Capítulo 12

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No dejaba de observarme y me molestaba. Esto ya no era algo de mi cabeza, sino una realidad. 

-¿Qué vas a pedir? -preguntó casualmente, como quién no quiere la gran cosa. 

Para mí sorpresa, y la de varios fans al parecer, estaba en San Juan. Me enteré por las redes sociales que gran parte del público creía que yo no asistiría por motivos de "salud", porque supuestamente en la última batalla me veía bastante enferma. Habíamos llegado a un trato con el Hospital de Día y mis padres. Si yo comía las colaciones y los postres como debería haber hecho desde antes, tendría permiso de ir, siempre y cuando esté alguien para acompañarme. Mis papás claramente no podían. Habían pedido sus vacaciones por adelantado meses antes para estar más tiempo conmigo, pero lastimosamente para ellos, y por suerte para mí, semanas atrás volvieron a trabajar, recuperando parte de mi libertad. 

El problema es que sola no me iban a dejar ir, esa era la condición. Mateo se ofreció a vigilarme, y por lo tanto estuvo obligado a ir a algunas sesiones del psicoeducativo impartidas por el hospital. 

Una parte de mí estaba feliz, después de todo podría ir a la jornada de freestyle y competir contra Sub, un contrincante con el que me emocionaba batallar. A su vez, al ir con Mateo como el único "vigilante", la presión que sentía encima disminuía, ya que los acompañantes terapéuticos, como el resto de profesionales de la clínica, e incluso mis padres, solían exigirme que comiera a toda costa, llegando al punto de hacerlo a la fuerza. Cerré mis ojos con fuerza al recordar cuando me habían tomado de las muñecas y me alimentaban forzadamente. Una experiencia tenebrosa, que de tan sólo recordarla se me cristalizaban los ojos. 

Mateo chasqueó los dedos frente a mí, sacándome de mi cabeza y provocando un sobresalto de mi parte. 

Una vez abrí los ojos, percibí el panorama como un deja vú. Todos los chicos que batallamos en una misma mesa, leyendo el menú, como en aquella cafetería, sólo que esta vez en un restaurante. Estábamos por almorzar, previo a que la jornada comience.

Yo llevaba un top y un jogging. Mi abdomen se veía plano, pero si comía o incluso daba un sorbo de agua, todo se arruinaría. 

-Luz.- volvió a llamar más fuerte Mateo, quien estaba sentado junto a mí.

-¿Qué pasa? -contesté un tanto exaltada.

-Te estoy hablando desde hace media hora y sólo me ignoras.- habló con un puchero en su boca.

Yo suspiré, sintiéndome un poco mal.

-Perdón, me distraje con boludeces.- imité su gesto inconscientemente mientras lo abrazaba por los hombros. 

Él correspondió sonriente.

-Me re pintan unas hamburguesas.- soltó de la nada, como si ese hubiera sido el objetivo de toda su conversación desde el principio.- ¿Vos qué vas a pedir? 

Rápidamente me tensé, alejándome un poco. 

La mesera ya nos había alcanzado nuestras bebidas, y dentro de poco se acercaría a tomar nuestra orden, debía pensar en algo rápido. 

-Eu, deja de pensarlo tanto.- me cortó con rapidez, y pude sentir su mirada fija en mí.- Pedite lo que quieras, hay de todo, y unas ensaladas que se ven re ricas, mirá.- me señaló un sector del menú. Yo lo miré de reojo.

-Es que voy a comer después de la jornada, sino me dan nauseas de los nervios, y no quiero vomitar en medio del escenario.- aclaré un tanto nerviosa, no mintiendo del todo. 

-No, ni ahí.- se negó.- La jornada va a durar como seis horas, y para ese entonces ya tendrías que estar merendando, además de que antes de eso tendrías que colacionar, eso dijeron los profesionales, por eso traje barritas de cereal y fruta, pero si querés pasamos por un kiosco y te compro algo que te guste más.- se encogió de hombros.

Anorexia ; TruenoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora