El pozo de los deseos

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Rose se acercó con cautela y lentitud a su hijo, estaba preocupada y no sabía qué hacer. Kyle sentado en la cama con una camiseta de Natalie en sus manos y parecía profundamente perdido... ido y hasta desolado. Tocó su hombro con un suave golpecito, y aun así, él no se movió. —Hijo —lo llamó Rose suavemente, esperando que esta vez él si la escuchara.

Ella lo movió un poco más fuerte y él salió del trance y miró a su mama con confusión destilando de sus ojos azul claro.

—Hola mamá —saludó con desgana.

—Kyle, cariño... —se sentó a su lado— ¿Por qué no compones una canción? Escríbele una canción, agrégale nuevas canciones a White and Black. Aparte de las que ya elegiste.

— ¿En que ayudaría eso? —preguntó Kyle frunciendo el ceño, daba su vida por arruinada, la prensa ya sabía de la huida de Natalie y la razón que tuvo para hacerlo. En otras palabras, ya corría el rumor del embarazo de Candy.

—Primero, haz una prueba de embarazo a Candy —enumeró con los dedos—. Segundo, un eco para ver al bebe —lo miró enarcando una ceja—. Tercero, con la canción le demostraras a Natalie que le amas, que solo la quieres a ella y si ese bebé existe, le darás al apoyo.

—Mama... —empezó a protestar, pero Rose no lo dejó.

—Hazme caso, Kyle, una madre sabe lo que es mejor para su hijo —besó la frente de Kyle—. Dale espacio, déjala en paz para que se recupere y cuando vuelva al Deadly Blackness tour, sorpréndela como solo tú puedes hacerlo —le guiñó un ojo.

—Gracias, mamá, te amo —Kyle la abrazó. Rose sonrió cuando la soltó y se fue, cerrando la puerta detrás de ella.

Sacó el libro favorito de Natalie y lo abrió, justamente donde estaban unas cuantas fotos que se habían tomado juntos. Vió la sonrisa de Natalie, como sus ojos parecían desprender luz propia y no pudo contenerse de acariciar el rostro de ella. Una punzada de dolor persistía en su pecho. ¿Cómo pudo irse? ¿Por qué?

Abrazó la camiseta de Natalie y aspiró el aroma a jazmín de ella, el cual se ligaba a su aroma natural. —Te encontrare, Lie —se prometió a sí mismo.

Se dejó caer en el colchón y respiró hondo para percibir el olor de Natalie que quedo impregnado en la cama y se encontró un largo y rizado cabello rojo. Te traeré de vuelta a mi vida, juró Kyle, espero que quieras hacerlo porqué nunca he amado a nadie como te amo a ti.

Natalie es la persona con la que él anhela pasar cada día de su vida.

Natalie terminó de trenzar su cabello, miró su rostro y decidió no maquillarse. Se limpió las lágrimas que habían rodado por sus mejillas, le dolía recordar a Kyle haciendo bromas sobre su cabello trenzado. Se acarició la mejilla recordando los dedos de Kyle acariciándolas hasta que ella despertaba o para hacerla quedarse dormida.

—Kyle —susurró con dolor inundando su pecho—. ¿Por qué tuviste que incrustarte en mi corazón? Esto lo hace más doloroso, te amo tanto que... hasta duele amarte.

Tocaron la puerta de su habitación, ella se limpió el rostro con un pañuelo y abrió la puerta. Ethan estaba allí con las manos en los bolsillos.

—Hola, venía a buscarte para que desayunes —la saludó tímidamente.

—Gracias, déjame agarrar mi bolso —Natalie corrió de vuelta y agarró su bolso. Se metió dos pañuelos en el bolsillo de su vestido veraniego.

Cerró su habitación con seguro y caminó al lado de Ethan, este sentía el tipo de silencio que hablaba sin palabras, él podía sentir dolor viniendo de ella. ¿Qué le hizo Kyle Forlan? ¿Por qué pidió silencio a Paula y discreción?

Una extraña bailarinaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora