Al abrir sus ojos. Todo lo que había pasado vino a su mente. Un mes desde que cantó aquella canción, desde que le envió el mensaje con aquellas -dos enormes- palabras. Se levantó y miró hacía el calendario que cuelga de la pared, al ver que ya es 19 de diciembre y que eran las vacaciones de navidad, se sintió extraña, un poco melancólica.
Se apresuró a hacer su rutina, a ponerse su traje de baño completo, un vestido playero, un sombrero tejido ala ancha y sus sandalias estilo romanas. En la sala del apartamento estaba su guitarra en su funda, la agarró y se dirigió a la playa. Estaba tan solitaria al ser tan temprano, apenas estaba saliendo el sol. Se sentó con las rodillas flexionadas en la arena, cerca de la orilla, donde el agua roza sus pies. Colocó la guitarra en su regazo.
Natalie escuchaba las olas romper, observó el amanecer y se quedó maravillada, por más veces que lo hubiera visto últimamente... no sentía menos maravillada o asombrada. De repente, deseo tenerlo a su lado. Kyle tomando su mano. Sus pensamientos siempre terminaban dirigiéndose a él.
Nathan había llegado hace dos días a Miami. Y se encontraba en ese momento surfeando con Xander y George.
—¿Puedo? —escuchó una voz. La voz de Kyle.
—Sí —respondió sin respiración.
Lo sintió a su lado, podía sentir el calor que emanaba de su cuerpo, aun sin tocarlo. El embriagador aroma de su perfume le llego, era embriagador. No sabía qué hacer, habían hablado por mensajes y llamadas telefónicas, pero verlo era diferente.
—Lo siento por... —musitó apenada, pero él la interrumpió.
—No, Lie, no lo digas —Kyle miró el perfil de ella con detenimiento, su piel estaba mucho más llenas de pecas pero también tenía más color.
—Necesito decirlo, solo tuve miedo —susurró con tristeza, se atrevió a mirar hacia él.
—¿De qué? —quiso saber Kyle.
—De Wayne —dijo muy bajito, tan bajo, que Kyle casi no escucha.
—¿Que te hizo? —La rabia comenzó a latir en las venas de Kyle.
Al ver el cabello de Natalie estaba suelto y se movía a su alrededor como llamas danzantes, olvidó su rabia. Jamás dejaría de amar esa hermosa cabellera rojo zanahoria. Él tenía algo por las castañas, pero no se podía comparar con la belleza de Natalie, ella era diferente. Muy pocas veces, te conseguías a pelirrojas o pelirrojos. Era muy extraño. Rubias las veías por todos lados, las castañas también.
Jamás se imaginó enamorar de aquella pelirroja, una extraña bailarina que ganó el concurso junto a Nathaniel y quien diría que el destino da tantas vueltas. Tomó la mano de Natalie y la llevó a sus labios.
—Te extrañe, nena —le dijo a Natalie, ella giró por completo su rostro. Agradeció no tener que responder la pregunta de él.
Aquellos ojos azul oscuro le quitaron el aliento a Kyle.
—No te esperaba —Natalie clavó sus ojos en los azul cielo de Kyle.
—¿Sorprendida, amor? —la miró con dulzura.
—Sí, no creí que me vinieras a buscar o a ver —confesó Natalie y sintió el calor en sus mejillas.
—Lo haría, lo hice y lo haré siempre. Te amo y el que no estés a mi lado, me hace enloquecer —Aquellas palabras fueron tan cálidas que abrazaron el corazón de Natalie.
—Yo también te amo —Kyle atrajo a Natalie a su regazo.
Ambos miraron como el sol salía por completo, aquello se sentía tan normal que amaron cada segundo. Y jamás sería posible que Kyle fuera feliz sin Natalie o viceversa.
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Una extraña bailarina
RomanceCon solo un vistazo a la verdadera bailarina y Kyle Forlan se quedará prendado, solo debe ver más allá de lo que ven sus ojos, debe verla con su corazón.