Solos

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Estaba llegando tarde.

Mierda, ¡estaba llegando demasiado tarde!

Senku no era de correr mucho, eso lo sabía cualquiera que lo conociera, ¡pero este era un negocio muy importante, maldita sea! ¡Necesitaba esos fondos para su nuevo proyecto!

Para colmo era el peor horario del día, cuando las calles de Tokio estaban más atestadas.

Pasó multitud tras multitud, chocando hombros, empujando y siendo empujado, teniendo que lidiar con muchos choques incómodos, hasta que finalmente llegó al parque donde podría acortar camino.

Al pisar el césped y finalmente poder tomar un respiro... finalmente lo vio. Vio el anillo.

Sus ojos se ampliaron y por unos segundos el aliento se le atoró en la garganta.

El anillo...

Algo que la ciencia nunca pudo explicar siempre fue el absurdo anillo de compromiso que aparecía en tu mano izquierda después de tocar con cualquiera de tus manos cualquier parte de la mano de tu "alma gemela".

Era una especie de magia, materia solidificándose en tu dedo anular de la nada, solo con tocar la mano del supuesto amor de tu vida.

¡Recuerda siempre usar guantes! —Las palabras que su padre le dijo cuando era pequeño se le vinieron a la mente—. Así cuando no los uses estarás atento y cuando toques la mano de tu alma gemela el anillo de compromiso aparecerá, ¡y así podrás casarte!

Por supuesto, Senku jamás le hizo caso.

El anillo de compromiso y su existencia tan acientífica siempre llamaron su atención, pero no demasiado, le irritaba que todo el mundo hablará de eso como si no hubiera existido desde los primeros registros históricos de la humanidad. Y tenía veinticinco años y jamás le había importado encontrar a su alma gemela, a pesar de que todos sus amigos le preguntaran al respecto, ya que la mayoría de ellos habían encontrado a su persona o simplemente eran unos chismosos que querían molestarlo con dramas románticos.

Pero ahora...

Miró fijamente el anillo plateado en su dedo anular izquierdo.

Estaba oficialmente comprometido... con una persona random de las miles y miles que se había topado hoy, con una de las decenas de personas con las que chocó y a las que no les prestó ni un milímetro de atención.

Casi en automático, volteó hacia la multitud detrás de él, viendo a montones de personas ir y venir, dándose empujones y rozándose incómodamente.

Muchas personas mayores tenían sus anillos, y muchas personas jóvenes tenían guantes, protegiéndose de no cometer la estupidez de tocar la mano de alguien sin ver y acabar con su anillo puesto y sin saber quién mierda era el amor de sus vidas.

La estupidez que él cometió...

Crujió los dientes mientras miraba a la gente pasar. ¡¿Cómo demonios iba a saber quién fue la persona cuya mano tocó?! ¡¿Cómo diablos iba a encontrarla entre toda esa gente?!

Y... ¿por qué diablos ella no se dio cuenta de que su anillo apareció?

¿Por qué no lo estaba buscando también?

¿Por qué no estaba usando guantes?

Volvió a mirar su mano con aprehensión, sonriendo con amargura al ver la fina tira de platino envolviendo su dedo.

—¿Eres tan desinteresada de estás cosas como yo, eh?...

Nunca le había interesado conocer a la persona con la que podría compartir su vida, pero ahora que perdió la oportunidad... se sentía como si hubiera perdido una de las cosas más importantes y decisivas para su vida.

Anillo sin parDonde viven las historias. Descúbrelo ahora