Por amor

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Candy estaba muerta de nervios, no podía evitar caminar de un lado a otro mientras temblaba ligeramente y miraba a Rose y Kyle que la seguían con la mirada. Esperar por el doctor la iba a volver loca. Vio a una enfermera acercarse a ellos. Miró el portapapeles antes de mirarlos.

—Señores, ya está preparado el doctor para la próxima cita que es con la señorita Candace Roy —Ella vio a Kyle y Rose levantarse. Todos siguieron a la enfermera al consultorio.

Entraron y la enfermera le señaló la camilla a Candy. —Sube a ella y espera al doctor —le aconsejó.

Candy sintió las lágrimas llenar sus ojos. Se subió a la camilla y se acostó, evitó a toda costa la mirada de Kyle, el doctor entró. —Hola Candace, soy Wells Collins —se presentó al tiempo que miraba el historial médico de ella.

Se acercó a la camilla, le pidió que se levantara la blusa hasta debajo de los pechos.

—Doctor queremos saber primero los resultados de la prueba de embarazo —preguntó Rose nerviosa.

El doctor Collins tendió a Kyle el sobre. Kyle lo agarró, rompió el sobre y saco la hoja con el resultado. Leyó con cuidado y miró a su madre.

— ¿Qué? Habla, Kyle —le urgió Rose a su hijo.


Natalie admiraba el ocaso e intentaba componer una canción, pensando y recordando. Cuando dio con la melodía, encontró la letra y comenzó a tocar la canción. Dejó salir su voz, mientras sentía el agua tocar sus pies, ella miró hacia el cielo y cantó pensando en Kyle. Cerró sus ojos, sus dedos rasgaban en las cuerdas de la guitarra, aquella que compró en el pueblo después de salir del sendero, determinada a dejar salir todo lo que la lastimaba.

Terminó la canción y dejó sus ojos cerrados, aguantando las lágrimas que quemaban tras sus parpados.

—Hermoso, Natalie —Escuchó la voz de Nina.

Natalie abrió los ojos, vio lágrimas en los ojos de la morena, y agradecida por la bondad que vio en sus ojos, murmuró—: Gracias.

Ahí fue cuando vio a varias personas a varios metros de ella, Georgiana, Carlos, Miranda y Ethan, todos tenían lágrimas en los ojos. Ella miró la arena avergonzada de que hubieran presenciado su dolor, todos se acercaron a la joven y la rodearon, ella comenzó a llorar a lágrima viva. Nina se sentó a su lado y le tomó la mano, la abuela Georgiana la dejó llorar en sus brazos, mientras Ethan la abrazó desde atrás. La dejaron desahogarse y sacar el dolor.

Georgiana la calmó—: Pequeña, todo mejorará —susurró dulcemente a Natalie.

Natalie se levantó, asintió a todos y corrió al mar, se sumergió para liberarse de parte de su dolor. Cuando salió del agua, Ethan se quedó sin aliento la ropa al estar mojada se le pegaba al cuerpo, su cabello parecía más oscuro e incluso sus ojos brillaban como zafiros, junto a su piel pálida que resplandecía, haciéndola parecer una diosa. Aquella chica era la personificación de la chica ideal.

Con sonrisas y abrazos la recibieron, se dirigieron a la posada. Ella enseguida preparó la bañera de su habitación para darse un largo baño, cuando se metió en ella, se intentó relajar.

Comenzó a hablar en voz alta—. Ni que me ame, Kyle, podría regresar. Ahora tiene que amar a su hijo y a la madre del bebé —murmuró Natalie observando las grietas del techo—. Sus fans no apoyarían que lo separara de su hijo y de Candy. Yo jamás podría separar a un niño de su padre o de no tener a sus padres juntos.


—Dilo, hijo —Rose quería saber que decía el resultado.

—Es... negativo —musito mirando a su madre.

Una extraña bailarinaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora