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Estaba más que confundido, y el viento que golpeaba en mi rostro provocando que mis pensamientos sean más asfixiantes no ayudaba en nada, no recordaba algo como Braham en ninguna línea del tiempo anterior, es que acaso había jugado demasiado con eso del gato y el ratón, mi mente no lo recordaba, pero mis instintos me decían que algo mu malo saldría de esto y no me quería arriesgar pero otra parte de mí me decía que si no lo hacía las cosas podrían ser peor de lo que pienso. 

Ganar o Morir. 

Era lo único que estaba en mí mente y si las cosa serían de esa manera la respuesta estaba más que clara pero debía de pensar bien las cosas, por eso pedí tiempo y por eso caminaba ahora hacía mi casa, dónde seguramente Izana y Hanma me esperarían para interrogarme y honestamente ahora no tengo tiempo para eso, tengo muchas cosas en que pensar luego de venir de Kansai había muchas cosas que aclarar, en especial luego de hablar con Gaido. 
En momentos así yo quería huir pero sabía que no lo conseguiría porque de una forma o otra me encontrarían y me atormentaría, lo intente en varios pasados y en todos salió mal. 

De alguna forma mis mano picaban y mi garganta empezaba a sentirse seca, desesperado palpe mis bolsillos buscando la cajetilla de cigarros que llevaba normalmente conmigo y la saque, solo había uno. Suspire frustrado pero aún así lo tome y lleve a mis labios apretándolo con delicadeza para que este no cayera al suelo. Entre en un callejón y en mis pantalones buscaba un encendedor para poder prender aquel pedazo de papel y nicotina y así joder mis pulmones pero no encontraba ninguno. Molesto fruncí el ceño e impaciente apreté aun más el cigarro doblándolo un poco hacía abajo pero no encontraba ninguno por ningún lado, de repente unos pasos detrás de mí y gire la cabeza y vi a un tipo calvo con un tatuaje de media cara, me hice a un lado para dejarle pasar pero se detuvo pasos delante mío y busco algo en su bolsillo. 

Mierda, si dice que le robe tendré que pelear con él. 

Pero inesperadamente se giro hacía mí y me ofreció un encendedor, lo tome en silencio y con cuidado, tratando de no hacer mucho contacto visual, luego encendí mí cigarro e inhale esperando a que saliera aquel humo espeso amargo. Por fin, luego de llenar mi garganta pude respirar calmadamente tras aquella calada al cigarro, le devolví el encendedor pero se negó y luego rio, mirándome de arriba a abajo mientras me analizaba.

—Que raro— pronuncio, su voz era grave, y daba miedo—, no pareces una persona que fume— metió sus manos a sus bolillo y se recargo en la pared viéndome. 

—Y tú no pareces ser una persona que hable tan casualmente con extraños— aleje el cigarro de mi boca y mire al tipo, era alto, llevaba un uniforme de color rojo, como los de la prisión, pero encima traía una chamarra de color blanco.

Soltó una pequeña risilla, una burlona y luego me miro fijamente, el ambiente cambio, se volvió más pesado, inhalo aire por la nariz de manera rápida y luego arrugo la nariz, el quería algo.

Hasta MorirDonde viven las historias. Descúbrelo ahora