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Suspire de nueva cuenta, estaba cansado y harto de esta situación, estaba harto de ser interrogado cada cinco minutos por alguien, porque en verdad después de las clases los chicos sugirieron reunirnos para pasar un buen rato y yo acepte de manera crédula, fuimos a un restaurante tradicional el cual, para bienestar de mi billetera pagaron Kisaki y Hakkai, nuca me había sentido tan agradecido de conocer personas que tuvieran altos ingresos económicos. Y de alguna manera el pensar en el dinero me hizo recordar a Koko, quien antes de desaparecer sin decir nada poco después de Maiky dejo un gran vació emocional en Inupi, todos odiamos al pelinegro durante un tiempo, preguntándonos cómo era capaz de dejar atrás a su amigo de toda la vida fácilmente solo por una ambición. 

Mire a Kisaki, quien me observaba fijamente, sabía que pensaba en algo y eso me hizo sentir incómodo, por lo que tome la taza de té verde y di un gran sorbo sin importar lo caliente que estuviera. 

Mierda quiero fumar. 

Pase el líquido quemando mi garganta y lengua, pero no importaba, volví al alzar la mirada y sonreí, evitando los ojos azules que me observaban tan profundamente, mire a Mitsuya, quien a pesar de todo el ruido a su al rededor y la fuerte voz de Shiba su postura se veía tan perfecta, con un ambiente armonioso, parecía un hada entre tantos simios, reí por este pensamiento capturando su atención y me miro, con sus brillantes ojos lila, una mirada tan intensa pero llena de calidez y luego sonrió, de alguna manera ese simple gesto hizo que mi cuello se sintiera caliente y yo devolví la sonrisa, gentil y amable como estaba acostumbrado a hacer. 

Quiero un trago. 

Y ahora volvía a estar encerrado en mi mundo sonriendo estúpidamente mientras observo los gestos de Chifuyu, decidiendo por su mirada y no por lo que dice el gesto que desea ver en mi rostro y yo le concedo ese deseo, estaba siendo participe de la conversación sin siquiera estar en ella, eso si era agotador y una mierda; ahora un toque suave en mi hombro llamando mi atención, mire en su dirección y era Hanma, quien con la cabeza me señalaba hacía afuera, y yo asentí. 

—Irá al baño un momento— le dije a Chifuyu en el oído y el asentía con la cabeza para seguir su amena plática con Baji y los gemelos Kawata.

Seguí a Hanma hacía a fuera, pasillo pequeño entre locales es donde nos encontrábamos ahora, el saco la cajetilla de su bolsillo de la chaqueta y luego me extendió uno, respire aliviado, en verdad me sentía asfixiado con todos ellos, no era algo malo, pero, con el tiempo se volvió estresante porque recordaba mis pecados del pasado, y los suyos, y, había momentos en lo que solo quería matarlos a todos y luego suicidarme, tal vez esa era una nueva opción, no lo sé, todo es tan malditamente confuso, tan problemático y siendo sincero, estoy muy asustado, en verdad que, no quiero imaginarme un escenario peor que los que viví pero a veces parecer ser que la vida se empeña en hacerme saber que en mi anterior vida, ates de todas estas, hice algo en verdad jodidamente malo; acepte el cigarro y lo encendí con el de Hanma, aspire el humo espeso y amargo, me sentía tranquilo, mis sentidos volvían y mi estrés se esfumaba, reí ante ello, era increíble el poder que un poco de nicotina tenía en mi sistema, en verdad estaba muy jodido, inconscientemente rasque mi cabeza, donde pasados atrás una bala por decisión propia e involuntariamente un escalofrío me envolvió. Tire el cigarro sin terminar y lo pise, bajo la atenta mirada del mecha rubia. 

—Volveré adentro, gracias por el cigarro— me di media vuelta e intente abrir la puerta que dejaba acceso al local pero un fuerte golpe me lo impidió, mire hacía arriba y era la mano de Hanma que se había azotado contra la puerta impidiendo que pudiera abrirla. 

