Capítulo 4

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Una vez al mes en el instituto, los estudiantes del grupo de baile representaban una canción, de su propia elección, era costumbre que los amigos de los bailarines les recomendaran canciones para representar.
Ese dia Jisung se encontraba en su casillero guardando sus libros cuando se encontró una pequeña nota, la abrió con interés,
"Me gustaría verte bailar Bam bam bam de Big Bang en la presentación de este mes" leyó, no estaba firmada, quién demonios le pedía anónimamente que bailase esa canción, sus pensamientos se vieron interrumpidos por Yugyeom, quien se acercó a él muy risueño.
-¡Ei Sunggie! Quería proponerte una canción para tu baile- dijo posando un brazo sobre sus hombros.
-¿De verdad? ¿Cuál?- le emocionaba el hecho de que un bailarín tan bueno cómo Yugyeom le recomendara una canción.
-Me encantaría verte bailar Don't fight the feeling de EXO, creo que combina mucho contigo y lo harías genial.
-¿De verdad lo crees? Me lo pensaré..- dijo con una sonrisa tímida.
-Me alegra mucho que te lo pienses- Le despeinó los cabellos y se fue andando alegremente.
-¿Di virdid li criis?- Dijo imitando a Jisung.
-¿A ti qué te pasa ahora Minho?- resopló girándose para encararlo.
-¿Qué te traes con el dancing machine?- Preguntó acercándose a Jisung.
-¿Qué me traigo de que?- Estaba empezando a cansarse de sus pullitas.
-Mira al suelo flacucho, me parece que has dejado un rastro de babas después de hablar con él- Dijo de malas maneras.
-Piérdete Minho- empezó a caminar para dar la extraña conversación como terminada.
-¿Vas a bailar su canción?- Su tono de voz cambió radicalmente, dejando atrás el ápice bromista.
-¿Qué más te da eso?- Tuvo que frenar sus pasos para encararlo de nuevo, de verdad no lo entendía.
-He escuchado que alguien te dejó una propuesta mejor en tu casillero- Tenía que aprender a callarse, siempre acababa metiendo la pata.
-¿Y por qué sabes tú que era mejor? ¿Acaso la has dejado tu Minho?- ¿En serio había dejado él la nota? Jisung no había tenido tiempo de hablarlo con nadie, era la única forma de que supiera de la existencia de esa nota.
-Adiós flacucho- Hora de irse antes de admitirlo y quedar como un gilipollas integral.
Y su huída no hizo más que confirmar que efectivamente él había dejado la nota en su casillero, Jisung estaba alucinando jamás se esperaría un gesto así de su parte, y el muy cobarde no lo había admitido, la única forma de hacerlo confesar era bailando su canción, se iba a cagar.
Llegó el día de la presentación y el que se estaba cagando de nervios era Jisung, le dolía el estómago como nunca, estaba acostumbrado a bailar solo en su habitación, nunca lo había hecho delante de una multitud, y para colmo no iba a bailar la canción que le recomendó Yugyeom, ¿y si este se enfadaba con él?
Pero ya no había vuelta atrás, estaba a punto de salir, juntó todo el valor que pudo y empezó a subir las escaleras del escenario.
Minho se encontraba en las gradas esperando el turno de Jisung, apostaba su lindo pelo a que el enano había elegido la canción de Yugyeom, tenía la sensación de que entre esos dos pasaba algo, no sabía muy bien porqué, pero esa idea hacía que un nudo se formara en su estómago.
Se llevó una gran sorpresa cuándo Jisung pisó el escenario y empezó a sonar Bam bam bam, si no estuviera sentado se habría caído de culo.
Demonios, había elegido su canción, y para colmo estaba bailando demasiado bien, a los 30 segundos aproximadamente Minho empezó a hiperventilar, ¿como podía hacer esos pasos de forma tan ágil?, iba vestido todo de negro, la ropa se ajustaba perfectamente a su cuerpo, haciendo lucir el doble sus movimientos, era como observar a un cisne negro en medio de un lago solitario, de pronto creció en su pecho el deseo de que sus pupilas se convirtieran en el objetivo de una cámara para grabar en su mente esa escena.
¿Qué mierda estaba pasando con la calefacción del instituto? estaba demasiado alta, ¿porque el problema era la calefacción y no sus hormonas verdad?, Jisung no necesitaba tener un cuerpo muy formado para destacar en el escenario, y el mayor se estaba maldiciendo por todas las veces que lo había llamado flacucho, no era flacucho para nada.

El ladrón de cada uno de mis suspirosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora