El Precio de la Venganza. Capítulo 16: Demasiado lejano.
Johann llegó a casa inmediatamente después del final de su clase de Derecho Administrativo. Abrió la puerta tarareando una ridícula pero pegadiza melodía de algún anuncio televisivo que no estaba muy seguro de saber qué anunciaba con exactitud, y subió a su habitación tras entrar en la cocina y coger una colorada y brillante manzana, tan reluciente que, durante unos breves segundos se preguntó si aquella no sería una de las pesadas bromitas de Alger, y que cuando la mordiera, se encontraría con que la fruta no era otra cosa que plástico muy bien decorado.
Una vez en su habitación, se deshizo de sus deportivas dejándolas caer descuidadamente junto a la puerta ya cerrada. Dejó la mochila sobre el escritorio después de sacar los apuntes que Marcus le había prestado —porque pretendía devolvérselos—, y otros cuantos folios en blanco para pasar a limpio la información con su propia letra, sabiendo que así, después, le resultaría más sencillo leerlos y releerlos si era su letra la que leía.
Ojeó algo por encima las hojas, sorprendiéndose debido a la forma de las letras ante sus ojos. «Letras pequeñas, separadas aunque a la vez apelotonadas unas con otras...», así había definido la letra de Marcus un rato antes, durante la clase, pero lo que ahora tenía ante él no era lo mismo; seguían siendo pequeñas, pero ahora el trazo y la forma eran mucho más firmes y concretos, las letras seguían estando separadas y a la vez juntas, pero ya no le daban la sensación de apelotonamiento, quizá porque ahora eran ligeramente inclinadas hacia la derecha. Definitivamente, aquella no era la misma letra apurada y descuidada que había observado en el moreno. Era como si se hubiese propuesto aposta escribir con una mejor caligrafía para que la lectura fuese más sencilla, menos costosa...
La luz se hizo ante él al comprenderlo todo, y una sonrisa bobalicona osciló en las facciones de su rostro casi al instante. ¿Tan obvio había sido en clase como para que Marcus se hubiese dado cuenta de que lo observaba?, y no solo eso, sino de que no había prestado la más mínima atención a la clase y sus contenidos.
¿Sería demasiado presuntuoso por su parte creer que Marcus había copiado todo una segunda vez, exclusivamente para dárselo al darse cuenta de que él no estaba prestando atención?
Empezaba a estar muy seguro de que intentar ser amigo de Marcus merecería la pena, aun con los silencios incómodos, la mirada penetrante, tan familiar que lo atravesaba cada vez que cometía el error y caía en la tentación de mirar directamente sus ojos, e incluso podía trabajar en eso de intentar, que no conseguir, soportar a Joel.Y aunque lo había decidido, seguía habiendo algo en Marcus que...
La puerta se abrió de golpe, con fuerza, golpeando la pared y haciéndole perder por completo el hilo de sus pensamientos. En la puerta estaba Erika, tan radiante como de costumbre. Johann era su hermano, pero incluso él no podía negar que la rubia era una auténtica belleza: era alta para ser mujer, superando el metro setenta por un par de centímetros, característica indudablemente adquirida de su padre, que poco tenía que envidiar a algunos jugadores profesionales de baloncesto, sin embargo su figura distaba mucho ser tosca o poco femenina; era delgada y bien torneada, con la piel ligeramente tostada al igual que él; su en otro tiempo larga melena trigueña, ahora le quedaba algo por encima de los omóplatos, y sus ojos azules, también heredados de su padre, terminaban el casi perfecto conjunto. Y es que Johann tenía un concepto de belleza distinto al convencional, y le era imposible considerar a alguien completamente perfecto. Opinaba que era una absoluta estupidez del ser humano esa maldita manía, casi actualmente imposición social, de buscar tan desesperadamente la perfección en un ser que, a sus ojos, era hermoso e inigualable precisamente por esos defectos que tanto luchaban por ocultar. Físicamente, sí, según gustos, Eri podía ser tachada de perfecta, pero en el plano de la belleza interior, la cosa era muy distinta. No, no era una mala persona, ni una mala hermana mayor, y no podía saberlo con certeza, pero también podría asegurar que no era una mala amiga... Su problema radicaba en que se ilusionaba demasiado rápido con los hombres cuando uno le atraía. Les coqueteaba un poco, lo justo para tenerlos tras sus faldas, creía amarlos locamente durante un par de semanas, quizá hasta unos meses, y luego los dejaba cuando ya no le parecían interesantes o aparecía uno mejor.
Odiaba admitirlo, pero esa clase de comportamiento libertino, solo lograba que en su mente la viese como una especie de Joel en femenino, y la idea de imaginarse a ese elemento como parte de su familia, más concretamente, como su hermano mayor, era más de lo que su cerebro podía asimilar.
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El precio de la venganza [EN CORRECCIÓN] [Homoerótico/Gay/Yaoi]
Mystery / Thriller¿Qué harías si tu vida deja de ser tu vida? Si te arrebatasen todo lo que tienes y ni tan siquiera la muerte se mostrase misericordiosa para llevarte con ella. Si en tu corazón ya solo hay espacio para el dolor, la oscuridad... y la venganza. Así es...