Capítulo Diecisiete

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veritas 2/2

Felix

Se que mi relación con mi madre no era la mejor, siempre busque miles de formas para que se fijará en mi, para que me diera ese amor que una madre les da a sus hijos.
Pensé que era por su trabajo, era tan inocente, pero me di cuenta tarde, 18 años tarde, cuando supe que solo le daba amor a mi padre que al fin de cuentas nos dejó, quise empezar de nuevo, quise acercarme a ella, pero simplemente ella no dejaba, ahora entiendo el porque.

No la odio pero tampoco la entendí, siempre tuve una esperanza de que ella algún día me digiera que me amaba o cambiará su actitud conmigo. Hasta su último respirar la sigo amando.
Estoy molesto por lo que hizo, pero a la vez estoy muy agradecido.

—¿Estás bien? —su voz sonó en un susurro erizado le la piel al chico.

—Si —respondió
—Después de saber todo, los chicos se fueron a dormir, yo no pude y creo que no podré.

¿Decidir? —penso el chico —Yo nunca he sido bueno decidiendo y menos si es algo que tiene que ver con mi felicidad. No se, qué es lo que realmente quiero.

—¿No podías dormir?

—Tengo muchas cosas en mi mente, siento que tendré un colapso mental.

—Solo relajate y trata de no hacer las cosas difíciles.

—Puedo manejarlo
Pero hay algo que no puedo...
Odio no odiarte —dije viéndolo —Quisiera odiarte... odiar a todos, pero no puedo. Lo único que puedo hacer es amarlos sin importar que.
Amarte sin importar que —Sus brazos se abrieron y me refugie en ellos, la calidez de su cuerpo me transmitió paz
—Te amo, nunca lo deje de hacer.

—Yo también te amo y no sabes cuánto, Eres todo lo que está bien.
Quise olvidarte, pero no puedo. No quería regresar y saber que soy la causa de tu perdición.

Era un momento hermoso solo él y yo nadie más, abrazados bajo la luz de la luna, la suave brisa dando sobre nuestros cuerpos, no hay frío, no hay soledad, solo  amor y eso es lo más importante.

—Hay que ir a dormir —Dijo sobando su espalda

—No quiero moverme estoy bien así —restregando su rostro en el pecho del mayor suspiró.

—Podemos estar así en la cama o si quieres mucho más unidos.

—¡Q-qué no hables lo arruinas! —Me separe unos centímetros dejando mis manos sobre su pecho mientras que el fijaba su agarre en mi cintura

—¿Alguna vez te he dicho lo mucho que amo cuando te sonrojas?

—N-no —podia sentir mi rostro arder

—Bueno pues que estúpido he sido al no decirte lo bello que te vez sonrojado.
Entonces que dices
—Se acercó más a mí y me susurró al oído —Nos unimos más

Al día siguiente

—¡Hay me duele la cabeza! —se quejó Minho.

—No grites —regaño Jeongin

—No estoy gritando

—Buenos días chicos ¿qué tal amanecieron?...
¿Qué? —dije viendo a ambos—¿Porque me miran así?

—Te dieron anoche verdad por eso estás de buen humor —Se burló Jeongin

—Claro que no, acaso no puedo preguntarles cómo amanecieron —podia sentir el calor en mis orejas.

Á N G E L   C A Í D O²Donde viven las historias. Descúbrelo ahora