Equivocada

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Pasaron el resto de su semana de vacaciones casi como si fuera una luna de miel, Kohaku incluso arrastró a Senku a hacer actividades deportivas de turismo, como había recomendado el Dr. Xeno, aunque no había durado mucho en ninguna, ni siquiera terminó la hora de buceo, aunque esa fue en la que más tiempo pasaron juntos. La mayoría de las veces trabajaba en su proyecto mientras ella se divertía con esas actividades extremas, pero aun así pasaban mucho tiempo juntos... en especial en la cama.

Honestamente, Senku nunca antes había hecho tanta actividad física en su vida, pero maldita sea que valía la pena amanecer casi muerto y cojeando al día siguiente, lleno de arañazos y mordidas de esa leona apasionada que logró sacar una faceta completamente nueva de él.

Nunca antes había estado tan decepcionado de que las vacaciones llegaran a su fin, él que amaba trabajar en sus proyectos científicos y constantemente hacer avances en sus investigaciones estaba genuinamente decepcionado de que esa semana haya sido tan corta, pero tanto él como Kohaku debían volver a Japón y concentrarse en sus trabajos.

Además, aún les quedaba presentarse formalmente ante sus familias para elegir una fecha para la boda.

—Ruri seguramente quiera hacer una ceremonia elaborada —dijo Kohaku mientras guardaba su ropa en su maleta—. Quisiera casarnos lo antes posible, pero seguro que querrá tomarse su tiempo y preparar todo bien, así que ¿qué tal si fijamos la fecha en dos meses?

—Lillian también querrá hacer algo elaborado. —Senku bufó, guardando sus planos en su maletín—. Quizás nos pidan tres meses, tendremos que involucrarnos un poco para asegurarnos de que no quieran alargar demasiado el proceso.

Las bodas eran muy comunes y planearlas no solía tardar demasiado cuando era por el registro civil, ya que tenían mucho personal para ello y podían ir a casar a la gente en el lugar que quisieran, pero si sus familias querían poner demasiado detalle en la ceremonia sin duda podrían alargar esto mucho más de lo que a la pareja le gustaría.

Querían acabar con el asunto de una vez, lo más rápido posible.

—Luego de decirles, igual podríamos empezar a considerar la idea de mudarnos juntos —propuso Senku, intentando disimular sus nervios—. Puedes venir a mi departamento o yo al tuyo o... podemos elegir un nuevo departamento para los dos.

Kohaku sonrió de inmediato, emocionada.

—¿Y qué tal una casa? Tengo muchos ahorros, puedo permitírmelo. Además... —Se sonrojó levemente, evitando mirarlo por un momento—. Quiero hijos algún día, ¿tú también, no?

Senku se congeló por un momento, tenso.

La verdad esa idea le daba demasiado pánico, pero si era con Kohaku...

—Claro. —Suspiró, asintiendo.

Ella se lanzó a besarlo de inmediato, feliz de ver que estaban de acuerdo en eso.

Acabaron haciendo el amor otra vez y por eso casi llegan tarde al aeropuerto, pero lograron tomar el avión justo en el último minuto, suspirando de alivio.

Mierda, debían aprender a controlarse o acabarían cometiendo alguna negligencia estúpida. Aunque, honestamente, no podía decir que no valdría la pena.

Cuando llegaron a Japón, no tuvieron tiempo de pasar mucho más tiempo juntos debido a que Senku tenía mucho trabajo pendiente, ya que su equipo de científicos no estaba acostumbrado a que se tomara días libres.

Acordaron con sus familias tener una cena todos juntos el próximo fin de semana para matar dos pájaros de un tiro y conocerse todos de una vez, a la pareja no le gustaba irse con rodeos y querían casarse pronto, así que mejor ir al grano de una vez.

Anillo sin parDonde viven las historias. Descúbrelo ahora