crucial.
- No fue una buena noche para él. Mi padre se encargará; no te preocupes. La camioneta, Taylor, no quiero que nadie nos vea salir.
- Como usted ordene, señor. Con permiso.
- ¡Hagamos esto! - suelto el aire y abandono mi oficina, sin muchos ánimos.

Camino hacia el ascensor, presiono el botón para el vestíbulo y espero. Al entrar, la idea de llamar a Leyla cruza por mi cabeza; tener un encuentro con mi sumisa en turno podría mejorar mi ánimo. También considero llamar a Elena, pero ninguna de esas dos opciones realmente me motiva.

Cuando las puertas están a punto de abrirse, presiono el botón de nuevo. Necesito salir de aquí. ¿Estoy siendo impulsivo? Ese no es mi estilo, pero no quiero permanecer aquí. Sigo ese impulso y pienso en mi auto; mi veloz R8 está al otro extremo del sótano. Bajo y me dirijo hacia allá con pasos decididos. Desabrocho mi camisa, aflojo un poco mi corbata, y sé que tengo pocos minutos antes de que Taylor esté respirándome en la nuca. Pero es tiempo suficiente para apagar el maldito GPS.

- ¡Sácame de aquí, cariño! - enciendo el motor con el comando de voz y tecleo el código de seguridad para abrir la barrera.

Salgo a toda velocidad y apago mi maldito teléfono.

- ¡Vaya! Eso fue rápido - digo en voz alta. Era una llamada de Taylor; retiro la batería, conozco los trucos de John.

Conduzco sin rumbo durante más de una hora y estoy por llegar a Bellingham, una ciudad costera al sur de la frontera con Canadá. Compré una maderera recientemente en este lugar y pienso reactivar la zona. Fue un gran centro industrial durante décadas y estoy seguro de que puedo producir madera y carbón de forma sustentable nuevamente.

Visité un pequeño café cuando estuve aquí, corriendo cerca de la costa. Recuerdo que la bebida era excelente, así que conduzco hasta el lugar. Es un sitio tranquilo, con tráfico relativamente ligero, y llego rápidamente a mi destino.

Estaciono el auto y bajo lentamente. El R8 y yo atraemos la atención de más de un curioso. Es el auto Grey. Tomo la gabardina que por suerte estaba en el asiento del copiloto y entro al pequeño establecimiento. Es una tarde fría, no hay mucha gente, y sin duda, este lugar no es un destino turístico. Pero vamos, Grey, solo un café. Me acerco a la barra con la intención de salir rápido.

 Me acerco a la barra con la intención de salir rápido

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Anastasia SteeleDonde viven las historias. Descúbrelo ahora