—¿Qué tramas Hangaki?— Escupió sin rodeos, yo, confundido me gire para verlo—, haces cosas que antes no hacías, hablas con gente con que no hablabas y cada vez tienes más hábitos tan extraños— se encorvo a mi altura, su respiración chocaba con la mía, y nuestras miradas estaban conectadas directamente. 

—No se de que hablas— concluí apartándolo de mi, no tenía tiempo que perder y, pero antes de poder volver a abrir la puerta me detuvo bruscamente. 

Me giro y me sostuvo con sus manos, apretando mis brazos y me alzo un poco del suelo para que lo mirase directo, estaba molesto y no sabía porque, o tal vez si pero prefería ignorarlo y hacer la vista a un lado, así era más fácil y me deshacía de sentimientos inútiles; su mirada era feroz y perspicaz, sabía que notaria cualquier mentira fácilmente en mí, pero, aún así me arriesgaría, no tenía que decirle algo a alguien que no tiene ni la más mínima idea de lo que esta por suceder o lo que sucedió, no ahora, sino en otras líneas, la cantidad de infiernos que tuve que vivir para que ahora todos estuvieran juntos y pudieran hacer chistes sobre la vez que Angry se ahogo con un espagueti, es por esto por lo que me sacrifique tantas veces. 

—Escúchame bien Takemichi— escupió con furia mi nombre, estaba muy molesto— si esto, de alguna jodida forma involucra a Kisaki y lo pone en peligro no me quedare quieto— me apretó aún más y me sacudió en el aire, el cigarro seguía en su mano izquierda como si nada, a pesar de la fuerza que ejercía no parecía nada. 

Y, no sé si fue un impulso o algún intento de salir de la situación apresuradamente, me impulse sobre mis puntas de los pies acercándome a él, ahora estábamos frente a frente, dorado con azul, y, bruscamente lo bese, sus labios y los míos chocaron con fuerza, al separarme de él mordí su labio y le mire, retándolo. El solo sonrió, me soltó y volvió a acorralar contra la puerta, pero ahora había una tensión sexual inexplicable, pero aún así, me beso, un beso ardiente y lleno de pasión contenida, sonreí entre el beso y lo abrace por el cuello, sus manos fueron a dar a mi cintura y fue entonces cuando el cigarro cayó al suelo. 

Mi cuerpo ahora choco suavemente con la puerta y las manos ajenas acariciaban mi espalda lentamente, su boca y la mía estaban unidas, no era algo salvaje, era algo jodidamente sensual, sin prisa, lento y fuerte, apretó mi cuerpo contra el suyo y de alguna manera solté un suspiro que lo hizo reír bajo pero aun así no me soltó, en ese momento sus manos bajaron a mis muslos y las mías a su espalda, acariciándola; la temperatura de ambiente empezó a subir poco a poco y, por su fuera poco empujaba mis caderas hacía el frente provocando que su intimidad y la mía se rozaran. 

Joder. 

Otro suspiro, pero ahora reflejaba excitación, y realmente creo que hubiéramos llegado más lejos de no ser por la bocina de un carro que iba pasando a lo lejos, asustándonos a ambos provocando que nos separáramos abruptamente, pero al notar que no era solo reímos y luego soltamos un gran suspiro de cansancio. 

—Volveré adentro primero— dije como si nada y solo recibí un asentimiento de su parte, se alejo de la puerta y yo entre al local, cerrando la puerta tras de mí, recargándome en ella casi desmayándome—. Quiero volver a intentarlo. 

Y después entre al lugar, encontrándome con los demás quienes me recibieron entre risas para decirme de lo que me había perdido en esos minutos, pero, la sensación de la boca ajena en la mía o las manos recorriendo mi cuerpo no se iban. Sacudí mi cabeza y bebí de lo que sea que hubiera en el vaso. 




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Hasta MorirDonde viven las historias. Descúbrelo ahora