(11 de enero de 2010)

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Pasé la mayor parte de la noche despierta, releyendo una y otra vez la carta, poniendo más atención a cada párrafo y frase, terminé con los ojos cansados de tanto esfuerzo; a partir de las 6 de la madrugada me mantuve despierta hasta que el sol apareció bajo el horizonte. Para no centrarme en el constante “TIC TAC” del reloj y contar cada minuto, me dispuse a organizar la habitación, la cual apestaba a falta de aire. El suelo estaba rodeado de envases de comida rápida, incluso había restos de ella esparcida por este, cuando finalicé el plan de limpieza, el cuarzo relucía de tal modo que mi rostro y todo mi cuerpo se reflectaba con claridad; todo estaba ordenado y en su respectivo lugar, excepto la caja, había sacado todos los libros y ahora formaban parte de mi colección en el interior de la estantería, la agarré de un extremo, su peso no era la de simple arrugado cartón, en ella quedaba aún aquel bloc de notas negro, lo recogí. Me paré a reparar en la poca importancia que le brinde ayer, lo aparte como si no fuese más que un simple cuaderno, ahora tomaba protagonismo sostenido por mis manos; lo acerqué a mis fosas nasales sin motivo alguno, olía a hierba, a verde y mojada hierba, estaba rodeado por una goma elástica negra que impedía su involuntaria apertura; sin demorar más mi análisis prejudicial, lo destapé.
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(5/12/2007)

-¿Es posible alcanzar la felicidad sin ningún medio?

Ella lloraba ante la frustración, él no podía; las lágrimas de ella caían por sus mejillas al suelo, él recogía la única gota que sus ojos desprendían, ella era luz, él oscuridad. Mientras ella le cegaba, el cerraba los ojos; ella rajaba sus muñecas para poder sentir algo, él olvidó que era sentir, ella sufría por su ansiedad, él la aceptó, ella no podía dormir, él nunca dormía, ella amaba la música, él la necesitaba, ella era optimista, él realista, ella tenía miedo, él no, ella expresaba como se sentía, él escribía sus sentimientos, ella leía una historia, él contaba la suya. Él se había rendido, ella no.

Ella y él

Según iba leyendo, la imagen de Ethan abordaba mi mente, siempre me había hablado de su pasión por la lectura, pero nunca había mencionado su habilidad con la escritura.

-Puede…, puede que no confiase tanto en mi como yo creía.

No podía evitar pasar las hojas y tener una irremediable curiosidad por descifrar su amargo secreto.
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(6/12/2007)

De pequeño me preguntaba por qué la luna me perseguía, allí donde iba su luz me acompañaba, no podía perderla de vista; ahora soy yo el que la busca, tratando comprender cómo puede permanecer ahí, sola en la oscuridad.

Soledad

La veo cada mañana en frente de mí, dice conocerme; odio como me observa con repugnancia, analiza cada parte de mi buscando el más mínimo defecto visible, se asemeja demasiado a alguien conocido, no logro recordar a quien. ¿Quién es y por qué me juzga?, ¿quién es esa persona que se refleja en mi espejo?

Amor propio

Entonces entendí que sobre pensar era como estar expuesto horas y horas al cálido sol; si no encuentras la sombra para evitarlo, acabarás quemándote, el problema es que a mí me encanta el sol.

Ansiedad

Cuando finalicé la segunda página la intriga y la impaciencia por leer más me rogaba por dentro, sin motivo alguno pensé en sus padres y el respeto que les faltaba leyendo notas de su difunto hijo. Me vestí ágilmente y salí a la poco habitada calle, me disponía a coger un taxi, mi acción cesó su proceso cuando la pantalla de mi móvil se mojó por una diminuta gota de agua, miré hacia el cielo, el cual rodeado de oscuras e imponentes nubes descargaba el diluvio reservado de varios días de sequía; recordé a Ethan y las muchas veces que decía lo mucho que le gustaba pasear bajo la lluvia, hice lo que el haría, como si me vigilase desde la esquina de algún callejón y pudiese sentirse orgulloso de mí decisión. Cuando llegue a la casa de los padres de Ethan mi ropa estaba totalmente empapada, tímidamente toque al timbre y esperé, tiritando durante varios segundos a que alguien acudiese a mí llamada. El brillante pomo se giró y tras la puerta la silueta de Helena se descubrió, primero fue visible su ennegrecido cabello presente de canas, cada vez era más notable las arrugas en su cara, podía ver una fría mirada y la confusión de esperar visita, era domingo y vestía una bata de estar por casa.

El ÚNICO CHICO VIVODonde viven las historias. Descúbrelo ahora