A la mierda con intentarlo.
Todo me sale para el orto, muchas veces no puedo hacer bien algo tan fácil como restringir. Por lo que no fue una sorpresa cuando después de tener la entrevista con el psicólogo, la médica, la psiquiatra y la nutricionista, me hayan admitido en el hospital.
Y lo raro es que tenía sentimientos encontrados. Primero que nada, sabía que si no era admitida en el hospital, me sentiría terrible. Porque eso significaría que no estoy lo suficientemente mal, lo suficientemente enferma, que quizás todo este "trastorno" mío es una farsa, y por lo tanto no merecía recibir ayuda. Después de aquello probablemente querría bajar todavía más de peso, porque si no estaba lo suficientemente mal, entonces no estaba lo suficientemente delgada. Pero no fue así. Me pesaron de espalda, y sólo dijeron que mi peso era insuficiente acorde a mi altura.
Pero lo malo, es que tampoco quería ser admitida. Para que me entiendan, es como cuando alguien gusta de vos, y vos no tenes sentimientos por esa persona, pero te gusta que guste de vos, te sube el autoestima, y cuando deja de hacerlo te pones triste. Esa relación era exactamente la que tenía con el hospital. Quería que quisieran ingresarme allí, pero no quería que realmente lo hicieran.
Una taza fue lanzada al piso, haciendome sobresaltar en mi asiento y arrancandome de mis pensamientos.
Fatima estaba gritando molesta, mientras yo observaba como todo el contenido de café con leche se desparramaba sobre el suelo, extendiendose cada vez más y más.
El resto de las chicas en las mesas se pusieron alertas, dejando de comer de sus platos.
Varias terapeutas se acercaron a ella, tratando de tranquilizarla.
Me costó notar que estaba tensa, hasta que tragué en seco, tomando un poco de agua al sentir mi garganta contraída.
El hospital no era tanto un hospital. Parecía más una gran casa, muy hogareña de hecho.
Los pacientes se dividían en módulos, del primero al cuarto. Yo, con el resto de chicas que recién empezaban el tratamiento y estaban en el peor estado formabamos parte del módulo uno. Ibamos de lunes a viernes de 8:30 a 12:30, haciendo el desayuno, las colaciones y el almuerzo allí. Algunas iban dos veces por semana, otras tres, te restaban tiempo según tus avances en el tratamiento. A medida que fueramos mejorando, avanzaríamos de módulo. El módulo 2 apenas iba una hora y media a la tarde, y tenían que hacer únicamente el almuerzo allí. El módulo 3 lo mismo, pero en un horario diferente. Y el módulo 4, iba cada 15 días nomas, hasta ya poder obtener el alta.
En mi caso, me estipularon ir de lunes a viernes, desde las 8:30 hasta las 16 hs, al igual que iban los casos mas graves o que requerían mayor contención.
Suspiré audiblemente, mientras miraba mi plato, negándome a comerlo.
El desayuno era asqueroso. Y no lo digo porque tenga un trastorno, es porque realmente lo era. Un café con leche todo grumoso debido a la leche entera en polvo. Y cinco galletitas maná. Dios, aquello ni siquiera era nutritivo.
Ni loca comía eso. El problema, es que acá comés o comés. No te podes ir del hospital hasta que hayas hecho todas tus comidas correspondientes, y eso me estaba matando, porque el tiempo para desayunar estaba terminando, y estabamos a punto de empezar terapia grupal.
Sentí mis ojos comenzar a humedecerse y los cerré con fuerza, sintiendo mi cuerpo temblar.
•••
Estaba tendida en mi cama. No había salido de allí desde que llegué a casa, ignorando el llamado de mis papás a merendar.
Tan sólo me quedé ahí tirada, envuelta en colchas, con mi notebook transmitiendo una serie a la que ni siquiera le prestaba atención. Eso era mucho mejor que el silencio, aunque no un silencio mental, porque allí si que había ruido, mucho ruido, números y exceso de energía.
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Anorexia ; Trueno
FanfictionDonde Trueno comienza a percibir comportamientos extraños en su compañera de batallas.