Problemas

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Había pasado ya más de veinticuatro horas desde que Senku conoció a Kohaku, y no podía entender por qué ella aún no le escribió para concertar esa cita que acordaron.

¿Cuál era el motivo para hacerlo esperar tanto?

Apenas guardó sus hojas de cálculo de ese día, miró su celular. Salió del laboratorio y miró su celular. Se subió al taxi y miró su celular. Llegó a casa de su padre y miró el celular una vez más. Y luego otra vez, y otra vez... y unas diez veces en menos de veinte minutos, haciendo a su padre reírse de él.

Lo miró con fastidio.

—Vamos, hijo, ten paciencia. Ya te llamará. No estés tan nervioso por tu linda enamorada. —Meneó las cejas con picardía, a lo que Senku le arrojó una almohadilla del sofá al rostro.

Él rascó su oído con fastidio, negándose a responder a sus palabras y volviendo a mirar a su celular.

Maldita sea, debería haberle pedido su número también...

—¿Sigue nervioso por su novia? —preguntó Lillian con una sonrisa divertida, dejando unos bocadillos en la mesa en medio de Senku y Byakuya.

—No, ¿por qué estaría nervioso? Eso no tiene lógica.

—Claro que está nervioso, se está trepando por las paredes porque ella todavía no lo llama. —Byakuya rio a carcajadas.

—Aw, nuestro Senku está enamorado. —Lo abrazó contra su pecho, haciéndolo gruñir con molestia.

—Ni siquiera la conozco, esta cita es precisamente para conocernos. Y no es diez billones por ciento seguro de que ella sea mi prometida, solo que por ahora es la opción más razonable. —Bueno, bien que había cancelado todas sus otras citas apenas la conoció, pero igual no estaba del todo seguro.

—Ñeh, es perfecta para ti, lo supe apenas ver como se miraban. ¡No podían quitarse los ojos de encima!

—No es cierto.

—Aw, ¡ya quiero conocerla!

—Bueno, eso será difícil si no se digna a escribirme. —Volvió a revisar su celular.

—Bueno, podrías aprovechar este tiempo para planear algo para su cita —propuso su padre, emocionado—. ¡Puedes pedirme todos los consejos que quieras!

Senku rodó los ojos, tomó uno de los pastelillos que trajo Lillian y se fue directo a su vieja habitación a encerrarse para poder mirar su celular en paz... eh, más bien para seguir su investigación en paz.

Pero en serio, ¿por qué esa leona no lo llamaba? ¿Ni siquiera un mensaje?

Pff, esto era ridículo, lo más seguro era que estuviera ocupada, ¿por qué le daba tantas vueltas a este sinsentido?

Mejor seguir haciendo cálculos para su proyecto. ¿Una supercomputadora capaz de reproducir imágenes de las memorias de las personas? Era el Nobel asegurado, además de un montón de dinero para sus bolsillos, dinero que luego podría emplear en su propia agencia espacial, como siempre soñó.

Ahora que lo pensaba... casarse ahora mismo quizás no fuera lo mejor. Si las cosas con Kohaku funcionaban y debía dedicarle tiempo a la vida de casado, ¿se retrasaría en su proyecto? ¿O ella se enfadaría y lo dejaría si él le prestaba demasiada atención a su trabajo?

Ugh, eran dudas demasiado problemáticas, de verdad quería conocer más a esa chica. Le advertiría desde el principio que él anteponía la ciencia y el desarrollo tecnológico antes que cualquier cosa, y si eso no le gustaba deberían alejarse ahora mismo y él simplemente debía dejar de buscar prometida. Y ya.

Anillo sin parDonde viven las historias. Descúbrelo ahora