Capítulo 6

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Narra Luz:

3 am.

La jornada estuvo bien, volví a ganar, esta vez contra Stuart. Aunque debo admitir que recibí un gran apoyo del público.

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Me mareé, y tomé un poco de agua, mientras continuaba subiendo y bajando escaleras. Estaba muy agotada y me daba muchísima paja hacer ejercicio, por eso solía ponerme a imaginar historias o improvisar mentalmente.

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Vestía un short negro adidas, con un top negro del mismo estilo.

Debía bajar las calorías de ese sandwich, la puta madre, le dije a Mateo que no quería comerlo. En estos momentos, creo que hasta lo odiaba. Lo odiaba por el hecho de obligarme a quedarme hasta las 3 de la mañana, lo odiaba por el hecho de obligarme a ingerir muchísimas calorías, lo odiaba por no haberme ayudado cuando se lo pedí y hasta tener el tupé de ignorarme. Pero odiaba más odiarlo, porque yo no soy así, yo nunca odié a nadie.

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Cambié la música de mis audiculares a una con más ritmo y ruidosa. A esta hora todos debían estar durmiendo ya que hoy volveríamos a nuestras relativas provincias.

Por mi parte, yo estaba en la escalera del hotel, la que da a un piso más abajo de mi habitación, haciendo una "rutina" de cardio y abdominales.

Sólo quería ir a mi cama y dormir, se veía tan bien mentalmente. Lo anhelaba.

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No oigo los pasos que se acercan, taciturnos.

-¿Luli? -preguntó Trueno, la puta madre, tenía la voz ronquita. Y yo me debía ver del asco.

-¿Qué hacés despierto? -pregunté, subiendo y bajando. No debía parar, menos ahora, que solo quedaban unos cuantos más.

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Él se resfregó los ojos, somnoliento.

-¿Qué hacés vos acá? -preguntó más despierto, comenzando a caer en cuenta de la situación. Dios me salve y María.- Luli la puta madre, son las tres y media de la mañana.- me retó.

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-Me falta poco.- objeté, con la respiración un poco agitada. Mi pecho subía y bajaba, al compás de las escaleras, al compás de la música, al compás de mi vida.

Él me miró molesto interponiéndose en la escalera.

-No nena, vos te vas a dormir.- me contradijo, impidiéndome el paso.

-Uh, dale wacho.- solté molesta.- No me dejas hacer nada, no me ayudas, me obligas a comer, basta.- me quejé.

Él me miró incrédulo.

-Lo hago por tu bien capa.- frunció el ceño.- ¿Qué te pensas, que a mi me gusta joder todo lo que haces?

Yo lo ignoré, esquivandolo y bajando el resto de escalones.

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-No te vas para ninguna parte.- me tomó del antebrazo, deteniendome.

-Soltame.- me quejé, levantando la voz.

Él se limitó a tironearme con facilidad hacia uno de los pasillos. Traté de resistirme, pero su fuerza era mayor, y yo apenas me podía mantener en pie.

-Dejame en paz.- me quejé irritada.- Me faltaba muy poco, posta.

Mateo ni siquiera me respondía. Abrió una puerta y nos metió dentro, a lo que supongo era su cuarto.

-Este no es mi cuarto.- espeté.

-No, es mío.- coincidió.- Y hasta que dejes de comportarte de esta forma podrás dormir sola.- sentenció, cerrando la puerta con llave y guardandola en su jean.

-¡Mateo! ¡No soy una niña! -apreté los puños, molesta.

-Entonces deja de comportarte como una bebé.- se burló, destendiendo la cama y acostándose.

-Sos un... un... re malo.- me quejé, mientras que él sólo se rió.

-Cuando aprendas a insultar seguimos hablando.- determinó, cerrando los ojos.

Fruncí el ceño, observando todo el cuarto. Sin más que decir me dirigí al baño y me lavé la cara. No era mucho de sudar, así que el cuerpo se mantenía intacto.

Abrí la puerta y lo vi con su celular. No había recaído en su pijama, un short y sin remera.

-¿Me vas a seguir observando? -enarcó una ceja, mirándome.

-No te estaba mirando, y no me podés mantener encerrada acá.- recriminé.- Es un delito.

Él se encogió de hombros.

-Correré el riesgo.

Suspiré, sentándome en la cama.

-Pensé que eramos amigos.- me quejé. Él pareció suavizar su mirada, inmediatamente.

-Lo somos.- declaró.

-No es cierto, me tratas mal, me odias.- entrecerré los ojos.

Mateo se limitó a rodarlos, haciéndome un lugar en la cama.

-Dale, acostate.- la palmeó.

-Tengo calor.- fruncí los labios, viendo que el cuarto no poseía ventanas.

-Y quitate la ropa.- recomendó.

-No.- me negué, observando la hora en mi celular. 4 am.

-¿Te la quito? -ladeó su sonrisa.

Yo rodé los ojos y lo golpeé. Me saqué el short bajo su atenta mirada, la cual me costó ignorar, y me acosté a su lado. Observé cómo se mordía el labio, estudiándome.

-¿Me vas a explicar qué hacías ahí a la madrugada? -cuestionó, rodeando mi cintura con su brazo.

-Sólo un poco de ejercicio, no tiene nada de malo.- objeté.

-Te veías mareada.- comentó.

-Pues no lo estaba.- mentí.

Él suspiró, mientras que yo me acurrucaba en su pecho, agotada física y mentalmente.

-Me comí el sandwich.- agregué, sintiendo la culpa carcomerme.

-Lo sé.- sonrió levemente.- Eso estuvo muy bien.- besó mi coronilla.

¿Lo estaba? ¿Esas 304 calorías estaban bien? En mi organismo, acumulándose como grasa.

-Me siento muy hinchada, Matu.- susurré.- Lo siento en mi cara, en mi abdomen, y no lo puedo arreglar.- admití.- Fue el sandwich.

-No, beba.- negó con su cabeza.- Estás exactamente igual, sólo es dismorfia corporal, es normal en estos casos.- explicó. ¿Desde cuando sabía tanto más de mí que yo misma?

-Pero no es así, viví dieciséis años en mi cuerpo ¿y me vas a decir que veo mal mis propios cambios? -fruncí el ceño, negada.

-Ya fue, no hablemos de esto.- me abrazó más, cerrando sus ojos.

Yo sólo me limité a asentir, no quería pelear más, y menos con él, porque se supone que yo nunca peleo, calmo las peleas, es algo distinto.

Me siento tan avergonzada de mí, ¿estaré siendo la peor versión de mí misma?

-Perdón.- solté arrepentida, haciendo dibujos invisibles en su pecho.

-¿Por? -preguntó confundido.

-Por arruinar todas las jornadas que se supone debían ser divertidas, por ser un poco brusca, por enojarme, por todo, perdón.- murmuré.

-Boluda, no es tu culpa, tenés un problema y hay que ayudarte.- me reconfortó.- Vos no elegiste tenerlo, y nadie te va a culpar de nada, nosotros tampoco sabemos bien lo que hacemos, y yo mismo a veces me paso de brusco.- admitió.- Pero sólo queremos que estés bien, sana, como siempre.

Y quizás, sólo quizás, yo sí tenía un trastorno.

Anorexia ; TruenoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora